Finaliza el año 2012 igual que los anteriores, con las proclamas contra el cambio climático en Copenhague, Cancún, Durban y ahora Doha y el reconocimiento de que las renovables no avanzan al ritmo necesario para limitar el crecimiento de la temperatura del planeta 2ºC en 2020. La variante española añade un ejercicio de incoherencia y de política reaccionaria atacando las renovables y la eficiencia energética como los males del sistema para impulsar el mayor consumo de gas y carbón y el descontrol de las emisiones.
Los indicios de que el mundo ha iniciado una transformación energética son evidentes. La agencia Moody´s, en el lado oscuro de la especulación financiera, ha confirmado que el incremento de la producción renovable está reduciendo el precio de la energía, haciendo que el carbón y el gas pierdan competitividad frente a la eólica y fotovoltaica. Goldman Sachs, otro de los bancos que generó la crisis, está apoyando las renovables en Japón que este año ha duplicado su inversión renovable. La Agencia Internacional de la Energía acaba de hacer unas previsiones de crecimiento de la demanda de crudo del 65% y de gas del 50% para 2035 con un precio de 215,7 dólares/ barril, una barrera que impedirá la recuperación económica solo superable con más ahorro, eliminando subvenciones al consumo de energía fósil y triplicando la inversión renovable. Si incluso desde la lógica del capitalismo especulativo se impone la necesidad de un cambio de modelo energético, no se puede entender la lógica de las eléctricas y el Gobierno por eliminar las renovables y el ahorro de la política energética.
Esta lógica es más incomprensible si se analiza el fracaso del axioma establecido en el RDL 6/2009 de que las renovables significaban un grave riesgo a corto plazo para el sistema. Los recortes y el freno impuesto al sector renovable no han parado con el RDL 14/2010 hasta el RDL 1/2012 que impide nuevos proyectos y el intento de llevar las primas a los presupuestos para acabar con las renovables. A medida que se ha ido recortando la retribución renovable e impidiendo nuevos proyectos, el recibo de la luz ha seguido subiendo en 2011 y 2012 -según la CNE por las ayudas al carbón, las subastas de la TUR, los costes extrapeninsulares y la baja demanda- y el déficit tarifario ha crecido sin parar. Los hechos demuestran que sin renovables, la insostenibilidad económica del sistema se agrava. ¿Por qué entonces se han parado?
La Comisión Europea, en su documento de junio sobre el Plan nacional de reformas 2012 del Gobierno, dijo que la falta de competencia y el método de conformación de precios es ineficiente, beneficia a las centrales amortizadas como nucleares e hidráulicas, desalienta la inversión renovable e incrementa las importaciones de energía en detrimento de la competitividad. En la Comunicación de noviembre ha vuelto a reiterar que la falta de competencia distorsiona el mercado a través de los pagos por capacidad que impiden que los consumidores dispongan de la tarifa de luz más barata. La Comisión cuantifica en 13.000 M€ lo que pagan de más los consumidores a las eléctricas por falta de competencia en la UE. La Comisión Nacional de la Competencia ha denunciado estas prácticas pero ningún gobierno ha tomado en consideración el sobrecoste que supone a la economía y a los consumidores el carácter oligopolístico del mercado energético.
La crisis ha tenido en España un impacto en el sistema eléctrico desde 2007 que se define por el descenso de la demanda que ha hecho perder a las eléctricas 1.000 M€ de ingresos cada año que han engrosado el déficit de tarifa. Lo cual no ha impedido que se siguieran ejecutando nuevas inversiones en gasoductos y centrales de gas hasta este mismo año e incrementando las importaciones de Argelia con precios secretos. La paradoja es que con descenso de la demanda de gas se importa más gas. El resultado es una sobrecapacidad del sistema que pone en evidencia el desastre de la planificación gasista de 2002 y la ruina de sus inversiones hechas en un régimen liberalizado. Este proceso es el que se describe en el RDL 13/2012 de marzo. Pero el cártel eléctrico urge a consumir todo el gas que ya se ha pagado, cargando al consumidor cautivo tan nefasta gestión. Las renovables, al mejorar su competitividad, sobran.
Para ello se han servido del artificio contable del déficit tarifario, acordado entre eléctricas y el Ministro Rato en 2002, cuando apenas había renovables en el sistema. La decisión política de no subir la luz para ganar votos es el origen de todo. Los bancos pagaban a las eléctricas la diferencia de costes y el consumidor lo devolvía en catorce años. Hasta que en 2008 el precio del petróleo alcanza los 147 dólares, la crisis financiera deja a los bancos sin liquidez, exigen el aval del estado y el déficit tarifario se convierte en deuda pública. El déficit se dispara por los propios intereses de su financiación como deuda, por la presión de las eléctricas para elevar los costes regulados y pagos por capacidad y la fijación del precio de la luz al de las fuentes más caras, como el gas y el carbón, para equilibrar la merma de sus ingresos por la crisis. El ataque a las renovables es la cortina humo para preservar los privilegios de los combustibles fósiles, protegiendo la opacidad de los precios de la luz.
La crisis es la que está arruinando al sistema eléctrico por mantener un modelo energético sin competencia, basado en el aumento del consumo de energía importada. La salida de la crisis es incompatible con un modelo energético especulativo y exige otro modelo que tenga como prioridades la reducción de las importaciones energéticas y de emisiones de CO2 con las únicas fuentes autóctonas disponibles: el ahorro y las renovables. Ya no es tiempo de reformas sino de cambio de modelo energético.