Joaquín Vaquero Palacios (Oviedo, 1900-Madrid, 1998) arquitecto, pintor y escultor, fue un creador total que abordó el proceso creativo de forma global. Esta exposición se centra en el proyecto que, a lo largo de treinta años de colaboración con Hidroeléctrica del Cantábrico (en la actualidad, parte del Grupo EDP), materializó en las centrales eléctricas de Salime (1945-1955), Miranda (1956-62), Proaza (1964-68), Aboño (1969-1980) y Tanes (1980).
Murales, esculturas, mobiliario, diseño industrial –en solitario o con la colaboración de su hijo, Joaquín Vaquero Turcios, también arquitecto y artista– muestran cómo este artista polifacético fue capaz de transformar las enormes estructuras de estas centrales eléctricas en auténticas catedrales industriales del siglo XX.
El recorrido comienza con una introducción sobre el personaje y su entorno, a través de mapas que sitúan y localizan dentro del ámbito asturiano cada una de las centrales, a las que se dedican sendos capítulos individuales.
Para Joaquín Vaquero Ibáñez, comisario y nieto del artista, la escala ha sido uno de los principales retos de la exposición: “Hablamos de presas construidas mediante millones de toneladas de hormigón que conforman interiores descomunales y gigantescos; saltos de agua excavados en montañas de roca viva a los que se accede a través de túneles infinitos; salas de turbinas donde podrían convivir varios aviones de línea regular… Las dimensiones de estos espacios escapan a nuestra percepción cotidiana”.
La muestra se podrá visitar hasta el 6 de mayo y se completa con un catálogo que documenta en profundidad el trabajo llevado a cabo por Vaquero Palacios en estas cinco centrales asturianas.
Joaquín Vaquero Palacios era hijo de de Narciso Hernández Vaquero (1866-1964), director y presidente de Hidroeléctrica del Cantábrico durante casi medio siglo, y responsable de la central de La Navia y de los primeros avances en el abastecimiento energético de la ciudad de Oviedo.