Y es que, continuaba el editorial de referencia, durante años los ataques públicos a las renovables por parte de los principales ejecutivos de las grandes empresas eléctricas y petroleras estuvieron a la orden del día, aunque, proseguía, las andanadas más peligrosas se habían hecho siempre bajo cuerda, tal y como lo puso de manifiesto quien fuera ministro de Energía, José Manuel Soria, en una entrevista publicada en El Mundo en 2017, cuando dijo que las eléctricas llegaban a su despacho con los reales decretos ya redactados.
Y así, durante todos estos años, prácticamente desde el inicio de la crisis en 2008, según los dirigentes de las grandes empresas del sector eléctrico en España, y de los medios de comunicación y comunicadores que se beneficiaban de las sabrosas campañas publicitarias por ellas realizadas, la principal causa del aumento continuado del precio de la electricidad eran las primas pagadas a las energías renovables y muy principalmente a los productores fotovoltaicos. Precisamente, qué casualidad, aquellos a los que el oligopolio eléctrico no podía controlar. Y es que cuando el Gobierno solicitó la colaboración del sector eléctrico para poder cumplir los requisitos exigidos por la Unión Europea de que en el 2020 el 20% de la energía fuese de origen renovable las grandes empresas miraron para otro lado y fueron los ciudadanos de a pie, pymes, agricultores y particulares, quienes dieron un paso al frente y convertidos en pequeños productores de energía eléctrica iniciaron una actividad que ahora, aquellos que antes la despreciaron, quieren quedarse con ella en exclusiva, eso sí, después de que aquellos insensatos precursores de la generación fotovoltaica quedasen arruinados para que, escarmentados, nadie más, en el futuro, ose entrar en un terreno vedado y exclusivo como es el energético.
Lógico es por ello la denuncia que hace el presidente de Anpier, la Asociación Nacional que agrupa y defiende a los pequeños productores fotovoltaicos, Miguel Ángel Martínez-Aroca, de que no habrá una transición energética justa si no se da solución a las sesenta mil familias que contribuyeron con sus ahorros y la hipoteca de sus bienes a iniciar una actividad tan necesaria como importante para el futuro económico de nuestro país, así como para su independencia energética, como es la generación fotovoltaica de electricidad.
Reducir hasta la mitad los ingresos pagados a los pequeños productores, como se hizo en muchos casos por el Gobierno del Sr. Rajoy, bajo el impulso de los hermanos Nadal, porque la energía fotovoltaica ya instalada era cara, es una barbaridad, cuando no un expolio, al no reparar que toda nueva tecnología siempre precisa de un tiempo de desarrollo en el cual los precios son más altos, y que posteriormente éstos serán compensados con la reducción que su fabricación industrial y las mejoras en ellos introducidos supone. El precio de los televisores de plasma cuando salieron al mercado y el actual creo que es un ejemplo que permite visualizar con claridad lo expuesto. Lógico es por ello que ahora que los bajos costes permitirán multiplicar por muchos enteros el total de potencia fotovoltaica actualmente instalada se compense a quienes inicialmente abrieron el camino para la explosión que ahora se va a producir.
Es curioso que quienes alegaban que las primas pagadas a las energías renovables eran la causa fundamental del aumento del precio de la electricidad no hablasen de la bajada de precios que supone en el pool eléctrico la entrada en funcionamiento de tales energías, aunque tuviera el inconveniente para ellos de no poder controlar su entrada en el sistema, como sí se ha hecho, según parece, en más de una ocasión, con la hidroeléctrica o la eólica.
Que ahora esas mismas empresas instalen gigantescas centrales fotovoltaicas, en un intento de seguir controlando en exclusiva la generación eléctrica, es algo incomprensible con sus anteriores declaraciones. Claro, que ahora alegarán que ha madurado la tecnología y se ha abaratado. Pero, ¿se podría comprar ahora por todo el que quiera un televisor de plasma si antes no hubieran tenido un elevado precio hasta que su desarrollo permitió su fabricación industrial?
Y por último, si las primas a las renovables eran la causa del incremento constante del precio de la electricidad, ¿por qué siguió subiendo cuando redujeron aquellas, arruinando a los pequeños productores, y lograron que desde el 2010 no se instalase un kW más de energía fotovoltaica? Parece lógico pensar que la drástica reducción de las primas a los pequeños productores hubiera supuesto una importante reducción del precio de la luz y, sobre todo, que a partir de ese momento no se hubiera producido incremento alguno en el mismo. Y, sin embargo, la luz siguió subiendo.