La clave de la tecnología desarrollada en el MIT es una célula fotovoltaica basada en moléculas orgánicas, que aprovecha la energía de la luz infrarroja, mientras que la luz visible pasa sin ningún problema a través del film. Colocada en los paneles de cristal de las ventanas, puede producir la energía necesaria (o parte de ella) para la iluminación y el funcionamiento del televisor, ordenador y otros aparatos, incluso la calefacción eléctrica, y con un coste mucho menor.
“Actualmente, entre la mitad y los dos tercios del coste de los sistemas fotovoltaicos tradicionales deriva de la instalación, el resto proviene de los paneles en sí. Con este sistema, podríamos eliminar muchos de estos costes", afirma Vladimir Bulovic, profesor de ingeniería eléctrica del MIT y coautor junto a Richard Lunt del invento. En las ventanas modernas de doble panel, la célula fotovoltaica puede estar situada en uno de los lados de la superficie interior, quedando completamente protegida del exterior. Para completar el sistema sólo harían falta las conexiones de cableado a la ventana y un regulador de voltaje.
De momento, como apunta Bulovic, la investigación está en su fase inicial y los rendimientos obtenidos son bajos, del orden del 1,7%. El objetivo de los investigadores es llegar a un 12%, comparable al de los actuales paneles solares comerciales (ronda el 13%). "Llegar allí será un desafío”, dice Richard Lunt, pero el investigador confía en lograrlo “optimizando la composición y configuración de los materiales utilizados” de manera que la tecnología esté disponible comercialmente dentro de una década.
La investigación de Bulovic y Lunt ha sido publicada en la revista Applied Physics Letters y ha contado con el apoyo del Center for Excitonics, perteneciente al Departamento de Energía de Estados Unidos.
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