Solar Impulse está fabricado de fibra de carbono. Tiene la embargadura de un Airbus, 63,4 metros, y el peso de un automóvil de gama media, 1.600 kilos. Estas características lo convierten, probablemente, en el avión más ligero construido en la historia. Su sistema de propulsión se basa únicamente en la energía solar fotovoltaica.
En su enorme ala, más de 36 metros lineales, monta 10.748 células de silicio monocristalino y sobre el estabilizador horizontal otras 880. Esas 11.628 células fotovoltaicas se encargan de producir la electricidad que alimentan cuatro motores de 10 caballos cada uno (entre los cuatro suman la potencia de un scooter). El rendimiento de las células solares es suficiente no solo para garantizar el vuelo, sino para almacenar electricidad en unas baterías, de tal manera que existe la posibilidad de volar de noche.
Bertrand Piccard, el hombre que dio la vuelta al mundo en globo sin escalas en 1999, ha explicado durante la presentación de Solar Impulse que “el verdadero mensaje del proyecto es demostrar a la gente que si un avión puede dar la vuelta al mundo sin combustible y sin contaminar, cada uno de nosotros puede usar la energía solar en su vida cotidiana, en los coches, en la calefacción, en los aires acondicionados, porque disponemos de la tecnología necesaria”.
Solar Impulse ha sido diseñado por 50 ingenieros y en su construcción se han invertido 70 millones de euros. A partir de ahora se intentará realizar un vuelo de 36 horas. Con los resultados que se obtengan se construirá un segundo avión para dar la vuelta al mundo en cinco etapas. Las escalas previstas se realizarían en Emiratos Árabes, China, Hawai, Florida y España.
Más información:
www.solarimpulse.com