Los principales resultados de este informe preliminar apuntan que los tejados de Madrid, con diversas restricciones y usos:
• Podrían cubrirse hasta 13.444 hectáreas de superficie con paneles fotovoltaicos, de las que 6.722 hectáreas serían energéticamente viables. Esos módulos producirían unos 6.462 GWh/año, para una potencia instalada de 4.503 MWp.
• Equivaldría a reducir las emisiones en 3,17 millones de toneladas de CO2.
• Supondría un beneficio directo para los autoproductores, al lograrse la amortización de las inversiones por debajo de los cinco años.
Esta iniciativa estratégica se sitúa en la línea de otras actuaciones internacionales como Un millón de tejados solares en California, o las existentes en Australia, Japón o Alemania, aportando una contribución decisiva, desde el lado de la demanda, del sector doméstico y del de servicios, históricamente consumidores natos, a los objetivos de la COP-23 y a la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero, disminuyendo drásticamente las ratios de emisiones de Madrid.
Según Fernando Prieto, del OS, “el proyecto de cubrir los tejados de Madrid con placas solares es extensible a otras ciudades, sería una apuesta decidida por la sostenibilidad desde la ciudadanía; una iniciativa que generaría empleo local, evitaría emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo directamente a la lucha contra el cambio climático; aumentaría la seguridad en el suministro al disminuir la dependencia energética; ayudaría a superar la pobreza energética; y produciría unos ahorros directos a todos los ciudadanos”. Se trata, por tanto, de “aprovechar un recurso sin utilizar en el que ganamos todos, y un sinsentido que se siga desaprovechado en el siglo XXI."
Según Raúl Estévez (OS), responsable de los cálculos y estimaciones de la disponibilidad real de superficies activas, “se trata de aplicar herramientas de análisis satelital y software adecuados al tratamiento de datos para alcanzar la estimación de superficies disponibles; instrumentos que pueden extenderse a todas las poblaciones del país”. Para Estévez, “las superficies fotovoltaicas estimadas pueden ser ampliables a las superficies verticales, rascacielos y otras fachadas susceptibles de poder integrar paneles fotovoltaicos”.
El cálculo preliminar todavía debe ser matizado con otras fuentes de información, pero sí dan una dimensión del proyecto y, por ello, se publican desde el OS. En concreto, el cálculo de la superficie disponible se ha realizado a partir del Sistema de Información de Ocupación del Suelo de España (SIOSE), que define 124 categorías de ocupación del suelo, y las imágenes más recientes disponibles del Plan Nacional de Ortofoto Aérea (PNOA), ambos productos generados por el Instituto Geográfico Nacional (IGN), a nivel de detalle de 35 centímetros, superficie que ha sido acotada por bloqueos solares y otros.
Juan Avellaner, un histórico de la fotovoltaica en nuestro país, es consultor en renovables del OS y principal responsable del estudio. “Ya es hora de pasar de la teoría a los hechos, también en las ciudades y con actores dispersos como los ciudadanos, principalmente”. Y añade que “ejercicios como éste que presenta el OS deben ayudar a visualizar el potencial energético y en otros ámbitos que las renovables representan para España, y el sinsentido, entre otros, del impuesto al sol, de forma que se impulsen actuaciones concretas para alcanzar los objetivos 2020 de la UE y madurar la estrategia que deberá acelerarse para alcanzar el 35% de aporte de renovables al mix energético primario (EUC) al 2030”.
Otros resultados del informe
• El despliegue de paneles fotovoltaicos en los tejados de Madrid daría energía para abastecer el consumo eléctrico total de 1,2 millones de personas; o 1,9 millones de personas de su consumo doméstico directo.
• Lo que supondría el 51,4% del consumo de la ciudad de Madrid en 2016.
• El empleo generado durante la instalación se situaría en torno a las 14.000 personas, que pasarían a 9.900 estables para la operación y mantenimiento.
• La inversión movilizada se situaría en unos 5.800 millones de euros.
• En cuanto al ahorro producido a los inversores, éste podría situarse hasta en 100 €/MWh producidos por domicilio, o 350 €/año, adicionales a la amortización de la inversión.
Las hipótesis de partida han sido conservadoras, ya que sólo se han estimado los tejados como superficies susceptibles de cubrirse con placas solares, sin considerar, por ejemplo, las fachadas opacas o semitransparentes, ya existentes, factibles para una integración.
Por último, la presentación del informe será visualizada desde el Grupo Interplataformas de Ciudades Inteligentes (GICI), por el Coordinador Fernando García. GICI se configura como un amplio grupo de coordinación de actividades de innovación en el ámbito urbano desde las Plataformas Tecnológicas, que plasma su visión de las ciudades inteligentes en el Documento de Visión 2030. Como indica en la presentación, “la población es cada día más urbana y estas ciudades son las responsables de la mayor parte del consumo energético, ya por encima del 75% a nivel mundial”.
“La transición energética en la que estamos en Europa, y que se concreta en retos cada vez más ambiciosos de apuesta por la eficiencia energética y por las renovables, tiene, por lo tanto, un factor clave en las ciudades”. Entre las diversas soluciones tecnológicas, la generación fotovoltaica aporta tres importantes ventajas para su aplicación en urbes: “su curva de aprendizaje, que está logrando abaratar los precios a un nivel de competencia con otras tecnologías, su alta capacidad de integración en forma de distintas superficies y el poder situarse cerca de la demanda como importante fuente de generación distribuida”.
Por tanto, un objetivo como el propuesto que alcanzaría el uso aproximadamente del 50% de la superficie útil disponible en tejados para la generación eléctrica representa, además de una oportunidad de contribuir colaborativamente y de forma distribuida al cumplimiento de objetivos energéticos y ambientales desde el entorno ciudad, la creación de un nuevo ecosistema de generación y consumo participativo, y, en suma, la asunción de niveles de responsabilidad sobre el uso de la energía desde los propios ciudadanos.