El precio de la electricidad se ha disparado un 10% en lo que llevamos de 2017, con respecto al año anterior, lo que supone una merma en la renta de los españoles y una considerable pérdida de competitividad para las empresas. Los ciudadanos españoles, por mucho que procuren la eficiencia en el consumo eléctrico, permanecen atrapados por un marco regulatorio que ha consolidado un sistema de formación de precios inadecuados, un mix de tecnologías generadoras inadecuado y unos costes del sistema eléctrico inexplicables.
A estos males habrá que añadir el grave impacto económico de las multimillonarias indemnizaciones -que también engrosarán la factura de la luz- que producirán los laudos arbitrales que España va a perder por causa, también, de la reforma auspiciada por los hermanos Álvaro y Alberto Nadal que, lejos de controlar el precio de la luz, lo está elevando con un alza superior al 5% en el primer año de su entrada plena en vigor (2015) y un incremento previsto del 21% en este ejercicio, con respecto al año en el que fue diseñada (2013).
Las previsiones para los próximos meses no son muy esperanzadoras. Según el Mercado OMIP (Operador de Mercado Ibérico de Energía), el precio al que se pagará la energía en nuestro país en el mes de noviembre se sitúa ya por encima de los 55,67 EUR/MWh, tal y como marca este mercado de futuros, lo que podría ser tan sólo la antesala de un inicio de 2018 con precios todavía más elevados si no entran en el sistema una proporción importante de potencia renovable procedente de lluvia, viento o sol.
Políticas energéticas sostenibles
En los últimos años, todos los países europeos de referencia se han afanado en diseñar políticas energéticas sostenibles y responsables, siendo Alemania uno de los referentes en la materia, donde, con un 30% menos de irradiación solar que España, se ha impulsado la generación fotovoltaica, que acumula, aproximadamente, 34.850 MWn instalados, frente a los 4.674 MWn con los que contamos en nuestro país.
En España, la actuación ha consistido en mantener el modelo fósil de generación y el sistema de formación de precios en el mercado mayorista y en destruir la producción social fotovoltaica, dinamitando con ello la seguridad jurídica y el prestigio de España como lugar seguro para las inversiones, con el resultado antes descrito: precios altos de la energía y tres decenas de laudos pendientes de resolución en el Banco Mundial, que podrían llegar a cargar hasta 7.000 millones de Euros adicionales a la factura de la luz. Las únicas favorecidas han sido las grandes empresas del sector, que no han sufrido en sus cuentas de resultados ninguna consecuencia de la grave depresión económica de los últimos años.
Si en España tuviéramos instalada la misma potencia fotovoltaica que en Alemania, los 35 GW rendirían en nuestro territorio una producción fotovoltaica del entorno de 55.000GWh, que supondría un abaratamiento del precio pool de nuestra energía del 36%. Y la energía en España sería más cara en los próximos años si no fuera para la entrada de la generación renovable en nuestro sistema. Según datos de la simulación realizada por la consultora especializada en energía Haz Energía, la factura de la luz, tras el esfuerzo inicial de los primeros años, se abarataría progresivamente hasta suponer un ahorro de 40 € en 2040.
Peajes y déficit de tarifa
De todos los costes que soportan el sistema a través de los llamados peajes, que suponen el 50% de la factura, son las renovables el único de ellos con verdadera justificación social, económica y medioambiental. El resto de costes se corresponden con decisiones reguladas que encarecen la factura y benefician a las empresas tradicionales.
Según datos de la Comisión Nacional de Mercados y Competencia (CNMC), estos costes y cuantías para el sistema soportado en los peajes en los últimos diez años han supuesto un montante total de más de 103.000 Millones de euros, que se desglosa de la siguiente manera:
· Transporte y distribución: 65. 000 MM€
· Costes extrapeninsulares: 12.000 MM€
· Intereses del Déficit de tarifa: 22.000 MM€
· Interrumpibilidad: 3.000 MM€
· Otros: 1.400 MM€
El otro 50% de la composición del precio de la luz viene dado por la sorprendente configuración que el Gobierno autoriza para determinar el precio diario del MWh, que consiste en retribuir a todas las tecnologías que entran para el suministro de energía de cada día, tomando como referencia el precio de generación de la tecnología de generación más cara que vaya a ser utilizada para satisfacer la demanda prevista; por poca que haya sido precisa utilizar, es la que establece el precio para el resto de MWh.
Este sistema ha engrosado el llamado déficit de tarifa, tal y como se señala desde hace años desde la propia Unión Europea, y pone de manifiesto el Informe realizado por Jorge Fabra, el que fuera Presidente de Red Eléctrica Española y Consejero de la Comisión Nacional de la Energía, donde se explica que con este sistema “los precios percibidos por las centrales nucleares se sitúan entre un 180 y un 227% por encima de sus costes remanentes. En el caso de las centrales hidroeléctricas los precios percibidos se sitúan por encima de sus costes remanentes entre un 480 y un 600 %”.
Los artífices últimos de este catastrófico escenario, los hermanos Nadal y el Presidente Rajoy, habrán de buscar explicaciones para eludir sus responsabilidades y, como ya es costumbre en ellos, señalarán al cielo, por la falta de lluvias, y a las energías renovables, a las que atribuyen todos los males del sistema para, posteriormente, como si nada tuviera que ver con lo anterior, declararse partidarios de estas tecnologías y reconocer sus bondades a la hora de minorar el precio de la energía en España, puesto que agua, viento y sol, son los agentes que, realmente, están aliviando la factura eléctrica de los españoles.