Según publica The Times, los laboristas dieron instrucciones a sus diputados para que votaran en contra de una enmienda de los Lores que habría modificado una ley que impide proporcionar ayuda financiera a Great British Energy, organismo de inversión en energías renovables propiedad del gobierno británico, si hubiera pruebas creíbles de esclavitud en las cadenas de suministro de este organismo.
La votación se produjo después de que diferentes ONGs informaran de que el 97% de los paneles solares que se venden en Reino Unido incluyen materiales procedentes de Xinjiang.
Tras la votación, fuentes gubernamentales declararon a The Times que el gobierno se ha comprometido “a garantizar que Great British Energy (..) desarrolle cadenas de suministro resistentes y de producción propia, libres de trabajo forzoso”. “Presentaremos propuestas al respecto en breve”, añadieron.
En palabras de John Flesher, director adjunto del grupo Conservative Environment Network, esta es una “medida largamente esperada” que “acoge con satisfacción,” pero dice que “el Gobierno debe actuar ahora para garantizar que este giro de 180 grados no perjudique nuestros objetivos medioambientales y a la industria solar”.
En su opinión, el Gobierno “debe hacer mucho más para apoyar a las cadenas de suministro británicas y aliadas para satisfacer la demanda”. “Si el Gobierno no actúa con audacia, no sólo perjudicaremos los esfuerzos de descarbonizaciín, sino que perderemos una enorme oportunidad de crecimiento económico”.
Fuentes gubernamentales consideran, sin embargo, que este temor es infundado: “Hay una abundancia absoluta de paneles solares, y es más que posible abastecer nuestra necesidad global de paneles solares de una manera que respete los derechos humanos”, afirman.
En delaraciones a la presa británica, las mismas fuentes añadieron que China está “empezando a entender lo importante y serio que es esto»” para los países que les compran materiales.