Las batallas legales por la propiedad de la industria fotovoltaica en la industria europea no es un fenómeno nuevo. De hecho, otros sectores más maduros que el propio fotovoltaico han sufrido también sus particulares guerras de patentes con casos bastante mediáticos y que, incluso, aún están en vías de resolverse, como es el caso del popular medicamento Lipitor. Las farmacéuticas Teva y Pfizer siguen en plena disputa para alzarse con el puesto número uno. Por otra parte, la industria de los semiconductores también ha sido testigo de importantes batallas en materia de patentes, como la querella entre Qualcomm y Apple. ¿El resultado? Acuerdos de licencia que marcan la pauta en los lanzamientos de las tecnologías más vanguardistas
Parece evidente que el fotovoltaico europeo está siguiendo esta senda. Son estos litigios por las patentes los que van abriendo el mercado a la vez que establecen nuevos estándares y requerimientos a largo plazo. Intensificar las inversiones en nuevos desarrollos tecnológicos que les diferencien claramente de la competencia es un must entre los gigantes fotovoltaicos y cuya propiedad intelectual deben proteger. Este es el germen de la guerra de patentes actual de la industria como sucedió en otros campos. De hecho, podemos decir que las batallas por las patentes se están convirtiendo en una pata integral de la estrategia empresarial.
Un sector en plena dinámica de innovación
La batalla legal por las patentes refleja la importancia estratégica de la propiedad intelectual en la industria fotovoltaica y hasta dónde son capaces de llegar las multinacionales para proteger sus tecnologías en busca del liderazgo tecnológico que les consolide como número 1 en el ranking. Los casos más sonados en la industria fotovoltaica en el último año han sido protagonizados, entre otros por Maxeon Solar Technologies contra Canadian Solar, quien, en marzo de este año, demandó a este último por infracción de patente. Empezaban las tensiones para proteger su liderazgo tecnológico. En mayo fue Trina Solar quien no solo interpuso una demanda contra Jiangsu Runyang y Jiangsu Zhongqing alegando infracción de patentes, sino que aplicó normas aduaneras para confiscar mercancías sospechosas de violar sus derechos de propiedad intelectual. En julio le tocó el turno a JA Solar que demandó a Chint New Energy por violación de patente de diseño de las células solares, una prueba más de que en estas batallas legales lo que está en juego es la superioridad tecnológica.
Nuestra conclusión es que los litigios por las patentes están jugando un doble papel en aquellas economías impulsadas por la innovación. Son vitales para proteger la propiedad intelectual y por supuesto, a las compañías, para que puedan salvaguardar y explotar comercialmente sus hallazgos. No obstante, debemos ser realistas. También se utilizan o se han utilizado estratégicamente para asfixiar a la competencia creando barreras para tecnologías emergentes, bloqueando la innovación y en última instancia frenando el desarrollo intrínseco de toda la industria. No podemos olvidar tampoco los costes tan elevados que suponen los pleitos a los que se une el precio de la incertidumbre, que no hace sino restar tiempo y esfuerzo que se debería dedicar a tareas de I+D+i.
Si se consigue encontrar un equilibrio estas guerras de patentes no harán sino ayudar a establecer estándares industriales e impulsar la madurez del mercado. El aumento del número de litigios en este sentido se puede ver como un indicador de la sofisticación del sector y del valor que da a la innovación. A pesar de sus polémicas, las guerras de patentes reflejan el progreso tecnológico que vive la energía fotovoltaica cuyo último fin es contribuir a la sostenibilidad global de la industria. El mismo que el nuestro.