Un año más nos hemos recorrido toda España, de norte a sur, de este a oeste. Un enriquecedor recorrido por territorios con muy diferentes paisajes y con gentes diversas; pero unidas por un mismo afán: que la socialización de la energía sea una realidad y no solo una bonita fábula contada una y otra vez y cuya moraleja termina por ser “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Más allá de las palabras, la realidad se impone: las 65.000 familias productoras pioneras que iniciaron la transición ecológica y la socialización de la energía en este país, han sufrido y sufren un calvario en forma de recortes retroactivos salvajes como “premio” a la inversión ética que les solicitó el Estado español, mientras que a los que ahora pudieran plantearse participar del sistema eléctrico se les facilita únicamente el acceso a los autoconsumos y las comunidades energéticas, si logran superar los obstáculos normativos que acechan cada iniciativa de generación eléctrica.
En los 27 actos que hemos celebrado en nuestro Camino del Sol 2022 los pioneros fotovoltaicos no hemos constatado otra cosa que desilusión y desesperanza, porque no se le compensa ni una pequeña parte del quebranto retroactivo injusto, a pesar de que es una promesa de este Gobierno; unas compensaciones que los fondos de inversión sí logran laudo tras laudo, en los que el CIADI (Banco Mundial) impone al Estado español la obligación de compensarles el daño sufrido a estos inversores foráneos.
Por otra parte, las nuevas iniciativas se estrellan con el muro administrativo y técnico, que han “sabido” hacer tortuoso lo que habría de resultar sencillo en lo técnico y deseable en lo político. Un marco caprichoso, unos trámites inacabables y, para proyectos no residenciales, la supuesta imposibilidad de facilitar el acceso y la conexión. Si se trata de proyectos para venta a red, la situación se convierte en una misión casi imposible, a lo anteriormente expuesto se añade la obligación de realizar proyectos y trámites que en poco diferencian un pequeño proyecto de una mega instalación.
Desalentador escenario, que contrasta con las folclóricas palabras que a través de las comunidades energéticas pretenden hacernos creer que esta transición es social cuando la evacuación de nuestras redes está en manos de unos pocos y a medio plazo se nos antojan testimoniales, ojalá estemos equivocados; pero la dinámica extractiva de los monopolios nos hace ser en muy poco optimistas en Anpier.
Tenemos un territorio adecuado, sol abundante con temperaturas frescas en muchas latitudes y evacuación: el triángulo mágico que sitúa a España en una posición de ventaja para la transición energética. Estamos ante un patrimonio que habría de ser de todos los españoles, que debería de ser bien administrado desde su inicio, porque si el esquema inicial es inadecuado, el desarrollo no aportará beneficios a quienes habitan las comarcas de España, que debería ser el fin a perseguir.
En nuestra V edición del Camino del Sol, que concluyó el 30 de noviembre en Madrid, constatamos todo los expuesto. Nuestra organización se ha dedicado a promocionar las bondades que puede aportar la tecnología fotovoltaica y a recordar la labor de nuestro colectivo de 65.000 familias españolas productoras de energía solar fotovoltaica, que aún están a la espera de avances en el compromiso expreso acordado y firmado en el Programa de Gobierno PSOE-UP en su apartado 3.5, que establecía la voluntad decidida de reparar estos perjuicios.
Sin el esfuerzo inversor que se hizo hace una década para madurar esta tecnología en España y en otros países de Europa, estaríamos indefensos frente al cambio climático y cautivos de la generación fósil, contaminante y cara, en unos países con una alarmante dependencia energética del exterior. Las 65.000 familias fotovoltaicas españolas han transformado lo que era un horizonte desolador en un presente energético de ilusión y esperanza, que alumbra un escenario sostenible y competitivo. No nos olvidemos de ellas, no las dejemos atrás.
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