Europa Clipper, la nave espacial interplanetaria más grande construida por la Agencia Espacial de EEUU, ha sido equipada con un conjunto de enormes paneles solares, cada uno de los cuales mide unos 14,2 metros de largo y unos 4,1 metros de alto, haciendo de ellos los más grandes que la NASA haya desarrollado jamás para una misión planetaria.
“Tienen que ser grandes para que puedan absorber la mayor cantidad posible de luz solar durante las labores de investigación que se van a hacer en la luna Europa, que está cinco veces más lejos del Sol que la Tierra”, explican desde la Nasa. Allí solo llega entre el 3% y el 4% de la luz solar que recibe la Tierra.
Los paneles han sido plegados y asegurados contra el cuerpo principal de la nave espacial para el lanzamiento, pero cuando se desplieguen en el espacio, Europa Clipper tendrá una longitud de más de 30 metros, un poco más que una cancha de baloncesto profesional. Las "alas", como las llaman los ingenieros, son tan grandes que sólo se pueden abrir de a una en la sala limpia de la Instalación de Servicio de Carga Peligrosa de Kennedy, donde los equipos están preparando la nave espacial para su período de lanzamiento, que comienza el 10 de octubre.
En busca del sustento de la vida
Hasta que llegue ese momento, los ingenieros siguen evaluando las pruebas realizadas sobre la resistencia a la radiación de los transistores de la nave espacial. La longevidad es clave, porque la nave viajará más de cinco años para llegar al sistema de Júpiter en 2030. Mientras orbita el gigante gaseoso, la sonda sobrevolará Europa varias veces, utilizando un conjunto de instrumentos científicos para averiguar si el océano debajo de su capa de hielo tiene condiciones que podrían sustentar la vida.
Para alimentar esos sobrevuelos en una región del sistema solar que, como ese ha dicho, recibe sólo entre el 3% y el 4% de la luz solar que llega a la Tierra, cada conjunto solar está compuesto por cinco paneles. Diseñados y construidos en el Laboratorio de Física Aplicada de Johns Hopkins (APL) en Laurel, Maryland, y Airbus en Leiden (Países Bajos), son mucho más sensibles que los paneles solares que se utilizan en la Tierra, y la nave espacial aprovechará al máximo la energía que generan.
En Júpiter, proporcionarán, aproximadamente, 700 vatios de electricidad en conjunto, equivalente a la que necesita un pequeño horno microondas o una cafetera para funcionar. En la nave espacial, se almacenarán la energía en baterías para que puedan operar todos los componentes electrónicos, una carga completa de instrumentos científicos, equipos de comunicaciones, la computadora y un sistema de propulsión que incluye 24 motores.
Frio extremo
Los paneles están preparados para soportar un frío extremo, ya que la temperatura caerá por debajo de los 240 grados Celsius cuando la nave esté a la sombra de Júpiter. Para garantizar que puedan operar en esas condiciones, los ingenieros los han probado en una cámara criogénica especializada en el Centro Espacial de Lieja (Bélgica).
"La nave espacial es acogedora. Tiene calentadores y un circuito térmico activo, que la mantienen en un rango de temperatura mucho más normal", ha explicado Taejoo Lee, de APL (Apllied Physics Laboratory), gerente de entrega de productos solares. "Pero los paneles solares están expuestos al vacío del espacio sin ningún calentador. Son completamente pasivos, por lo que, sea cual sea el entorno, esas son las temperaturas que alcanzan".