Ninguna fuente de electricidad... nunca. La FV ha revolucionado el sistema eléctrico nacional como ninguna otra tecnología lo había hecho hasta ahora. En solo cinco años –el quinquenio del Sol– la fotovoltaica ha sido capaz de sumar en territorio nacional más de 27.000 megavatios (MW). Ni la eólica, que era hasta ahora la tecnología con más megas instalados (30.718, según Red Eléctrica), ni los ciclos combinados (centrales térmicas que queman gas natural para generar electricidad) crecieron tanto en tan poco tiempo. Y eso que estos últimos, por ejemplo, también vivieron períodos de expansión formidable. A finales del siglo pasado y muy principios de este, PSOE y PP convirtieron el gas natural (los Ciclos Combinados) en la gran apuesta energética de país y elevaron el parque gaseoso de generación hasta los 20.000 megas en poco más de cinco años. Pero ni en ese caso. Porque el mejor lustro del gas (2003/2007) se queda lejos de los guarismos FV de este quinquenio que acabamos de cerrar (2019/2023).
El resultado es este: las grandes compañías energéticas pusieron en marcha entre 2003 y 2007 nada más y nada menos que dieciocho gigavatios de potencia CC (centrales de ciclo combinado), pero es que ellas y otros actores han instalado, entre 2019 y este 2023 que acaba de concluir, hasta 27 gigas fotovoltaicos. 27 gigavatios muy distintos a aquellos otros, habida cuenta de la naturaleza de cada fuente: fósil versus renovable. Porque, mientras la quema de gas para obtener electricidad (o calefacción) produce gases de efecto invernadero, el uso del Sol... no.
La patronal del sector, la Unión Española Fotovoltaica, UNEF, ahonda sobre el particular en su último Informe Anual, que ha publicado este pasado mes de septiembre. “Siguiendo los estándares internacionales, el impacto ambiental de cualquier actividad económica ha de medirse a través del cálculo de su huella a lo largo de su cadena global de la producción. En este sentido –explica UNEF en ese informe–, la huella ambiental del sector fotovoltaico ascendió, incluyendo huella directa, indirecta e inducida, a 2,12 millones de toneladas de CO2 en 2020 y 2,84 MtCO2 en 2021”.
Estos datos –continúa UNEF– no son elevados si los comparamos con las emisiones que se evitan al poder prescindir de fuentes no renovables en el mix eléctrico nacional. “Si, por ejemplo –explica la asociación–, los gigavatios hora fotovoltaicos se produjeran a través de la combustión de gas en centrales de ciclo combinado, las emisiones del mix eléctrico se hubieran incrementado como mínimo en 5,5 MtCO2 en 2020 y 7,6 MtCO2 en 2021 por emisiones directas” (Informe Anual UNEF 2022, página 49).
Pero si en materia de salud y medio ambiente sale perdiendo el gas, en otro terreno de juego –el económico– tampoco sale bien parado. España ha importado gas por valor de 12.962 millones de euros en los once primeros meses de este año (último dato publicado por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo). Casi trece mil millones de euros que han ido a parar a países como Rusia, Argelia o Nigeria, que son tres de nuestros cuatro principales suministradores de gas.
Por contra, el sector FV nacional exporta más que importa. Los autores del Informe Anual UNEF –un equipo de economistas de la Universidad de Castilla La Mancha– han hecho las cuentas y estas han arrojado un dato llamativo: el valor de las exportaciones es mucho mayor que el valor de lo importado. Ya lo era en 2021, pero es que las exportaciones han aumentado en el 22 (el año que revisa el informe). “Los datos de 2022 –explican– confirman la tendencia” (el incremento ha sido de 1.933 millones de euros).
Eso sí, el mercado solar fotovoltaico nacional está registrando una actividad tan frenética que, “aunque la balanza sigue siendo positiva en términos de exportaciones –advierte UNEF–, las importaciones se han incrementado en un 97% con respecto a 2021”. Sea como fuere, el sector ha exportado por valor de más de 4.200 millones de euros y ha importado por valor de menos de 3.000.