Así se desprende del estudio científico 'Riesgos del riego de aguas subterráneas con energía solar', un trabajo publicado en la revista 'Science' que explica esta técnica “se está expandiendo exponencialmente en los países de ingresos bajos y medianos”, algo que según los investigadores “genera oportunidades y riesgos” a partes iguales.
El costo cada vez menor de las tecnologías solares y los crecientes compromisos gubernamentales con la energía limpia están impulsando un auge en el uso de irrigación de aguas subterráneas con energía solar en los países menos favorecidos. De hecho los científicos aseguran que en el sur de Asia ya se han instalado “más de 500.000 pequeñas bombas solares” para pinchar acuíferos, mientras que en el África subsahariana, este tipo de dispositivos “están ganando terreno para ampliar la producción de alimentos y aliviar la pobreza”, detalla el informe.
El autor principal del trabajo, Soumya Balasubramanya, sostiene que “la reducción de emisiones de CO2 derivadas del uso de energía solar para bombear agua subterránea puede no cumplir con las expectativas". Unas expectativas sostenidas en la esperanza de que, dada su rápida expansión, “está surgiendo un gran interés en incorporar las reducciones de emisiones derivadas del uso de bombas solares en los programas de créditos de carbono”, explica el científico.
Y aún hay más, porque “estas técnicas podrían conducir a una mayor extracción de aguas subterráneas”. Una amenaza grave para el suministro de agua a la población, pero también una condena de muerte para ecosistemas tan valiosos como los humedales, auténticos reservorios de vida que ofrecen multitud de servicios ecosistémicos.
Por ello, los investigadores sugieren que “las autoridades evolucionen desde una contabilidad aislada del uso de la tierra, el agua y la energía, hacia marcos de evaluación integrados que permitan gestionar los riesgos para el recurso hídrico y evitar bloqueos.
Soumya Balasubramanya, autor principal del estudio: “Se necesita una comprensión interdisciplinaria de los cambios en el agua, la energía y el uso de la tierra para desarrollar un marco de políticas capaz de gestionar los riesgos y oportunidades potenciales del riego solar”.
De esta forma, al evaluar los costos y beneficios sociales del bombeo de agua subterránea con energía solar, “se podrían analizar los casos en los que el bombeo de agua subterránea expande la producción de alimentos y alivia la pobreza”, pero tiene consecuencias negativas al mismo tiempo, “como el agotamiento de las aguas subterráneas y unas emisiones de carbono que no disminuyen tan rápido como nos gustaría”.
Aunque la sustitución total de las bombas eléctricas o diésel por bombas solares “reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero”, esto no está garantizado, ya que “el cambio en el uso de la tierra agrícola podría afectar el uso neto de energía de diferentes maneras”.
Además, incluso si el riego con energía solar conduce a emisiones netas cero, “una mayor adopción podría disparar el uso de agua subterránea en los países de ingresos bajos y medianos y exacerbar el agotamiento del agua subterránea, lo que pondría en riesgo la viabilidad de muchos acuíferos que ya corren el riesgo de secarse.