Y lo que vimos fue un vídeo de una pequeña aldea en Bolivia en el que se veía cómo un sencillo panel fotovoltaico cambiaba la vida a las personas, proporcionando luz, comunicaciones, educación, agua, etc. Era parte de un proyecto ejecutado por Isofoton con fondos del Banco Mundial. Aquello me impactó y no paré hasta unirme a esa empresa.
José Luis, a finales de los 70, todavía en la universidad, montó con su amigo y compañero Emiliano Perezagua una pequeña empresa de solar térmica, Tecnisolar, que años después fue comprada por Alcatel, que a su vez había comprado la start up Isofoton, fundada por Antonio Luque en 1981, y a la que siempre costó despegar. De ahí que fuera absorbida mayoritariamente por la Junta de Andalucía, durante unos años, y presidida por el también reciente y lamentablemente fallecido Valeriano Ruiz, ilustre catedrático de Termodinámica en Sevilla. De ahí el largo y dilatado vínculo entre la Junta de Andalucía e Isofoton a lo largo de los años.
En 1997, con José Luis ya a cargo de la Dirección General, el grupo Bergé compra Isofoton por la visión de Rafael Sainz (y de Juan Gorbeña) y el empuje y los planes de futuro de José Luis Manzano.
Por cierto, en el mismo 1997 José Luis participa con Juan Fernández y en representación de Isofoton, en la histórica creación de ASIF, la primera y posiblemente mejor asociación del sector fotovoltaico, junto a BP y Atersa. En la imagen de la derecha se puede ver el manuscrito de Javier Anta donde se da cuenta del nacimiento de ASIF en un hotel de Toledo.
En 2001, ya incorporado a Isofoton, fui testigo y actor directo del enorme crecimiento de la empresa, desde la ampliación de la vieja fábrica en el polígono de Santa Teresa al PTA de Málaga.
Manzano unía a su tremendo empuje, capacidad de trabajo y excelente visión de negocio otras dos habilidades: crear y rodearse de buenos equipos gestores y una gran capacidad de convencimiento frente a sus jefes y a las instituciones.
Efectivamente, la Junta de Andalucía siguió apoyando financieramente a Isofoton en su crecimiento, como a todas las grandes empresas de la comunidad andaluza. Y llegamos a ser más de 1.000 empleados en todo el mundo.
Isofoton fue un referente mundial del sector por su nítida estrategia inversora en las áreas de I+D+i y Comercio Exterior, logrando expandir su actividad por todo el mundo y ser una de las muy pocas empresas que, en la tecnología del silicio, fabricaba desde la oblea hasta el módulo, con tecnología propia.
Este liderazgo de José Luis, puesto al servicio de su empresa, nos llevó a estar en cabeza de la tecnología de alta concentración, llegando a invertir en la compra de un reactor epitaxial para fabricar ¡en Málaga! células de arseniuro de galio; las que se usan en el espacio. Manzano era un hombre muy trabajador, muy ordenado y muy peleón, como cuando jugaba al fútbol, o al paddle. No le gustaba perder. Pero sabía ganar.
En 2006 celebramos los 25 años de Isofoton y se inauguró la nueva fábrica, ya con Álvaro Ybarra de presidente ejecutivo (Manzano nunca llegó a ser el máximo responsable de la empresa).
En 2008, con la empresa ya situada en su mayor escala y viviendo su tiempo más dulce, José Luis Manzano pacta su salida y deja Isofoton. Lo que en ese momento nadie sabía, (bueno, la verdad es que yo lo había anunciado), es que todos los fabricantes de módulos de España y de Europa iban a ser víctimas del famoso Real Decreto 661 y de la llegada a nuestro híper-dopado mercado de los “demasiado” competitivos productos chinos. Todos los fabricantes europeos de células y paneles acaban quebrando entre 2009 y 2013.
A partir de 2009 José Luis se tuvo que enfrentar a las poco convincentes demandas de las que fue objeto, y de las que, finalmente, salió exculpado como no podía ser de otra forma, y que le causaron, sin duda, un daño irreparable e injusto.
No sé si se había recuperado de esto, porque llevaba bastantes años sin verle desde que nuestros caminos profesionales se separaron, pero he continuado leyendo algunos extraños y agresivos artículos en los que se entremezclan temas de Isofoton que no tienen nada que ver ni en el espacio ni en el tiempo, con la única intención de hacer daño a otros (partidos políticos, gobiernos) situándole a él en medio. Y eso debió doler, y mucho.
Le volví a ver cuando supe de sus problemas de salud, el pasado 28 de enero. No pudimos hablar tanto como me habría gustado, pero me encontré con la persona que siempre fue: luchador, trabajador y mirando adelante con fuerza y determinación. A pesar de la feroz quimioterapia.
Lástima que el maldito virus se lo haya llevado recién cumplidos los 65 años y aún con muchas cosas por hacer.
Descanse en paz.
