Kenia es uno de los 16 países en los que Energía Sin Fronteras ha proyectado campos solares fotovoltaicos como solución energética para una población a la que no llega la red eléctrica de distribución. Y lo ha hecho en un lugar especialmente significativo, la ecoaldea de Nyumbani. Allí viven 1.000 niños y sus abuelas. Todos son huérfanos, sus padres murieron de SIDA. La organización de la aldea es sencilla, un poblado de 100 viviendas, una para cada familia, que está formada por 10 niños y una abuela que se responsabiliza de los menores.
Hasta que llegó la tecnología solar fotovoltaica, la ecoaldea dependía energéticamente de grupos electrógenos para el bombeo del agua y la maquinaria de los talleres que suponían un gasto anual de 30.000 euros en combustible. Esa situación cambió con la puesta en funcionamiento de un campo solar fotovoltaico de 53 kW. Las placas solares son el corazón de una microrred que suministra electricidad a las viviendas, la escuela, los talleres de oficios y el dispensario médico; y, además, bombea el agua que necesita los habitantes de Nyumbani.
El número total de beneficiarios directos es de 4.152 personas. Los huérfanos, sus abuelas y los trabajadores de Nyumbani son 1.193 almas. A ellas hay que sumar las 1.752 mujeres y los 1.207 hombres que recibieron asistencia sanitaria en la ecoaldea, según el cómputo realizado en 2012.
Nyumbani es un ejemplo de las actuaciones realizadas por Energía Sin Fronteras en 16 países a través de 47 proyectos, a los que habrá que añadir otros 8 que están en proceso de ejecución. La Fundación ESF, además, está trabajando con los gobiernos de las naciones en la que actúa para elaborar legislaciones que favorezcan la implantación de energías renovables. En el mundo hay 1.300 millones de personas que viven sin electricidad y 1.200 millones que no tienen acceso a agua potable.