“Este libro está escrito desde el tajo, la trinchera, la calle y el contacto que nuestros ingenieros viven cada día con numerosos profesionales”. La frase es de Isabel Reija, la consejera delegada de Feníe Energía, y, evidentemente, rebosa entusiasmo, fuerza y fe, la de una mujer que habla “de un tejido empresarial –el de las ingenierías y los instaladores– ilusionado, preparado y con experiencia contrastada a nivel internacional”.
«Un año de Sol» es un documento que recoge “la intensa experiencia de un año de trabajo y de más de 100 estudios de autoconsumo”, un documento que se plantea dos objetivos clave: (1) presentar el autoconsumo como lo que es, una solución de ahorro con la que la ciudadanía debe familiarizarse desde ya… y (2) señalar “las barreras con las que nos hemos encontrado al realizar instalaciones de autoconsumo y proponer soluciones para eliminarlas”.
“La Federación Nacional de Empresarios de Instalaciones Eléctricas y Telecomunicaciones de España tiene que liderar, junto a todas las asociaciones miembro de la misma, este gran cambio energético que se va a producir en nuestro país”. La frase –también inscrita en el prólogo de «Un año de Sol»– es ahora de Jaime Fornés, el presidente de una formidable federación, la susodicha, que agrupa a más de medio centenar de asociaciones provinciales: más de 15.000 empresas de instalaciones eléctricas y de telecomunicaciones que ocupan a unos 90.000 trabajadores y cuyo volumen anual de negocios supera los 7.500 millones de euros. “Autoconsumo por y para todos. Creo que esta frase –dice Fornés en ese prólogo– define claramente el nuevo modelo energético que debemos tener todos en mente”.
Feníe Energía ha publicado en fin un documento que recoge todo un año de trabajo, un documento que es el fruto de “un permanente ejercicio de transmisión de vivencias” por parte de los ingenieros e instaladores que han colaborado en esta empresa, dice Reija. Un documento vivencial, por supuesto un documento técnico –nacido desde la trinchera, la calle y el cable–, pero también un documento que apela a la filosofía, a los valores: “más allá de la perspectiva del consumidor y del sistema eléctrico, desde Feníe Energía creemos que hay una tercera perspectiva mucho más importante: la socioeconómica”, una perspectiva –explica el libro– que debe hacer referencia al impacto del autoconsumo en toda la sociedad.
Un año de Sol
La obra de Feníe Energía abre sus páginas pues por un prólogo entusiasta que perfila el horizonte, un prólogo al que siguen una parte primera que describe el contexto en tiempo presente, explica qué es y cómo el autoconsumo, señala las barreras a las que se enfrenta, presenta casos de éxito y, por fin, llega a las conclusiones. Así es «Un año de Sol», una obra que cuenta una historia cuyo primer gran hito es la reforma del verano de 2013. El Gobierno de Mariano Rajoy aprueba ese año una orden de peajes “que impacta tremendamente –explica el libro– en la viabilidad de los proyectos de autoconsumo”.
Según Feníe Energía, esa orden recorta la rentabilidad de estas instalaciones en hasta un 30%. ¿Cómo? Pues la orden establece dos medidas: (1) pasa la recaudación del Estado (lo que este recauda para mantener el sistema eléctrico) del término variable (consumo) al término fijo (potencia contratada); y (2) revisa al alza (muy al alza) el importe de esta última parte, la parte fija.
“Por simplificar –se explica en el libro–, la tarifa eléctrica en estos momentos se parece mucho a una tarifa plana: da igual lo que consumas, pues vas a pagar prácticamente lo mismo. Ello desincentiva el ahorro de energía y por tanto el autoconsumo, o cualquier tecnología que favorezca la eficiencia energética”.
Las consecuencias del cambio son varias, según Feníe Energía
–Aumenta la pobreza energética: aunque una familia se apriete el cinturón y no gaste casi energía seguirá pagando un alto coste fijo por el simple hecho de acceder a un servicio de primera necesidad como es la energía.
–Dificulta la viabilidad de cualquier medida de ahorro energético (cambio a iluminación led, climatización más eficiente, etcétera).
–Es el principal freno del autoconsumo: su impacto dobla el del llamado “impuesto al Sol”.
–Impide el desarrollo de la infraestructura de recarga del vehículo eléctrico por los altos costes de operación de los puntos de recarga. Aunque no recargue ningún coche, en un punto de recarga rápido se tendrán que pagar 4.000 euros de costes fijos al año.
–Aumenta el gasto en subvenciones: muchas medidas de ahorro que están subvencionadas por diferentes administraciones serían rentables si volviéramos a la tarifa de 2012 (la de antes de la reforma) y no haría falta subvencionarlas (o se podría hacer en menor medida).
–Perjudica la liberalización del mercado eléctrico (o atenta contra la competencia): si más de la mitad de la factura es un precio fijo, el consumidor no tiene incentivos para cambiar de compañía.
–Nos aleja de modelos energéticos internacionales mucho más competitivos que el español. En ellos, el porcentaje de precio variable es mucho mayor que el fijo, incentivando a la industria a innovar y mejorar sus procesos y haciéndolas más competitivas en el mercado internacional.
Los impuestos al Sol
Los cargos por autoconsumo son “impuestos” que se cobran a un consumidor por producir electricidad en su propia casa, almacenarla allí (si tiene baterías) y consumirla in situ (instantáneamente o en diferido), o sea, “impuestos” que gravan kilovatios hora que produje yo con mis placas solares en el tejado de mi casa, recorrieron el cableado de mi hogar y consumí en el microondas de mi cocina o en la mesita de noche de mi dormitorio. En fin, kilovatios hora que nunca llegaron a la red (a estos cargos se les llama “impuestos al Sol”).
El motivo que esgrime el Gobierno para mantenerlos es el siguiente: si tú generas con los paneles solares que has instalado en el tejado de tu casa por ejemplo el 30% de la electricidad que consumes, dejarás de comprar en el mercado ese 30%; o sea, que te ahorrarás un 30% de los kilovatios que antes consumías; eso sí, te ahorrarás también los peajes que llevan asociados esos kilovatios –para financiar el mantenimiento de las redes, por ejemplo–, lo cual afecta a la sostenibilidad del sistema.
Pero el argumento del ministro flaquea
Un simple ejemplo puede ponerlo de manifiesto: si adquieres un frigorífico que consume menos energía que el que tenías (esa es otra solución de ahorro), estás dejando de consumir unos cuantos kilovatios, kilovatios que también llevan asociados ciertos costes que el regulador ha colocado ahí para mantener las redes, por ejemplo. La pregunta es: ¿le ponemos un impuesto a esos no–kilovatios –llamémosle impuesto al frío, por ejemplo– para mantener el sistema?
Más absurdo aún es el cargo que el Real Decreto de Autoconsumo (RD 900) ha ideado para las baterías de las instalaciones de autoconsumo. Feníe Energía explica en su libro que “instalar miles de baterías en viviendas permitiría dar más estabilidad al sistema eléctrico, de manera que se pudieran eliminar los picos de consumo y aprovechar mejor la actual infraestructura eléctrica española”.
Es decir, que el ahorro privado que se derivaría de una acción particular –monto una instalación de autoconsumo con baterías en mi casa con cargo a mi propio bolsillo– estaría beneficiando a la estabilidad del sistema todo. Feníe Energía lo deja claro: “el freno que supone al desarrollo de esta tecnología un impuesto de este estilo es inaceptable y no hay ningún país que haga algo similar”.
Los instaladores proponen dos cambios en lo que se refiere al impuesto o impuestos al Sol: (1) que no se graven las baterías, “porque no tiene ningún sentido técnico, ni económico”; y (2) que se convierta en permanente la exención de pago del impuesto al Sol de que disfrutan provisionalmente los suministros con una potencia contratada de menos de diez kilovatios (10 kW).
Los instaladores vuelven aquí a apelar a lo que mejor conocen: la técnica
“Técnicamente este límite tampoco tiene sentido: la incidencia que pueda producir en la red eléctrica instalar tres kilovatios pico [3 kWp] de autoconsumo en una vivienda con 15 kW contratados es la misma o menor que la que pueda producir instalar 3 kWp en una vivienda con 6 kW contratados”.
Por eso, Feníe Energía propone que se cambie el criterio y que la exención sea para todas las plantas de autoconsumo con una potencia de menos de 10 kWp. De este modo no se estará discriminando a ciertos consumidores sin razón técnica alguna.
Además, los instaladores proponen regresar a la regulación anterior a la reforma de 2013, y “dar más peso al peaje variable que al fijo”. Según Feníe Energía, los ingresos del sistema no se verían perjudicados.
Pero «Un año de Sol» no se queda solo en lo administrativo. También repasa, exhaustivo, las “Barreras técnicas de instalación”, y también ahí señala el camino: las soluciones.
El cuento del contador
El RD 900 que aprobó el Gobierno Rajoy en octubre de 2015 obliga a instalar un segundo contador que registre la energía generada, aunque no se vierta a la red eléctrica. Ese contador, además, debe ser instalado –según el RD 900– en un lugar muy concreto: el punto más próximo posible al denominado “punto frontera”. Sin entrar en más tecnicismos, la consecuencia de esa obligación es que muchos autoconsumidores tienen que abordar una inversión mayor para instalar el contador que para poner en marcha la instalación solar propiamente dicha.
El absurdo es evidente. Feníe Energía propone “que se instalen contadores de telegestión (tipo 5) o de telemedida a la salida de la instalación solar. Con este tipo de contadores –explican los instaladores–, la distribuidora puede medir remotamente y solo tendrá que acceder a la vivienda del usuario en las revisiones que realizan cada 5 años”.
De cómo sube y baja la tensión
Otro de los sinsentidos que afectan al autoconsumo es la “obligación” de medir en alta tensión cuando la potencia de la instalación supera los cien kilovatios pico (kWp). Los sistemas de autoconsumo generan la electricidad en baja tensión. Sin embargo, en instalaciones de autoconsumo de más de 100 kWp –se queja Feníe Energía–, las distribuidoras están solicitando que la medición de generación se realice en alta tensión.
¿Problema? Pues que, para ello, “es necesario instalar un centro de transformación con un coste de al menos 50.000 euros y que además produce pérdidas en la energía autoconsumida (la energía se transforma a alta tensión para luego volver a transformarla en baja en el mismo punto)”.
¿Solución? Feníe Energía propone que en el caso de que no se vaya a ceder o vender energía a la red eléctrica –lo cual sucede en la inmensa mayoría de las instalaciones de autoconsumo–, la medición se pueda realizar en baja tensión igual que si fuera una instalación de consumo. En ese sentido, los instaladores recuerdan al legislador que “existen contadores de hasta 450 kW que miden en baja tensión en muchos puntos de suministro de España”. ¿Consecuencia de aplicar esta solución alternativa? “De este modo se podrían reducir las pérdidas eléctricas por la doble transformación de tensión y se evitaría un sobrecoste de al menos 50.000 €”.
Antivertido o inyección cero
Existen dispositivos de antivertido que evitan que la instalación solar fotovoltaica de autoconsumo pueda entregar energía a la red eléctrica y, por tanto, producir un impacto sobre la misma. Por eso, Feníe Energía propone que, en los casos donde haya un dispositivo de antivertido, se tramiten las plantas según el Reglamento Electrotécnico de Baja Tensión (REBT), como cualquier otra instalación interior que no vierte energía a red (independientemente de la potencia pico instalada o del tipo de instalación de autoconsumo de que se trate).
Sobre las distribuidoras
Las compañías que tienen que certificar que una instalación se puede conectar a la red eléctrica son las distribuidoras. En España hay ahora mismo 359 (véase listado CNMC), aunque la mayoría de los suministros se concentran en cinco de ellas.
¿Problema? Cada una tiene (cada una) sus propios procedimientos y esquemas de medición y conexión a la red eléctrica. Y eso es así porque la Administración así lo permite.
¿Solución? Los instaladores proponen homogeneidad, para saber a qué atenerse. Así, piden que el legislador redacte un documento de trabajo explicativo que concrete con precisión tanto los procedimientos y plazos de atención al solicitante, como los esquemas de conexión a red eléctrica (incluyendo protecciones).
“De este modo –apuntan desde Feníe Energía– se puede realizar un planteamiento a nivel nacional y se facilita la oferta de kits de autoconsumo en las mismas condiciones a ciudadanos de distintas zonas o regiones”.
Alquilo piso
La normativa indica que, si el titular del punto de suministro es distinto al titular de la instalación de autoconsumo, esta se convierte automáticamente en una instalación no exenta del pago de los impuestos al Sol, una instalación que se debe tramitar mediante el RD 1699/2011. Este requiebro administrativo ideado por el regulador… desincentiva.
¿Ejemplo? Un particular que monta una instalación de autoconsumo y, tres años después de montada, cambia de lugar de residencia. ¿Y ahora qué? ¿A pagar el impuesto al Sol? La consecuencia que se deriva de poner esta condición –denuncia Feníe Energía– es que “miles de viviendas de alquiler o trabajadores con movilidad geográfica no instalarán nunca autoconsumo”.
Estos son algunos de los obstáculos que la actual regulación le ha puesto al autoconsumo. Y esas son algunas de las alternativas, algunas de las soluciones, que plantea Feníe Energía en «Un año de Sol», uno de esos documentos que se antojan imprescindibles para que crezca -más independiente, energéticamente, y más limpio- este país, que es el del Sol.
«La regulación es fruto de la correlación de fuerzas que existen en un momento determinado de la Historia, y lo que hoy se bloquea o frena, mañana puede ser promovido e impulsado. Y somos muchos, y cada vez más, los que apostamos por que ese cambio se produzca»
Un año de Sol, Feníe Energía, 2017