La medida propuesta por el Parlamento norteamericano, que se ha convertido en ley de pleno derecho tras la firma del presidente federal, extiende ocho años más la vigencia del ITC, que vencía el 31 de diciembre. Este incentivo es una desgravación fiscal que constituye el principal impulso al sector fotovoltaico a nivel federal, tanto en su faceta doméstica como en la comercial.
Así como sucedió en el caso de la renovación del real decreto fotovoltaico español, que tuvo lugar hace apenas un par de semanas, tras meses de rumores e inseguridad regulatoria, también en Estados Unidos la incertidumbre ha estado afectando al mercado nacional hasta el pronunciamiento del Congreso a favor de la renovación. Ahora, además de asegurada esa renovación, la Administración ha eliminado el tope de inversión de 2.000 dólares, limite a partir del cual las instalaciones domésticas dejaban hasta ahora de ser susceptibles al incentivo.
Otro aspecto fundamental del paquete es la eliminación de la cláusula del ITC que había excluido del incentivo a las grandes empresas eléctricas reguladas ("utilities"). La Asociación de Energía Eléctrica Solar (SEPA) afirma que, tras esta modificación, se prevé un incremento en el número de grandes plantas solares, tanto fotovoltaicas como termoeléctricas.
SEPA cree que las "utilities" llegarán a ser "el mayor cliente de la industria solar, aumentando el mercado más allá de las expectativas de los analistas”. Julia Hamm, directora ejecutiva de la asociación, ha declarado, así, que las eléctricas estadounidenses han anunciado ya proyectos solares de conexión a red por valor de más de 5.000 MW.
Por otro lado, el paquete votado por el Congreso también incluye una renovación, de dos años, de la desgravación fiscal a la I+D (el llamado R&D Tax Credit). El último, que expiró hace meses, había dejado también un vacío en este campo.
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