¿Hay algo de verdad en esta afirmaciones de Wright? Según datos del Departamento de Energía de EEUU (EERE), cerca del 29% de la electricidad en el país proviene ya de fuentes de energía renovable, fundamentalmente eólica y solar.
La energía nuclear representa, aproximadamente, el 18%, y los combustibles fósiles, un 58%. Dentro de este grupo, el gas es el principal contribuyente, con cerca del 42%. Algo que no resulta extraño si sabemos que EEUU es el país del mundo con más capacidad instalada en térmicas que operan con gas natural: 535,49 GW. Esto supone casi cinco veces más que el país que ocupa la segunda posición del ranking.
En cuanto a la afirmación de Wright de que "no hay forma física" de que las renovables y el almacenamiento sustituyan "los múltiples usos del gas”, volvemos a la información aportada por el EERE. En su página web se puede leer que Estados Unidos tiene suficientes recursos en energía renovable para generar más de 100 veces la cantidad de electricidad que los estadounidenses usan cada año. Esto es, la electricidad generada actualmente con todo tipo de fuentes, incluido, por tanto, el gas.
El gas destinado a calefacción también puede ser sustituido por diferentes fuentes renovables, como la aerotermia, la geotermia, la bioenergía o la energía solar.
Un ejemplo de ello lo encontramos en el biometano, un biocombustible de segunda generación (2G) que se obtiene a partir del biogás. Este se produce a su vez mediante un proceso natural de descomposición (digestión anaerobia) de residuos orgánicos biodegradables agrícolas, ganaderos e industriales. La aerotermia, que aprovecha la energía térmica existente en el aire y la transfiere hacia el interior de la vivienda para proporcionar calefacción, refrigeración y agua caliente sanitaria, es otra alternativa altamente eficiente.
Así que no hay nada irracional o religioso en defender estas fuentes de energía como alternativas limpias al gas, como dice Chris Wright, una de las voces más altisonantes contra los esfuerzos para luchar contra el cambio climático. Quizá porque el actual secretario de Estado de Energía es fundador y ex-consejero delegado de Liberty Energy, una firma con base en Colorado que está entre las mayores empresas de fracking del mundo.