fotovoltaica

André Borschberg: “acabo de volar 26 horas sin una gota de combustible”
Las células solares que vuelan a oscuras

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Solar Impulse ha conseguido volar sin interrupción durante más de un día utilizando como única propulsión la energía captada del sol convertida en electricidad por las 12.000 células fotovoltaicas montadas a lo largo del ala del avión. El siguiente paso es un vuelo transatlántico previo a la vuelta al mundo prevista en 2013.

A las 9 de la mañana del 8 de julio de 2010, André Borschberg aterrizaba el Solar Impulse en la pista del aeródromo de la localidad suiza de Payerne. Nada más bajar del avión no ha podido contener expresiones como “he volado más de 26 horas sin usar una gota de combustible y sin causar contaminación”. Ha sido el primer relato, atropellado por la emoción, en el que este piloto con 40 años de experiencia ha asegurado “ha sido el vuelo más increíble de mi carrera. Justo aquí sentando, viendo la carga de la batería, la elevación del nivel gracias al sol… Y luego el suspenso, sin saber si se iba a mantener en el aire toda la noche, y por último la alegría de ver salir el sol y sentir como la energía comienza a circular en los paneles de nuevo”.

Emoción similar a la que ha sentido Bertrand Piccard, el ideólogo del proyecto, que nada más ver el aterrizaje ha exclamado “bravo André acaba de demostrar lo que he estado soñando estos últimos 11 años. Este es un paso crucial que da plena credibilidad al discurso que mantenemos desde hace años acerca de las energías renovables”.

El proyecto Solar Impulse arrancó en 2004 con un presupuesto de 40 millones de euros con el objetivo de demostrar el potencial de las energías renovables en el sector de la aviación. Y con el vuelo nocturno realizado ha conseguido uno de los pasos más complicados: garantizar que el avión es capaz de generar y almacenar la electricidad suficiente como para volar sin interrupción.

La aeronave despegó el día 7 de julio a las 6 horas y 51 minutos. Desde ese momento las 12.000 células solares que monta a lo largo de un ala de casi 64 metros de envergadura se encargaron de aprovechar la energía del sol para generar la electricidad necesaria para que el avión volase y acumulase la energía que iba a usar durante la noche. A lo largo del día consiguió elevarse hasta los 8.564 metros para acumular las reservas. Y por la noche voló a 50 km/h para preservar el máximo de energía almacenada.

El 8 de julio, veintiséis horas y 9 minutos después, aterrizaba sin problemas culminando el vuelo más largo y más alto en al historia de la aviación solar.

Más información:
www.solarimpulse.com
(Fotografía AP)

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