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Agrivoltaica, una actividad generadora de vida y energía

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Entre los objetivos primordiales que afrontamos en este siglo XXI como país se encuentra la seguridad alimentaria y la independencia energética. Y ahí es donde entra en juego la agrivoltaica. Como estrategia que combina la producción agrícola con la generación de energía solar en un mismo terreno, la agrivoltaica se perfila como una solución transformadora, capaz de abordar los dos desafíos. Es un artículo de Francisco Pérez Abiétar, miembro de la Junta Directiva de Anpier y administrador de Grupo Tornasol, un grupo de empresas familiares vinculadas a la agricultura y las renovables.
Agrivoltaica, una actividad generadora de vida y energía
Francisco Pérez Abiétar

La agrivoltaica está revolucionando la manera en que aprovechamos el suelo, al permitir su uso simultáneo para la generación de energía y la agricultura. Este enfoque resulta especialmente beneficioso en zonas necesitadas de fortalecer su resiliencia ambiental y alcanzar mayor autonomía energética.

En un mundo que se enfrenta a los impactos del cambio climático, la agricultura se ve cada vez más afectada por condiciones climáticas impredecibles, disminución de recursos hídricos y degradación del suelo. Al mismo tiempo, la necesidad de fuentes de energía limpia y renovable ha alcanzado niveles sin precedentes, impulsando a los diferentes gobiernos a establecer metas ambiciosas para la adopción de la energía solar como fuente principal de generación. En este escenario, la instalación de paneles solares en terrenos agrícolas surge como una solución ventajosa para todos: los agricultores pueden diversificar sus ingresos a través de la producción de energía solar, mientras que la sombra y protección proporcionada por los paneles solares ayuda a reducir la temperatura del aire, la humedad y la temperatura del suelo, reduciendo la evaporación del agua y protege los cultivos de temperaturas extremas y fenómenos climáticos adversos como el granizo o las lluvias torrenciales.

Los proyectos fotovoltaicos que se desarrollen a partir de ahora podrán redefinirse, de manera que los campos agrícolas no dejen de ser centros de producción de alimentos por el mero hecho de pasar a ser centros de producción de energía.

El concepto de la agrivoltaica es simple pero muy potente: se instalan paneles solares sobre los cultivos o entre los mismos, de modo que se aprovecha la energía solar para generar energía renovable y alimentos, mientras se protege a las plantas de condiciones climáticas adversas. A diferencia de los parques solares convencionales que desplazan la agricultura, la agrivoltaica garantiza un doble uso de la tierra, mejorando su eficiencia y generando nuevos beneficios económicos y ambientales para los agricultores.  

En la práctica los sistemas agrivoltaicos requieren una configuración específica, con un diseño de estructuras que permitan el equilibrio entre la necesidad de captación de luz solar que tienen la plantas y la conveniencia de sombra parcial que en ocasiones contribuye al mejor desarrollo de ciertos cultivos al reducir el estrés térmico y la evaporación del agua. Esta configuración ideal y específica del sistema agrivoltaico la determina el tipo de cultivo.

No hay dicotomía posible
Se acabó la dicotomía entre la agricultura y las energías renovables, que tanto daño está haciendo a la imagen de la fotovoltaica en algunos entornos rurales generando una importante contestación social. Ya se puede disfrutar de ambas actividades de manera simultánea, y no solo esto, sino que con ello se aumenta significativamente la eficiencia del uso de la tierra, se ayuda a los agricultores a diversificar sus ingresos, se favorece el desarrollo social y económico de los entornos rurales, se fija la población rural y se contribuye al cumplimiento de los objetivos del PNIEC de reducción de emisiones y de introducción de fotovoltaica.

 

Agrivoltaica. Francisco Pérez Abiétar. Huerto Los Hitos

Planta fotovoltaica Huerto Los Hitos, en Fuentealbilla (Albacete)


Será necesario que se avance rápidamente en la implementación de proyectos piloto que permitan validar su viabilidad y con ello pasar del ensayo a desarrollar modelos escalables, y que esta actividad no se quede en una iniciativa de nicho, pues el objetivo es crear un plan general, una hoja de ruta que permita integrar la energía solar en las tierras agrícolas de modo que se beneficien agricultores, promotores fotovoltaicos y consumidores, y así se convierta en una solución generalizada para el desarrollo rural,  la agricultura sostenible y la seguridad energética.   

Generalmente estamos acostumbrados a que resulte incierta la actividad agrícola, ya sea por el clima impredecible, por los precios de mercado fluctuantes, o por los costes en aumento de los insumos, pero esta incertidumbre cambiaría si además de producir alimentos se pudieran obtener otros ingresos, bien por arrendamiento de las tierras para generar energía solar, o bien por la venta de la energía, siendo el agricultor el explotador de la instalación fotovoltaica o participando de ella. Sin duda, esto daría certidumbre y una previsibilidad de ingresos y proyección de futuro a la actividad agrícola.

También relevantes serían los beneficios ambientales por la menor dependencia de combustibles fósiles, como por la mejora de la biodiversidad y reducción de las necesidades hídricas gracias al sombreado que ayuda a retener la humedad del suelo.

Transformar el futuro de la agricultura
La agrivoltaica no solo persigue instalar paneles solares, sino transformar el futuro de la agricultura, haciéndola resiliente frente al clima, inteligente, e innovadora, y convirtiendo a los agricultores en productores de energía, protectores del medio ambiente e innovadores, al tiempo que productores de alimentos, desterrando así la dualidad entre sostenibilidad y rentabilidad. Para que esto pase es necesario adoptar un enfoque estructurado y multisectorial, con respaldo institucional y apoyo financiero, generando políticas agrícolas y energéticas perfectamente integradas que actúen como palancas de este cambio.

 

Agrivoltaica. Francisco Pérez Abiétar. 2

 Francisco Pérez Abiétar, a la izquierda

 

Pero para llevar a cabo una política concreta sobre agrivoltaica es imprescindible en un primer lugar su regulación específica y la coordinación entre instituciones, de manera que agricultores e inversores tengan claridad sobre las normas que les afectan y las posibles estructuras de ayuda para su desarrollo que se pudieran a crear, todo esto de la manera más sencilla, ágil y menos burocrática posible, con el fin de que esta regulación no penalice al pequeño agricultor frente a la gran empresa agropecuaria.

La agrivoltaica no se limita a la energía y la agricultura, es algo más, se trata de transformar las economías rurales, crear empleo y preparar la agricultura para el futuro. Por esto mediremos el éxito de la agrivoltaica en la medida de su capacidad para cambiar la vida los agricultores y de las personas de los entornos rurales, más allá de los MW instalados o las hectáreas ocupadas.

El gran potencial de la agrivoltaica también es el de generar estabilidad económica, crear empleo y cambiar hacia medios de vida más sostenibles. Los entornos rurales podrán redirigir su actividad a nuevas oportunidades de empleo que surgirán fruto de esta actividad, como son los vinculados a la instalación, el mantenimiento y la gestión energética de paneles solares, empleos cualificados que son una nueva vía para el empleo rural, y una nueva herramienta para fijar la población rural.

Surgirán nuevos emprendedores locales, y proveedores de servicios locales que generarán un ecosistema propio para el desarrollo y mantenimiento de estas actividades agrivoltaicas, de este modo se generará una economía complementaria a la agrícola con la que los agricultores podrán generar flujos de ingresos estables, lo que hará que la agricultura sea más viable económicamente.

Por esto, el impacto de la agrivoltaica no es solo económico, sino también profundamente social y ambiental. Dado que el cambio climático supone una grave amenaza para la agricultura tradicional, la agrivoltaica contribuye a una agricultura más resiliente.  

Desafíos de la agrivoltaica
Sin embargo, la agrivoltaica tiene desafíos propios, como la integración técnica de estas dos actividades y las barreras del conocimiento compartido propio de la sinergia entre estas dos actividades, ya que no se trata solo instalar paneles solares sobre tierras de cultivo, sino que requiere planificar e investigar, y cada proyecto ha de ser específico y adaptado para cada tipo de cultivo en cuestión. Hay que encontrar el equilibrio óptimo entre ambas actividades y generar herramientas de modelación que incluyan la entrada de datos agronómicos y energéticos, similares a las herramientas existentes para la configuración de sistemas fotovoltaicos convencionales.

También es un desafío el elevado coste de las instalaciones agrivoltaicas respecto a las instalaciones fotovoltaicas tradicionales, por lo que se necesitarán incentivos económicos para que esta actividad pueda superar la fase de ensayo y llegar a una base agrícola más amplia.

 

Agrivoltaica. Francisco Pérez Abiétar. 3

Planta fotovoltaica Huerto Carrasco en Fuentealbilla (Albacete), con los módulos entre viñas

 

En cuanto a las políticas actuales de uso del suelo, en ellas no se recoge a la agrivoltaica como una práctica agrícola, lo que supone un inconveniente grave por incompatibilidad con algunas políticas como la PAC. Se requieren marcos regulatorios claros para agilizar los permisos, posibilitar los diferentes usos del suelo y garantizar la conexión a la red eléctrica.

La agrivoltaica representa un cambio fundamental en nuestra percepción clásica del uso de la tierra, de la generación de energía y de la resiliencia agrícola. En un mundo donde la seguridad alimentaria y la energía limpia se están convirtiendo en prioridades cada vez más urgentes, este enfoque de doble uso ofrece una solución que beneficia tanto a los agricultores como al medio ambiente, y donde la sostenibilidad y el crecimiento económico pueden ir de la mano.

La agrivoltaica resultará ser una muestra clara de la apuesta por las energías renovables y la agricultura sostenible, al tiempo que permitirá el empoderamiento de los agricultores y la defensa de la España rural. La agricultura no tiene por qué ser víctima del cambio climático, puede ser parte de la solución.

Ya se puede ver en el horizonte un futuro donde la agricultura y la energía prosperan juntas, sin vernos obligados a elegir entre energía y alimentos, y todo gracias al sol como fuente de vida y energía.

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