Entre considerar a las plantas fotovoltaicas “santuarios de biodiversidad” y darse con un canto en los dientes con que sus impactos ambientales sean los mínimos hay un abismo. Un océano de datos científicos, puntos de vista y opiniones que ponen de relieve las dudas sobre las consecuencias que el despliegue de instalaciones de energía solar y eólica puede tener en el entorno. La transición energética busca acelerar la implantación de renovables para evitar que el primero de esos impactos, la crisis climática, deje pequeños al resto de problemas. ¿Pero qué decir sobre la biodiversidad?
Trujillo acogió los días 25 y 26 de octubre de 2022 un encuentro sobre fotovoltaica y biodiversidad organizado por la Universidad de Extremadura, la Junta de Extremadura e Iberdrola. La región, con 3.881 MW, tiene hoy el 26% de toda la potencia fotovoltaica instalada en España. Un dato que podría parecer apabullante pero que conviene poner en contexto. Tal y como explicó en las jornadas Olga García, consejera para la Transición Ecológica y Sostenibilidad de Extremadura, “si en 2030 alcanzamos los objetivos previstos en el Plan Extremeño de Energía y Clima contaremos con una potencia fotovoltaica de 8.000 MW (el doble que la actual), lo que supondrá que las todas las plantas ocuparán unas 36.000 hectáreas, es decir, el 0,8% de toda la superficie de Extremadura”.
Reparto de beneficios
A nivel estatal esa ocupación del territorio es aún menor. “Si no hubiera autoconsumo sobre tejados y cubiertas –explica José Donoso, director general de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF)– la fotovoltaica necesitaría apenas un 0,02% de toda la superficie agrícola de nuestro país para cumplir los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC). No hay, por tanto, que ocupar ningún emplazamiento sensible, y mucho menos hacerlo en espacios protegidos”. Donoso aboga por un “consenso entre las empresas, los científicos, los ecologistas y la sociedad, que tiene que percibir que, de un modo u otro, comparte la riqueza y los beneficios que genera una planta fotovoltaica”.
Y propone una fórmula: “nos gusta especialmente la emisión de bonos con participaciones pequeñas, en torno a 500 euros, que puedan beneficiar al propio pueblo donde se asienta la planta. Y a otros pueblos que, sin tener la planta en su término municipal, tienen que ver cómo la línea de evacuación pasa junto a ellos”.
Santuarios de biodiversidad
“Es evidente que una instalación fotovoltaica ocupa una gran superficie. Pero no tiene por qué eliminar la biodiversidad de ese territorio”. Lo dice Santiago Martín Barajas, un histórico del ecologismo que dirige ahora la consultora Estudios Medioambientales y Territoriales (EMAT). “Una instalación fotovoltaica puede ser un auténtico refugio para la biodiversidad. Entre otras cosas porque impide otras dos actividades que sí impactan sobre el entorno: la caza y la agricultura, con el empleo masivo de abonos y fitosanitarios”. Martín Barajas da un dato: “la planta Núñez de Balboa, en Badajoz (propiedad de Iberdrola, tiene 500 MW de potencia y ocupa cerca de 1.000 hectáreas de superficie), tiene muchas más aves dentro de la planta que fuera de la instalación”. Pero avisa, no obstante, de que ese carácter de refugio “depende muchísimo de la gestión que se haga de la finca donde se localiza. Hay que hacer una gestión ganadera, y pagar a los pastores para que lo hagan bien. De lo contrario las ovejas se comen el pasto bueno y dejan los cardos”.
El experto, que ha realizado numerosos estudios y que asesora sobre la gestión ambiental de estas plantas a diferentes empresas, incide en que “son muy pocas las especies incompatibles con la fotovoltaica”. Y recuerda cómo un pastor le dijo un día: “hemos tenido que desparasitar las ovejas porque tenéis la planta fotovoltaica llena de bichos”. Unas palabras que –dice– lo explican todo. “Hay bichos porque hay vida, frente a muchos monocultivos agrícolas que rodean a las plantas solares y que podrían calificarse de naturaleza verde muerta”.
El director de EMAT enumera algunas actuaciones que pueden contribuir a aumentar la biodiversidad en una planta solar, como poner puntos de agua, cultivar algunas zonas de cereal, instalar cajas nido… “Si actuamos sobre los factores limitantes en cada caso se pueden ver rápidamente los resultados”.
Zonificación territorial
“Para salvar la biodiversidad necesitamos hacer la transición energética. Y para reducir los impactos de las plantas renovables sobre la biodiversidad el principal reto es seleccionar bien la ubicación. Para eso es fundamental la zonificación territorial. Una planificación que dé seguridad a todo el mundo para saber dónde puede ir una instalación y dónde no”. Así lo explica Asun Ruiz, directora ejecutiva de la organización conservacionista SEO BirdLife.
Ruiz insiste en la necesidad de “aceptar una planificación a gran escala, que sea vinculante, y que haga partícipe de los beneficios a las comunidades donde se instalan renovables. Tenemos que combinar el mínimo impacto ambiental con el máximo beneficio social”. La directora de SEO BirdLife considera que “las cosas se están haciendo cada día mejor, pero tenemos que hacerlo de forma excelente”. Es evidente que aún queda un trecho para lograrlo porque –recuerda Ruiz– “en los últimos 12 meses el 20% de los proyectos conocidos de plantas eólicas y fotovoltaicas está en territorio de la Red Natura 2000”. Proyectos que espera sean rechazados sin miramientos.
En la necesidad de esa planificación está también Eladio García de la Morena, codirector de Biodiversity Node y del grupo de investigación de Ecología y Conservación de Ecosistemas Terrestres de la Universidad Autónoma de Madrid. “Una planta fotovoltaica puede tener un impacto positivo sobre la biodiversidad, sí. Pero es clave contar con una planificación real porque el impacto positivo jamás va a mitigar el impacto negativo de una planta mal planificada que se instala en una zona donde nunca debería haberse instalado”.
Otro científico, Gerard Bota, coordinador de la Cátedra Steppe Forward (de Total Energies, la Universidad Autónoma de Madrid y el Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña), reivindica el “papel útil de la ciencia” en esta cuestión. “Porque no toma decisiones pero reduce la incertidumbre de los que las toman”. La ciencia puede saltar de los casos concretos de cada planta e ir más allá para “sacar patrones a gran escala”, que ayuden en la toma de esas decisiones.
Las renovables, fundamentales para proteger la biodiversidad
“Las renovables son la alternativa al cambio climático que, según el Panel Intergubernamental de la ONU, el IPCC, podría llegar a suponer la pérdida del 75% de la biodiversidad del planeta”, apunta Mar Asunción, responsable de Clima y Energía de WWF España. Y advierte de que tomar medidas para reducir la crisis climática es clave para nuestra propia supervivencia. “La naturaleza no nos necesita para funcionar, somos nosotros, los humanos, los que la necesitamos a ella”.
Asunción considera que proyectos como el BarMar, que podrían convertir a España en un exportador de hidrógeno para Europa, “implican un riesgo de sobredimensionamiento del sistema energético y sus impactos ambientales”. Por eso es importante “pensar primero en la eficiencia energética y acelerar la implantación del autoconsumo y las comunidades energéticas”. Y para reducir esos impactos, coincide en que “la zonificación vinculante es clave a nivel nacional y autonómico”.
El de la zonificación es, sin duda, uno de los aspectos de este debate donde más consensos parecen darse. “Una buena zonificación ambiental es fundamental, pero hay que hacerla evolutiva”, señala María Jesús Rodríguez de Sancho, directora general de Biodiversidad, Bosques y Desertificación del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Y destaca que una de las medidas en las que más se insiste desde el Ministerio para reducir los impactos es la necesidad de “colaboración y coordinación entre distintos promotores para optimizar las infraestructuras necesarias, las líneas de evacuación, etc”.
Menos ocupación del territorio por megavatio
En la jornada de Trujillo participaron también promotores fotovoltaicos como Raúl García, director de Alter Enersun. “Antes ocupábamos 2 hectáreas por cada megavatio instalado. En las últimas plantas que hemos desarrollado solo hemos utilizado 1,1 hectárea por MW”. Y considera importante que los promotores compartan infraestructuras. “Nosotros, de hecho, lo hacemos. Pero es clave la participación de la administración para animar a los promotores a ponerse de acuerdo”.
En Trujillo se habló de renovables y biodiversidad. De renovables y personas. La consejera Olga García acabó su intervención hablando precisamente del reto demográfico, y recordando que Extremadura aprobó el pasado mes de febrero por unanimidad su propia Ley de Reto Demográfico. Nadie duda que las renovables pueden jugar un papel fundamental para evitar la despoblación del mundo rural. En cuanto a su impacto sobre la biodiversidad hay más disparidad de criterios. Pero en algo están todos de acuerdo: para que esos impactos sean mínimos hay que hacer las cosas de forma excelente. Y en Trujillo se pusieron sobre la mesa las claves para lograrlo.