Si hubiera que definir en dos palabras el año 2020, quizás estas fueran resiliencia y transición. Resiliencia, porque comenzamos el año en ambiente de euforia cuando se conocieron los datos récord de 2019 - 4.159 megavatios en suelo y 450 de autoconsumo-, habiendo además conseguido el hito de que, por una parte, se conectaran casi la totalidad de las plantas subastadas y, por otra, se conectaran por primera vez plantas cuya retribución no dependía de ninguna actuación pública.
Sin embargo, pronto apareció, en forma de virus, lo que Taleb llama un cisne negro,
un evento completamente inesperado que altera todas las previsiones. Aunque en un
primer momento pareció que el impacto iba a ser mayor, el sector mostró su capacidad
de resistencia y este impacto se fue amortiguando.
Las plantas en suelo solo registraron retrasos de algunas semanas en su programación.
De hecho, este año se ha conseguido un hito histórico, y no solo a nivel español:
a noviembre llevábamos ya 1.517 megavatios conectados a mercado o con PPA (contrato bilateral de compraventa de energía a largo plazo), hito que hizo desencadenar un debate sobre la necesidad o no de que se convocaran subastas.
Pero también el confinamiento mostró las limitaciones del sistema de mercado eléctrico existente, la caída de la demanda produjo un incremento de la participación de las renovables en el mix, lo que a su vez llevó a un derrumbe de los precios, funcionando como un “sandbox” regulatorio, barbarismo de moda este año.
La reciente convocatoria de subastas, y la publicación de su calendario quinquenal, ha venido a cerrar el debate y a dar estabilidad a la industria fotovoltaica. Se queda para el año 2021 la expectación por los resultados y cómo pueden afectar o no al mercado de PPAs. Así como esperamos que en 2021 se convoquen subastas con cuota para proyectos de menos de diez megavatios (10 MW).
En el autoconsumo el impacto ha sido desigual, según el tipo de cliente. En la gran empresa industrial la parálisis ha sido total. En la pyme ha dependido de cómo la actual crisis haya afectado al sector industrial en particular. En cambio, en el sector doméstico se ha producido un auge inesperado que nos hace concebir la esperanza de que al cierre del ejercicio se pueda haber incluso superado la cifra de megavatios de 2019.
Año de transición, por una parte, porque las empresas han avanzado en sus procesos de tramitaciones administrativas, pero sobre todo porque ha servido para ir completando el marco regulatorio que debe llevar al sector a cumplir con los objetivos establecidos en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima. Además de las subastas ya mencionadas, el elemento que se ha demostrado clave es contar con una regulación adecuada que gestione los puntos de Acceso y Conexión, dotando al sistema de transparencia e igualdad de oportunidades a la vez que elimine posiciones especulativas.
En el área de la regulación del autoconsumo hemos conseguido una pequeña reducción del porcentaje del término fijo de la factura eléctrica, aunque todavía lejos de lo que sería deseable, pero sobre todo hemos conseguido, desde UNEF, que se derogue el requisito de la necesidad de solicitar licencia de obra en ocho comunidades autónomas y seguimos trabajando para que se elimine en la totalidad de ellas. Aunque queda pendiente culminar la regulación del autoconsumo colectivo y la gestión de excedentes.
Queda pendiente para el año próximo la aprobación de la Ley de Cambio Climático, que esperamos lo sea con el mayor consenso posible y se aproveche la ocasión para transponer los aspectos pendientes de la Directiva de Energías Renovables, particularmente los que se refieren a seguridad jurídica, simplificación administrativa y derechos de los autoconsumidores.
El área del sector fotovoltaico que presenta un mayor desafío es el de consolidación del sector industrial. En ese sentido, en UNEF, hemos presentado una Estrategia Industrial Fotovoltaica en la que planteamos el reto de que España se convierta en un hub fotovoltaico internacional. Los más de 20.000 millones de euros que se van a invertir en nuestro sector no pueden pasar sin que se aprovechen para ello.
En esta Estrategia, se señala la necesidad de movilizar la inversión privada, de introducir líneas de avales para fabricantes exportadores, fomentar la digitalización del sector eléctrico y adoptar medidas de formación y capacitación para cubrir la demanda de nuevos empleos, entre otras medidas.
Pero la actual crisis presenta también su oportunidad a través de los fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Hemos presentado una propuesta basada en tres ejes de actuación: innovación, industrialización y formación. Este plan cuenta con 29 medidas, que serían financiadas con los fondos de las distintas líneas de trabajo del Plan de Recuperación, y 35 reformas concretas para que las medidas sugeridas tengan un mayor efecto en la recuperación de la economía nacional. La idea es que la consolidación del tejido industrial vaya dirigida a proyectos innovadores, sin olvidarnos del autoconsumo, del apoyo al almacenamiento y al avance en el desarrollo del hidrógeno verde.
Pero este año ha presentado también aspectos negativos, como la pérdida de foco de la prioridad de la lucha contra el cambio climático por la preocupación por el Covid, aunque terminamos con la buena noticia del incremento por parte de la Unión Europea del objetivo de reducción de emisiones al 55% en 2030. Y, por otra parte, han comenzado a surgir señales de lo que, probablemente, será nuestro principal problema en los próximos años, la percepción social de las plantas fotovoltaicas.
Vamos pues, con buen ánimo y voluntad de seguir avanzando a por el 2021, esperando que sea lo mas “normal” posible.