Este verano ha sido, mejor dicho, está siendo, bastante terrible en lo que se refiere a sucesos más que posiblemente derivados del brutal cambio climático que empezamos a sufrir de forma notable desde los años 80 del siglo pasado.
Pero no voy a hablar de eso, ni de las espectaculares subidas del precio de la electricidad. Para escribir de esos temas hay gente mucho más preparada que yo. Bueno, y también de lo que os quiero comentar, pero me atrevo.
Este pasado mes de julio he pasado a ser, formalmente, un anciano, aunque yo no lo vea así. Pero el paso del tiempo es inexorable y hay que aceptarlo. Quizás sea por eso que me estoy volviendo un poco cascarrabias con este tema que os voy a contar. Este año se cumplen 20 desde que me incorporé a Isofoton y he vivido la enorme evolución de la energía solar fotovoltaica desde puestos de privilegio que me han permitido participar activamente, para bien y para mal, en momentos importantes de cambios, tanto en España como en Europa y en el resto del mundo, especialmente en China. Y he sido testigo de cómo Europa pasó de liderar la tecnología y la industria a, prácticamente, perderla. Mientras el mundo se lanza a la instalación masiva de plantas fotovoltaicas grandes, pequeñas y medianas, nosotros nos consolamos diciendo que tenemos ingenieros, instaladores y toda una estructura de mercado que se dedica a importar paneles de China.
¿Nadie ve el enorme riesgo que esto supone?
Desde hace seis años trabajo en una empresa alemana que en estos días tiene parte de la producción de uno de sus productos parada por un componente que viene, o debería venir, de Singapur. Lo mismo está pasando en el sector del automóvil. El impacto es demoledor. Y dada la singular y siempre delicada relación entre China y los países occidentales, ¿qué pasaría si, por lo que fuera, no se pudieran importar paneles fotovoltaicos de forma masiva? No digo que el problema sea el que suba brutalmente el transporte, cosa que está pasando desde hace meses. Estoy diciendo que, simplemente, no se pudieran importar por las razones que fuera.
Ni España ni Europa, ni EEUU creo que se han percatado de esta tremenda situación de debilidad y, de la misma forma que se ha ayudado y se ayuda a otras áreas estratégicas, considero que, al menos, es algo que habría que debatir en algún foro. Porque los recursos financieros existen, y creo que se están utilizando erróneamente.
Por ejemplo, la nueva subvención que se va a dar al autoconsumo. 900 millones de euros en dos años que van a favorecer a las empresas y familias que decidan invertir en autoconsumo, aunque la mayoría de ellas lo hubieran hecho de cualquier modo.
No es que yo quiera morder una mano que se podría entender que va a dar de comer al sector. Pero es que no era necesario. Lo que sí que es imprescindible y urgente es invertir masivamente en I+D+i y, sobre todo, ayudar a recuperar la industria española. Tenemos empresas, profesionales e instituciones perfectamente preparados. Pero hay que movilizarse ya.