El pasado mes de septiembre tuve la suerte de recorrer varios estados de Nueva Inglaterra, en EEUU y pude admirar, con cierta sorpresa, instalaciones fotovoltaicas en cubiertas de tamaños diversos y con grados de integración en algunos casos admirables. A pesar de que esta no es una zona muy típicamente favorecida por la energía solar, me parecía estar viajando por Alemania, país que, por otra parte, tampoco es el mas “rentable” en términos económicos para el desarrollo de esta tecnología, a pesar de ser el primer mercado.
El hecho es que la industria fotovoltaica ha hecho un esfuerzo tan grande y tan exitoso en cuanto a su evolución tecnológica que no sorprende comprobar su grado de popularización, impensable hace muy pocos años. Y es extraordinario también comprobar el avance de su implantación en países en vías de desarrollo, donde desde grandes centrales a pequeños “pico systems” pasando por cada vez más sofisticadas y eficientes mini redes híbridas, es sencillamente alentador. Pronostica un imparable avance que ayudará al desarrollo social y económico de muchos países deficitarios de servicios energéticos.
Pero es al mismo tiempo muy triste ver la terrible situación del sector en Europa y más concretamente en España. En la última PV SEC celebrada en Frankfurt (uno de los grandes eventos tradicionales en Europa en el que se unen científicos e industria), la atmósfera era casi de abatimiento y era patente la sonora ausencia de grandes compañías españolas y del resto de Europa.
¡Que situación tan injusta! Es increíble que después de haber realizado un enorme esfuerzo de inversión industrial, en I+D y en todo lo que se le pedía a un sector dinámico y entusiasta, en base a unas premisas negociadas con los diferentes gobiernos, y haber más que satisfecho las expectativas, ahora estén tratando al sector fotovoltaico con desprecio y casi con saña.
La falta de visión de futuro, la contradicción entre los mensajes políticos y la contumacia de los hechos está llevando a la desesperación a grandes, medianas y pequeñas empresas que han contribuido a generar riqueza para este país y que, siguiendo un proceso lógico, aún deberían seguir haciéndolo por muchos años. Viéndolo como espectador es doloroso, pero padecer las caprichosas, y cortoplacistas decisiones del actual gobierno como empresario es, sencillamente, desesperante. UNEF y otras entidades, junto al esfuerzo individual de algunas, todavía, grandes empresas están haciendo lo imposible por frenar esta absurda sangría, presentando propuestas y soluciones aquilatadas, pero es frustrante comprobar la falta de interés por parte de un gobierno que sigue huyendo hacia delante con decisiones que redundan en un gran perjuicio para el conjunto de la sociedad en el corto y largo plazo.
La tecnología fotovoltaica ha demostrado su competitividad y su capacidad de contribuir a un modelo energético realmente sostenible proporcionando un claro retorno a la inversión. Como premio: destruyámosla y perdamos lo que TODOS hemos invertido. Como diría la Sra. Esperanza Aguirre: ¡Para matarlos!