El mes pasado acababa mi artículo haciendo referencia a un señor, Eduardo Montes, que si bien ya era conocido en el mundo empresarial por su larga y diversa trayectoria profesional, últimamente se está haciendo muy popular como representante de Unesa.
No me voy a extender en comentar sus numerosas intervenciones en relación a la polémica generada por la implantación de la nueva tarifa eléctrica porque daría para un libro y hay personas muchos mas expertas que yo que, sin duda, hablarán de esto.
Pues bien, el Sr. Montes ha afirmado en algunas de sus numerosas intervenciones ser “un firme partidario” de la energía solar fotovoltaica, porque el estuvo en el “origen” de Isofoton, empresa que lamentablemente ha sufrido, como el resto de las industrias españolas el feroz ataque del Sr. Montes y sus representadas. ¡Oh contradicción! Ataque que se ha traducido en el escenario que todos conocemos.
Pero se da la circunstancia que esta tecnología se ha convertido en una de las más competitivas en el mundo, muy lejos los costes actuales de aquellos que el poderoso lobby al que representa el Sr. Montes utiliza desde su ya muy lejana experiencia en la industria fotovoltaica. El profesor Luque estará perplejo.
Y los DATOS no pueden ser mas contundentes: En 2013: 37.000 nuevos megavatios instalados, superando a la eólica en más de 2.000. ¡Quién se lo iba a decir al representante de Unesa!
Países europeos tan retrasados como Alemania, Italia y Gran Bretaña parece que no están tan convencidos como el nuestro de los males de esta tecnología y en 2013 han instalado respectivamente, 3.300, 1.400 y 1.000 nuevos megavatios. ¿Estarán locos los alemanes y los ingleses? Porque en esos países los costes de generación son significativamente mayores que en España, por lo que el “daño” al sistema es mucho mayor.
Todos sabemos que es cierto que el sector y la administración españoles cometieron errores, pero eso no justifica renunciar a una tecnología que se muestra como una de las mas competitivas y de las que más pueden ayudar a la independencia energética de nuestro país. Pero eso, ¿a quién le interesa?: Tan sólo a nuestra sociedad y a nuestra economía. Incluyendo al medioambiente, la industria y el empleo. Desde luego, no a las eléctricas.
La buena noticia es que los espectaculares desarrollos tecnológicos en la electrificación rural con mini redes y otros sistemas aislados en Países en Vías de Desarrollo está acercando la posibilidad de “desconectarse” en países como España. Ya veremos si en unos pocos años, por esta obstinación a impedir el autoconsumo, (no hablemos ya del “balance neto”), las compañías eléctricas no pagan con creces su cor toplacismo, egoísmo y falta de visión.
Me ha llamado la atención que, mientras el debate del nuevo sistema de tarificación se recrudece y se incrementa la incer tidumbre en el impacto sobre el recibo de los consumidores, Iberdrola se gasta un buen dinero anunciando las ventajas de ser accionista de esta compañía.
Su rentabilidad permite, según explican en el comercial, que con los dividendos algunos inversores podrían pagar cursos de inglés a sus nietos.
Eso está muy bien pensado. Gracias a ellos, no nuestros nietos, nuestros hijos y nosotros mismos necesitamos hablar otros idiomas para salir de nuestro país a ganarnos el sustento. Y de paso bajamos la tasa de desempleo.
¡Qué país!