Comenzaré por el final: el autoconsumo fotovoltaico, tanto residencial, comercial, industrial, compartido, etc, es para siempre. Posiblemente la tecnología evolucione hacia otros materiales y veamos popularizarse paneles que no se fabriquen con células de silicio, pero, como solución, la energía solar fotovoltaica está para quedarse toda la vida. El 9 de octubre de 2015 se abrió la posibilidad de instalar, producir y consumir electricidad en empresas y viviendas. Con limitaciones, pero, por ejemplo, Iberdrola, lanzó su oferta “Smart Solar”, incluso un poco antes de esa fecha. En aquel momento yo también estaba activo ya en este nuevo mercado, que nada tiene que ver con experiencias anteriores en el mundo fotovoltaico.
Las empresas instaladoras y los distribuidores de materiales fotovoltaicos, supervivientes del mercado incentivado de inyección a red, fueron los primeros en activarse, sobre todo orientados a las instalaciones industriales, y poco a poco, entrando en el residencial que, normalmente, no interesaba. Conforme la normativa fue mejorando, más y más actores empezaron a interesarse por este “negocio” que poco a poco va creciendo, hasta que las condiciones extraordinarias de 2022 hacen que el mercado, literalmente, explote. Esas condiciones, lógicamente, no han permanecido en 2023 y, efectivamente, tenemos una crisis que se va a llevar por delante a algunas empresas activas en autoconsumo fotovoltaico. Normal.
Hasta aquí, podríamos calificar lo del 2022 de burbuja y lo del 2023 de pinchazo, pero ahora me gustaría profundizar en aspectos más concretos, que son los que, de verdad, explican lo que se podría convertir en una crisis real para muchas empresas. Para muchas que conozco, pero no voy a mencionar, la crisis y el riesgo de desaparición es real.
Los aspectos concretos
1. Eclosión
Incorporación de demasiados y muy diversos actores en muy poco tiempo. El problema es que hay gente que ha enfocado esta actividad como el entorno perfecto para dar un pelotazo o para crear sinergias con sus otros negocios. Todas las empresas energéticas, bancos, compañías telefónicas, comercios de todo tipo, la lista es enorme. Esto, de la forma que se ha producido, no ha sido bueno. Y solo ha pasado de esta forma tan extraordinaria en nuestro país.
2. Falta de formación, por falta de tiempo
Que se ha traducido, en muchos casos, en ofertas y proyectos imposibles. En muchos casos, se ha puesto a trabajar a profesionales que no estaban familiarizados con los componentes y eso se ha traducido en numerosos errores, tanto de diseño como de ejecución.
3. Competencia salvaje
Conozco empresas que han ido arriesgando a ir a pérdidas en algún proyecto para que un competidor no se lo llevase. ¿Qué necesidad había de estrujar a cada eslabón de la cadena para que los clientes finales mejorasen su periodo de amortización en unos meses, cuando las cifras que se obtienen sin necesidad de esas bajadas de precio son espectaculares?
4. Las subvenciones
De esto ya he escrito en numerosas ocasiones. ¿Para qué gastamos el dinero del Estado (o de Europa) en incentivar económicamente lo que ya, de por sí, es muy rentable? Quizá sería interesante ayudar en algunas regiones, por debajo de cierta radiación, y de forma escalonada, o para ciertos colectivos. Pero, en general, las subvenciones en FV sólo dan problemas.
5. Las administraciones públicas
En los concursos de las administraciones públicas lo que más se valora, por no decir lo único, es el precio, despreciando aspectos cualitativos y otros, como el origen de los componentes, que a nadie importa. Esto ha creado un mercado tremendamente lesivo para la salud financiera de los propios actores. Hay instaladores trabajando con márgenes brutos por debajo del 10% y grandes distribuidores por debajo del 3%. ¿Qué necesidad hay de trabajar con esta penuria de márgenes cuando España es el país de Europa con mayor radiación y, consecuentemente, a igualdad de precio, con los costes de generación más bajos?
6. El precio
El mayor problema de todos. Venimos describiendo esa feroz competencia, refiriéndome al precio de instalación, llave en mano, de un sistema de autoconsumo residencial o industrial. Pero si desglosamos el precio, y su evolución en el último año, nos encontramos con algo extraordinario: el precio de los paneles fabricados en China ha bajado, no un 25%, como se ha dicho en algunos medios. En un solo año ha bajado a la mitad. Y el impacto de esto es extraordinario. Porque ha sido de forma paulatina y, por ponerlo fácil, cuando alguien compraba un panel a China a treinta céntimos de euro el vatio pico (0,30€/Wp), tres meses después, cuando llegaba a España, el precio de venta ya era inferior al de compra, en muchas ocasiones.
Las consecuencias son muchas, y muy malas, y afectan de forma muy diferente a aquellas empresas que compran mucho stock frente a las que solo compran lo que van a instalar, pero los márgenes brutos bajan a la mitad y para facturar lo mismo tienes que vender, grosso modo, el doble. Precisamente el año en el que no solo no vendes el doble, sino que, con suerte, vendes lo mismo que en el 22. Y posiblemente, habiendo aumentado la plantilla. Y lo peor es que, al escribir estas líneas, esto no ha parado y nadie sabe cómo y cuándo acabará.
Epílogo
El año pasado se habló mucho acerca de la necesidad de recuperar la industria fotovoltaica europea y, de hecho, se han puesto en marcha algunos proyectos apoyados por la UE que, por esta imprevista e impresionante bajada de los precios de referencia en el mercado, están condenados al fracaso. ¿Casualidad? ¿Quieren los chinos evitar la competencia en nuestro continente, una vez casi aniquilada? La Comisión Europea está siendo ahora alertada por los riesgos de la competencia china en el sector del automóvil. Para que no pase lo que pasó con la fotovoltaica. No lo sé. Lo que sí sé es que en China tienen una capacidad de producción de paneles fotovoltaicos que excede con mucho la capacidad de absorción del mercado mundial. Aunque lo regalen. Pero está claro que esta situación no es sostenible ni allí ni aquí.
Pero, ¿cómo conseguir la mínima estabilidad en los precios que permita racionalizar el mercado?
Pues tampoco lo sé. Lo que sé es que España y Europa necesitan seguir instalando renovables de forma intensa, entre otras muchas cosas, para parar las emisiones. Esto, como la lucha contra el cambio climático, precisaría de un acuerdo de estados a nivel europeo. Y concentrar las inversiones en desarrollar una nueva tecnología que nos permita tener una cierta independencia en este tema tan crítico. O conseguir un acuerdo con China que proporcione estabilidad. Y en cuanto a las empresas españolas que puedan aguantar esta crisis, recordad que lo que no te mata te hace más fuerte, pero para que las empresas tengan futuro tienen que ganar dinero. El mercado puede y debe pagar justamente el trabajo y el esfuerzo. Con los componentes caros y con los componentes baratos.
Por Ernesto Macías, director general de Solarwatt España