Al final va a tener razón Manuel Fraga, que en 1960 lanzó la campaña que pretendía sacar a España del ostracismo y el aislamiento internacional, impulsando la que es ahora principal industria nacional: el Turismo.
Lo cierto es que España si era diferente, y no precisamente para bien, pero he llegado a pensar que en los últimos 40 años algo habíamos progresado en nuestra lucha constante de acercarnos a Europa, o más bien a los países centroeuropeos. Muchas estadísticas, efectivamente, nos han acercado a esos países de referencia, y en bastantes incluso los hemos superado, como en donantes para trasplantes, o en la estatura media de nuestros jóvenes, pero lamentablemente, en algunas cosas estamos aún muy lejos.
Una de esas cosas es la que se refiere a la “conciencia ecológica”, pero más allá de esa conciencia o reconocimiento del problema, me refiero a lo que individualmente estamos dispuestos a hacer para mejorar las cosas (que no hay duda, ni negamos, que hay que mejorar). Mi experiencia en los últimos meses no es precisamente muy positiva, aunque pone de manifiesto importantes contradicciones en las actitudes de la gente con la que me he ido encontrando.
En general, cuando se habla de la necesidad de cambiar el modelo energético, casi nadie discrepa de la necesidad de ir a un modelo de generación que elimine las emisiones y también los riesgos potenciales de la nuclear. Pero cuando esto se traduce en la posibilidad real de que seas tú el que lo pueda hacer, por ejemplo poniendo una instalación de autoconsumo en tu casa o en tu empresa, la discrepancia se traduce en una pregunta: ¿Pero cuánto tardo en amortizarlo? Pregunta que, en general, nadie se hace cuando compra otro tipo de bienes, muchos de ellos representando una inversión mayor.
Y es ahí cuando saco el libro gordo de Petete: De acuerdo con diferentes estudios, por ejemplo, los alemanes invierten en FV principalmente por su preocupación por el medioambiente y el factor económico es secundario. ¿Por qué en muchos países europeos se consumen alimentos “bio” o “eco”, a pesar de ser considerablemente más caros? ¿Por salud? Pues no, porque para producirlos se respeta el medioambiente. Y eso es lo que más valoran los consumidores.
¿Por qué en estos temas que nos afectan tanto, muchas personas en España no están dispuestas a hacer el “esfuerzo” que hacen en otros países? Ni idea. Pero es un hecho que la mayoría de clientes particulares de energía solar en la costa de Levante son extranjeros. Y están en, exactamente, las mismas condiciones que los nacionales.
¿Cambiaremos algún día? Porque si no cambiamos, por mucho que rompamos barreras y mejoremos, por no decir eliminemos, decretos, España seguirá siendo el país de mayor potencial de Europa, pero seguiremos sin aprovechar el sol. ¿Cómo arreglamos esto?
Hace unos días coincidí en un encuentro con periodistas con Assumpta Farran, la directora del ICAEN. Ella sí que sabe lo que hay que hacer y lo explicó con claridad y convencimiento: los ciudadanos nos tenemos que involucrar más, y los gobiernos fijar objetivos mucho más ambiciosos. Y dejar de decir eso de: Spain is different. Más nos vale.
