Se me había ocurrido este título para encabezar algunas reflexiones respecto a lo que, en realidad, me importa a mí, y he puesto la frase en internet. Aparte de una película, a la que ponen regular, me he encontrado con una fundación que se llama así: Lo que de verdad importa. En su página web detallan muchísimos casos de superación personal y de salud, resistencia a la adversidad y otros ejemplos que pretenden poner de manifiesto lo que realmente importa en la vida. Y posiblemente, y perdón por la obviedad, lo que más importaría es la vida. Y la salud. A partir de ahí todo es bastante subjetivo.
Otros compañeros y yo mismo, venimos años poniendo de manifiesto la necesidad de cambiar el modelo energético en los artículos que publicamos en esta revista que se sitúa en el ámbito del mundo de las energías renovables. Pero todos sabemos que esto no es suficiente, hay que modificar también el modelo económico y social, la alimentación, el transporte y todo lo que está afectando a la alteración del medio ambiente y al tremendo cambio del clima que estamos experimentando. Pero centrémonos en la energía y el transporte.
Poco después de encontrarme personalmente a Al Gore, en 2006, cuando vino a España a presentar “Una verdad incómoda”, conocí a Herman Scheer, uno de los grandes impulsores de las energías renovables en Europa, y el impulsor de Irena. Tuve la suerte de compartir una cena en Bonn con él y mis amigos del IDAE (siempre con Marisa Olano) cuando se decidió la creación de esta agencia en 2009. Fue un momento de ilusión, pensando que era un paso importante para poner freno a los pronósticos que nos presentó el señor Gore, y que provenían del IPCC, Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, fundado en 1988.
Lo cierto es que los avances, existiendo, no están generando un impacto relevante en el acelerado cambio del clima. No creo que los expertos del IPCC pudieran haber previsto cuando se realizó ese documental que ya en 2018 superaríamos las 410 ppm de CO2 y que en Makkaur, en el norte de Noruega, a 70,7 0N, cientos de Kms dentro del Círculo Polar Ártico, la noche del 18 al 19 de Julio pasado, no bajaran de 25,2 0C. Temperatura más alta que la media más baja en Sevilla para un mes de Julio (24,10C en 1977).
No quiero decir que este sea el asunto más importante, pero la amenaza a la vida en el planeta (al menos como la conocemos hasta ahora) está ya afectando a millones de personas y, a pesar de los avances científicos y el aumento de la esperanza de vida, tengo el mal presentimiento de que esto va mucho más deprisa de lo que podíamos pensar hace 12 años. En su actualización de la “Verdad Incómoda” en 2017, Al Gore se muestra algo más optimista, sobre todo por el extraordinario avance de las renovables.
Los incendios de este verano en Suecia, víctima de una ola de calor extrema, como muchos otros países del norte, son otra muestra muy elocuente de este problema al que se sigue sin dar una respuesta contundente.
Es bueno que Pedro Sánchez anuncie en Nueva York ambiciosos objetivos en nueva capacidad en EERR en España y que se presente como un nuevo adalid internacional. Pero, ¿A qué están esperando para tomar medidas concretas? Cambiar el modelo energético no es lo único urgente que hay que hacer. Pero al menos ayudaría. Como eliminar las barreras al autoconsumo o cerrar las centrales de carbón.