Esas preguntas me obligaron a ordenar mis ideas para darle a mi amigo una respuesta estructurada convincente. Ésta:
• Hay una preocupación latente en la ciudadanía acerca de la sostenibilidad ambiental, el cambio climático y el calentamiento global, que no se refleja en su intensidad real en la agenda de los políticos. Estos parecen estar a otra cosa. A sus cosas. Los centenares de millones de hogares que, en este momento, apagan sus luces deberían ser una señal luminosa (paradoja intencionada) para que los gobernantes de todo el mundo se apliquen en serio y de una vez a la búsqueda de soluciones.
• El modelo energético actual es inviable desde hace varios lustros. Los saben los expertos desde hace varias décadas y seguimos instalados en el paradigma de la generación energética a partir de combustibles fósiles (incluyendo esperpentos como nuestras políticas oficiales sobre el carbón).
• La energía eólica y, particularmente, la solar fotovoltaica han experimentado avances tecnológicos hace poco inimaginables, de tal modo que ésta última, la solar fotovoltaica, es hoy la tecnología de generación de energía eléctrica más barata del mundo, la única escalable, desde una casa hasta una industria. Cabe destacar, además, que es la más sencilla de obtener, pues se genera en instalaciones modulares básicas que no precisan mantenimiento alguno durante toda su existencia.
• No han sido los poderes públicos ni sus políticas de progreso quienes han hecho avanzar la transformación de un modelo que claramente puede acabar con el planeta, sino la iniciativa científica e industrial que ha dado en pocos años pasos de gigante al hacer posible y asequible una fuente energética cien por cien sostenible, de cero emisiones y al más alto nivel de confort para sus usuarios, domésticos o no. El autoconsumo fotovoltaico es un ejemplo, el coche eléctrico es otro, los avances en eficiencia energética (tecnología led), también, y así sucesivamente.
• Cuando la gente se suma con sus apagones a esa llamada de atención colectiva lo
hace esperando y deseando que las políticas públicas impulsen todas estas tecnologías ya existentes y que, cuanto antes, se puedan a ver los efectos paliativos en el desastre inexorable del cambio climático.
Eso es lo que le dije a mi amigo y fue convincente. Hoy le diría mucho más. Cada año vamos disponiendo de mejores recursos tecnológicos para frenar el grave deterioro del medio ambiente que ocasiona un modelo energético, claramente, obsoleto y vigente en buena medida por la presión de los lobbies sobre los gobiernos, que es ingente.
Pero ya no se lo voy a decir, porque está más que convencido. De hecho este año, él ya no va a apagar la luz porque a esa hora su casa se estará alimentando con la energía solar acumulada en el sistema de paneles fotovoltaicos con batería que instaló hace unos meses, como muchos españoles que han encontrado en el autoconsumo la forma de contribución más fácil y eficaz contra las emisiones.
La hora del planeta, es la hora de todos nosotros y de los que nos sucederán. El apagón es una luminosa llamada de atención para todos.