La mayor parte de las personas que leemos y colaboramos con esta revista tenemos en común una alta sensibilidad respecto a los temas medioambientales, el ecologismo, el cuidado de nuestro planeta y, por supuesto, la búsqueda de la mejora de nuestras vidas gracias al uso de las energías renovables, entre otras cosas. Dentro de este amplio espectro de personas, las habrá que viven en eco aldeas, con una dieta vegetariana y llevando al máximo ese compromiso de respeto a la naturaleza. Y también otros que, como yo, nos quedamos en una posición no tan “integral” pero también comprometida. Pero de lo que estoy seguro es de que todos tenemos una gran sensibilidad social. Es decir, que lo que más nos preocupa es la vida de las personas con las que compartimos este frágil planeta.
Este verano, el terrible espectáculo ofrecido en todos los medios de comunicación, casi diario, de los muertos de la inmigración, o su intento, en medios miserables, inhumanos y de resultados catastróficos es en sí mismo algo abominable e intolerable, pero además es muy sintomático del enorme desequilibrio de este planeta.
Sabemos que el origen de esta terrible migración, que no sólo ocurre en nuestro continente, tiene diversas explicaciones: huida de la guerra de Siria, huida de otros escenarios de violencia, intentar salir de la miseria más absoluta, e incluso, simplemente, intentar mejorar las perspectivas de vida tuyas y de tu familia. Esto nos es muy familiar, aún hoy en día, a los españoles.
Sabemos, también, que una parte importante de los escenarios de miseria se está generando por impacto del cambio climático en muchas regiones del planeta. Y es un hecho que esto está yendo a más. De ahí la hasta cier to punto sorprendente reacción de Obama este verano. Mientras tanto el debate de nuestros políticos es saber cómo nos repartimos o si aceptamos las “cuotas” de inmigrantes que propone la Comisión.
Pero, si conocemos el origen del problema, ¿por qué no atacamos el problema? ¿Por qué no ayudamos a esos países a desarrollar infraestructuras productivas, a mejorar su gestión del agua, a proporcionar ser vicios energéticos a sus habitantes? Sabemos, además, ¡que esto beneficiaría a nuestras empresas!
La Comisión Europea prepara un Plan muy ambicioso y que, para variar, Alemania –siempre Alemania como ejemplo– tiene sus propios y consistentes planes de ayuda al desarrollo que de forma tan saludable revierten en sus empresas: Bueno para ti, bueno para mí.
Un ejemplo, que si se lo contamos a un político español (del partido que sea) no se lo creería: A primeros de octubre estaba prevista una conferencia de EERR en Ciudad del Cabo. Y Sudáfrica, siendo de lo mejorcito de África, no podía dar ninguna garantía de responder a los compromisos.
Organizadores: Berlín, tenemos un problema: Pues ahí van dos millones para garantizar el desarrollo de la conferencia (SAI REC). No todos los países son impasibles. Tendrán su recompensa. Y la satisfacción de saber que están ayudando –de verdad– a mejorar la vida de las personas más desfavorecidas…
Y la de sus ciudadanos, por supuesto, con autoconsumo LEGAL, en sus casas. ¿A qué esperamos aquí?