Este largo y cálido verano, al que todavía le quedan unas semanitas, me ha ido enseñando cosas muy interesantes desde el entorno de la energía solar fotovoltaica. Interesante es, de entrada, que después de tantos años de retraso, se vaya convirtiendo en algo que poco a poco va conociendo la sociedad como algo interesante para instalar en sus casas o en sus empresas. Llevará aún más tiempo, pero seguro que en nuestro país acabaremos sacando el máximo provecho al sol.
Ahora bien, una cosa es el autoconsumo, por el que tanto se ha peleado, y que ya está casi perfectamente configurado: desde las instalaciones domésticas más pequeñas a mega plantas de 8 MWp en la industria cerámica, que yo haya conocido. Y otra cosa es lo que he oído calificar como la “nueva burbuja fotovoltaica”. Algunos de los que vivimos las consecuencias del 661 en primera línea sabemos que los contextos son totalmente diferentes y que, por lo tanto, no se puede comparar lo que fue un mal decreto súper dopado de subvenciones y que, simplemente, era insostenible, a una situación como a actual, en dónde inversores grandes y pequeños ven de nuevo en la fotovoltaica la oportunidad de obtener una alta rentabilidad asegurada. ¿O no tanto?
A finales de agosto escuché en la cadena SER una información, muy comentada, en la que se hacía referencia a los puntos de conexión solicitados para instalar más de 100.000 megavatios. Es decir, prácticamente duplicar la potencia instalada. Me encanta enseñarle a la gente que no la conoce la página WEB de Red Eléctrica. Es buenísima. Puedes ver, al instante, la electricidad que se consume y cómo se está generando. Y claro, no dejo de pensar qué va a pasar cuándo se instalen esos más de 30 gigavatios de fotovoltaica que se supone que tendrían que estar en 2030 pero que seguro que estarán instalados mucho antes. Si nadie lo remedia.
Como sabéis, en España muy rara vez sube la demanda hasta los 40 gigas, pero es que si la instalación de autoconsumo industrial sigue subiendo al ritmo esperado (y deseado), la demanda en la red bajará y mientras tengamos la estructura de generación que tenemos, aun eliminando ya el carbón, ¿cómo se va a gestionar un sistema tan sobredimensionado? ¿Qué van a demandar los inversores de las mega plantas cuando vean que no pueden vender la energía tal y cómo estaba “previsto”? ¿Nos tendremos que inventar un subsidio por su “disponibilidad”?
Que hay que seguir apostando por la fotovoltaica no lo duda nadie, pero cuando tengamos instalados y conectados a la red esos miles de megavatios más, va a pasar como ya pasa en California, que, simplemente, el precio baja casi a cero; y eso es algo que los actuales inversores de megaplantas deberían conocer perfectamente.
Mientras tanto, los que opten por el autoconsumo pueden estar mucho más tranquilos, aunque el precio de día se hunda el precio final sería muy difícil que bajase. ¿Y qué pasará con la eólica y otras tecnologías? Pues lo mismo. Que lo van a sufrir en carne propia. Me gustaría estar equivocado, pero o yo hago los números muy mal o quién tiene que hacerlos no los ha hecho.