Permitidme que os cuente una historia bastante personal. A primeros del mes de abril celebramos en Ámsterdam el décimo aniversario de la Asociación que fundé hace 10 años, en plena euforia de los mercados de inyección a red en Europa y también en España. Yo trabajaba en Isofoton, una de las empresas pioneras a nivel mundial en la fabricación de células fundada en 1981 por el profesor Antonio Luque y que durante 20 años creció gracias a la electrificación rural.
Me cautivó la extraordinaria cualidad que tienen unos simples módulos fotovoltaicos, en mitad de la nada, para proporcionar te el milagro de la energía eléctrica y todos los beneficios que eso significa. Después conocí otras tecnologías y eso me animó, con un enorme apoyo de Isofoton y también de EPIA, que yo presidía en aquella época, a lanzar, muy despacito esta iniciativa.
Hace sólo diez años la gran barrera para la electrificación rural era el precio de los sistemas. No la única, pero quizás la más impor tante. En aquellos tiempos hablábamos de la necesidad de proporcionar electricidad a 1.200 millones de personas, millón arriba, millón abajo. Hoy en día el coste de los sistemas no es un obstáculo, pero a pesar de lo muchísimo que hemos avanzado en compromisos políticos de los PVD y de los grandes organismos multilaterales, la cifra de personas sin acceso sigue siendo la misma.
La cosa es mucho más grave si tenemos en cuenta el interés y el esfuerzo, no ya de pequeñas empresas que llevan muchos años dedicadas a esta actividad, sino de grandes corporaciones que ven en el acceso a la energía un casi seguro mercado de futuro. Y lo será. Con enorme alegría he visto cómo se han ido uniendo a pioneros como TTA y Bornay, grandes corporaciones como EON, Iberdrola, EDP, Siemens, Schneider, ABB, etc.
Pero, entonces, ¿por qué no va esto más rápido? En Ámsterdam celebramos una cumbre de Electrificación Rural en la que participaron importantes mandatarios. Voy a poner dos ejemplos: El primero, Rachel Kyte, la nueva CEO del SE4ALL, de la que mucha gente me comentó que la habían encontrado triste, poco animada y a pesar de ser nueva en el cargo, como cansada. Tuve una larga charla con ella, que viene de ejercer un importante cargo en el Banco Mundial y mi interpretación es que precisamente es una persona muy profesional que entiende las grandes complicaciones y contradicciones de la política. Y eso con los retos de su nuevo cargo, no anima. El segundo, Roberto Ridolfi, de la Comisión Europea, que admitió que su programa de financiación, mil veces anunciado, ha tardado mucho más de lo deseable en lanzarse. Y lo explicó: demasiada burocracia, demasiadas contradicciones políticas. Porque al fin y al cabo son los políticos, a veces indiferentes o enormes ignorantes, cuando no algo peor, los que hacen que las cosas vayan o no.
Hemos llegado a pensar que esto lo podíamos cambiar los ciudadanos, pero el “sistema” es poderoso, abduce y transforma a la mayoría de los que se dedican a “representarnos”. Allí o aquí. Que nos lo digan a los españoles. ¡Que triste espectáculo!