La Unión Europea ha instalado en los doce meses de 2023 más potencia eólica que nunca antes en un año: 16,2 gigavatios (GW). El 79% de ese total, sobre tierra firme. El 21% restante, mar adentro. Más de un giga ha venido de la mano de la repotenciación de turbinas viejas. La locomotora eólica de la Unión Europea, Alemania, ha sido la primera de la clase, con casi 3,9 gigavatios instalados. La inversión en eólica marina ha pasado de 400 millones de euros en 2022 a... 30.000 en 2023.
La asociación europea del sector eólico, WindEurope, acaba de publicar esos y muchos otros datos en su Anuario 2023: “Wind energy in Europe: 2023 Statistics and the outlook for 2024–2030”, documento que, como su propio título adelanta, hace por una parte balance de la actividad sectorial en este último curso e incluye por otra además un jugoso análisis con vistas al Horizonte 2030.
La conclusión primera del mismo en todo caso no lanza campanas al vuelo. Antes al contrario: aunque este ha sido un gran año para la eólica europea –apuntan desde WindEurope–, la potencia instalada (esos 16 gigas nuevos) es sin embargo insuficiente para alcanzar el Objetivo 2030 que se ha fijado Bruselas.
¿Y cuál es ese objetivo?
Pues que la cuota de renovables en el consumo energético total de la UE alcance el 42,5% en 2030. Para ello, la Unión Europea –estima la asociación– debería instalar 33 gigavatios de potencia eólica cada año entre 2024 y 2030, por lo que los 16 susodichos (los 16 conectados este último curso, año 2023) están muy–muy lejos de esa velocidad de crucero.
WindEurope reconoce que la reciente implementación, por parte de Bruselas, de medidas que agilizan los procesos administrativos de autorización de parques está acelerando ya esa velocidad, y admite así mismo un repunte en las inversiones (en el caso de la eólica marina, realmente extraordinario), pero alza muy nítida una voz de alerta: la mayor amenaza ahora mismo en la hoja de ruta de la eólica está en las redes eléctricas terrestres y marítimas de Europa.
Los gobiernos nacionales –apunta en su Anuario, muy explícita, la asociación– deben invertir cuanto antes en la expansión, refuerzo u optimización de sus redes de transporte y distribución: “National Authorities should invest in expanding, reinforcing or optimising their transmission and distribution networks as soon as possible”. Ese es la gran idea fuerza del informe Estadísticas 2023 y Previsiones 2024–2030 que acaba de publicar WindEurope.
A continuación, los datos
Alemania (con 3.900 megavatios, 329 MW, marinos), Países Bajos (con 2.400, de los cuales 1.900 han sido erigidos mar adentro) y Suecia (con casi 2.000 megas, o dos gigavatios, todos en tierra firme) han ocupado las tres plazas del podio eólico UE 2023. Gracias a toda esa potencia y a la añadida en las demás naciones del Viejo Continente a lo largo del último curso, la electricidad eólica ha ganado peso en el mix eléctrico europeo en este año 2023 que acabamos de dejar atrás. En concreto, y según los datos recabados en su Anuario por WindEurope, ha supuesto el 19% del total del mix eléctrico europeo.
Dinamarca ha sido la nación que más porcentaje de electricidad eólica ha registrado: 56%. Pero ha habido otros 8 países en los que el viento ha sumado por encima de los veinte puntos: Irlanda (36%); las muy pobladas e industrializadas Alemania (31%); Reino Unido (29); y Países Bajos (27); Suecia (26%); Portugal (26); España (23,5%, según dato REE); Lituania (21); y Grecia (21). La generación eólica en la Unión Europea se ha anotado 466 teravatios hora en 2023, trece puntos más (+13%) que lo que el parque eólico de la UE produjo el año anterior: 412 TWh.
El año de la inflexión
El año 2023 –consideran en la asociación– arroja un saldo positivo para el sector en materia regulatoria. Positivo gracias al impulso que, desde las instituciones europeas, se le ha dado a una serie de medidas que afectan a “áreas críticas para la expansión de la energía eólica”. Medidas por ejemplo relativas a los procedimientos administrativos de autorización de instalación de nuevos parques, y/o medidas que ya han empezado a dar sus frutos.
Porque lo cierto es que Europa ha aprobado más autorizaciones para nuevos parques eólicos en 2023 que en años previos. Alemania y España por ejemplo –reconocen en WindEurope– han autorizado en 2023 un 70% más potencia eólica terrestre que en 2022. El caso alemán es particularmente significativo: 7,5 gigavatios (7.500 MW) han recibido allí luz verde en 2023. Francia, Grecia, Bélgica y Reino Unido también han incrementado el número de autorizaciones.
Más allá de sus Estadísticas, el Anuario 2023 de WindEurope incluye un apartado de Perspectiva 2024–2030 (previsiones) que la asociación ha elaborado a partir de los proyectos en cartera, las inversiones anunciadas y la información disponible sobre autorizaciones administrativas y subastas gubernamentales.
Según esas Previsiones, la Unión Europea instalará una media de 29 gigavatios cada curso a lo largo del próximo septenio (2024–2030), es decir, que casi doblará, cada uno de esos años, la potencia eólica que ha instalado en este año 2023 que acaba de concluir (los susodichos 16 gigavatios). Si las previsiones de WindEurope se confirman, el parque eólico de la UE alcanzaría los 393 gigavatios (393 GW) en el año destino (2030), guarismo extraordinario, pero que quedaría lejos en todo caso del objetivo climático–energético (425 GW) que se ha fijado la Unión para ese año (para alcanzar ese hito habría que instalar 33 gigas al año, y no 29).
Durante este lapso, es decir, durante los próximos siete años, la eólica terrestre supondrá –según las estimaciones de WindEurope– al menos dos tercios de toda la nueva potencia instalada, pero la eólica marina –matizan desde la Asociación– va a ir acelerando progresivamente su despliegue, conforme se vaya acercando al año horizonte, y precisamente en ese curso, en el año 2030, el segmento marino superará por primera vez en potencia anual instalada al terrestre. Eso sí: por el camino el sector se va a encontrar (ya se está enfrentando a) todo un reto: la red. Y es que las autorizaciones de acceso y conexión a red se están convirtiendo –dice explícitamente la asociación– en “el mayor cuello de botella para el despliegue de la energía eólica”.
La mirada (y la acción) política europea, en lo que se refiere a la eólica, ha cambiado durante el curso 23 de manera significativa, y a positivo, según la asociación. Porque tanto Bruselas como los gobiernos nacionales han reconocido el difícil momento por el que atraviesa la industria eólica del Viejo Continente (a la que le está haciendo mucho daño la competencia china), han reconocido así mismo la necesidad que tenía y tiene el sector eólico UE de ayuda urgente, y han empezado a obrar en consecuencia.
La Comisión Europea ha alumbrado así en octubre el European Wind Power Action Plan, un paquete de medidas con el que Bruselas ha identificado quince acciones concretas e inmediatas para fortalecer la industria UE. Además, en diciembre, hasta 26 países de la Unión (y trescientas compañías del sector) han firmado la denominada European Wind Charter, una carta de intenciones con la que respaldan el Paquete Eólico Europeo y se comprometen a tomar las acciones que, en ese marco, les competan.
Paquete y Carta comprometen a los gobiernos nacionales a ayudar a la industria eólica europea mediante la convocatoria de subastas que (1) tengan en cuenta los costes reales actuales de instalación; (2) tengan criterios de precualificación estrictos sobre las turbinas que pueden ser instaladas en Europa; y (3) proporcionen una mayor visibilidad a la industria local mediante calendarios claros de subastas y volúmenes concretos de potencia a adjudicar, para que la industria europea pueda planificar mejor.
El Paquete también compromete a la Comisión Europea a apoyar la industria eólica a través de un Fondo de Innovación y del Banco Europeo de Inversiones, que deberá ofrecer contragarantías para apoyar las ventas de equipos.
UE, la fábrica de 36 gigavatios
WindEurope también considera positivo el recientemente acordado EU Net–Zero Industry Act (ley de la Industria Cero Neto en ceodós), que viene a reconocer la necesidad de criterios de precualificación estrictos (grosso modo lo que vendría a plantear es que las máquinas a instalar en territorio UE sean fabricadas en la UE) y establece un objetivo anual ambicioso de 36 gigavatios para la fabricación de turbinas eólicas en Europa.
Las perspectivas están empezando a ser nuevamente positivas para la eólica en Europa, reconocía en ese sentido hace unos días el director general de WindEurope, Giles Dickson. “Las inversiones aumentan. Están siendo subastados y construidos volúmenes de potencia récord. Y los gobiernos –se felicita Dickson– se han comprometido con el Wind Power Package y con la Carta europea para reforzar la industria eólica europea”
Así las cosas, la industria se está recuperando. “La cadena de suministro eólico euro pea –destaca el CEO de WindEurope– está volviendo a los beneficios y construyendo las fábricas necesarias para alcanzar los objetivos europeos de la UE. Ahora confiamos en que podremos acercarnos a los objetivos UE” (que la eólica aporte el 35% de la electricidad en 2030. Eso sí –insiste–, ese objetivo se alcanzará “siempre que Europa acelere el despliegue de las redes para conectar todos los nuevos parques eólicos”.
Porque las redes son los nuevos cuellos de botella. “Para incrementar la instalación eólica anual desde los 16 gigavatios actuales registrados en la Unión Europea el año pasado a una media de 29 para 2030, Europa necesita acelerar de manera urgente –alerta WindEurope– el despliegue de nuevas y optimizadas redes eléctricas”. Porque hay cientos de gigavatios de nuevos parques eólicos –advierten en la asociación– que están actualmente esperando su acceso y conexión a red.
En Alemania –recordaban hace apenas unos días en WindEurope–, las mismas autoridades reconocían que hay más de 6.000 MW de potencia marina afectados por retrasos en su conexión. WindEurope habla de “más de dos años de retraso” en algunos casos.
La asociación reconoce que la UE ha asumido “plenamente” el problema con su Plan de Acción sobre Redes Eléctricas, pero advierte que la implementación de este plan debe ser “una prioridad energética top” no solo para esta Comisión Europea, sino también para la próxima, “así como para todos los gobiernos nacionales” y recuerda por otro lado que, además, Europa también necestia invertir más en puertos y en otras infraestructuras de transporte si quiere alcanzar sus objetivos energético–climáticos 2030 y 2050.
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