Nueve entidades de seis Estados miembros de la Unión Europea acaban de lanzar en Bruselas el proyecto Wendy, cuyo objetivo es identificar y analizar "los principales factores técnicos, medioambientales y sociales" que hace falta conocer para "optimizar la aceptación de la energía eólica". Europa lleva décadas trabajando para reducir su dependencia energética de las importaciones de combustibles fósiles (sobre todo gas y petróleo) y para minimizar sus emisiones de gases de efecto invernadero (producidas precisamente, en su gran mayoría, por esos combustibles fósiles). El caso es que este esfuerzo se está acelerando ahora debido a los precios de estos combustibles, disparados desde hace meses por muchos motivos, pero sencillamente disparatados desde que comenzara la guerra de Ucrania (hasta ahora Rusia había sido un proveedor fundamental de gas y petróleo para la Unión).
Pues bien, una de las soluciones a la dependencia de otras naciones es proveerse de energía producida con recursos autóctonos, como el viento, que no hay que importarlo ni de Rusia ni de ningún otro rincón del planeta. La Unión Europea lo sabe -conoce bien sus "yacimientos" de viento- y por eso quiere que en 2030 haya un parque eólico continental de 510 gigavatios de potencia (hoy no hay en la Unión ni 200 gigas instalados). A escala doméstica, España también sabe de las virtudes de producir energía con recursos autóctonos, sabe así mismo muy bien del ahorro que ello puede suponer en importaciones de combustibles fósiles, y por eso también se ha fijado un objetivo 2030 muy ambicioso: 50 gigavatios de potencia eólica (hoy no hay aquí ni 30). Con ese horizonte en perspectiva, la eólica está llamada a ser la primera fuente de generación eléctrica aquí durante la próxima década.
Pues bien, en ese escenario de carrera contrarreloj (contra la dependencia energética de potencias extranjeras y contra el cambio climático), la Asociación de Empresas de Energías Renovables de España (APPA) y otras ocho entidades que representan a Estados miembros de la Unión Europea se han embarcado en el proyecto Wendy, cuyo objetivo es identificar y analizar "los principales factores técnicos, medioambientales y sociales" que hace falta conocer para "optimizar la aceptación de la energía eólica". Los socios del proyecto son la susodicha APPA Renovables, el Copenhagen Business School, la compañía italiana Enel Green Power, la Fundación Circe, Marin Energi Testsenter, Q-Plan International Advisors, Stiftelsen Norsk Institutt for Naturforskning NINA, Energeiaki Koinotita Anatolikis Kritis y White Research. El proyecto se desarrollará a lo largo de los próximos 36 meses.
Wendy
«La aceleración en la instalación de proyectos eólicos necesita una importante labor a nivel técnico, medioambiental y social para minimizar los impactos y optimizar la aceptación»
Wendy pretende acelerar la transición desde el Nimby al Pimby... Así lo explican las entidades impulsoras de esta iniciativa.
«El fenómeno Nimby (Not In My Back Yard, no en mi patio trasero) en el que los ciudadanos no se oponen al desarrollo renovable, y eólico en particular, pero no quieren que se instalen los proyectos en sus municipios o zonas próximas, está dándose con más frecuencia según va avanzando y acelerándose la instalación de energías limpias. Pues bien, el objetivo del proyecto europeo Wendy es cambiar el Nimby por el Pimby (Please, In My Back Yard; por favor, en mi patio trasero). Para conseguirlo, se realizarán análisis multicriterio para identificar los factores técnicos, medioambientales y sociales que aumentan la aceptación de esta forma de energía»
APPA Renovables pasa por ser la asociación de referencia de las energías renovables en España. Creada en 1987, la Asociación está integrada por más de 400 empresas y entidades que desarrollan su actividad en el sector de las energías limpias, constituidas en Secciones de las siguientes tecnologías: autoconsumo, biocarburantes, biomasa, eólica, geotérmica, hidráulica, marina, minieólica y solar fotovoltaica.