Cuando una pala de aerogenerador llega al fin de su vida útil, en la actualidad pueden ocurrir tres cosas: que sea troceada y traslada a un vertedero; que se la queme como combustible para generar electricidad; o que sea triturada con el fin de utilizarla como relleno en la construcción. El objetivo de la investigación comandada por la Universidad de Massachussets Lowell es crear nuevas palas totalmente sostenibles y que puedan ser recicladas Es decir, prescindir de los compuestos de fibra de carbono y resinas epoxi con los que se elaboran ahora y realizarlas con otros materiales que cumplan los requisitos señalados.
"La gran mayorÌa de las palas actuales están hechas de materiales compuestos que contienen grandes cantidades de resinas, que son productos derivados del petróleo, y al final de sus vidas son muy difÌciles de reciclar", explica el profesor Christopher Niezrecki, investigador principal del proyecto y miembro del Grupo de EnergÌa Eólica (Wind Energy Research Group, Werg) de Massachusetts Lowell. Sin embargo, este tipo de palas puede tener los días contados
Trabajos desarrollados anteriormente con polÌmeros “bio" han permitido que ya haya nuevos materiales termoplásticos más sostenibles, aunque inadecuados para los estrictos requisitos que debe cumplir la energÌa eólica. "Nuestros esfuerzos se centran en las resinas termoestables epoxÌdicas elaboradas a partir de aceites vegetales (como el de linaza o colza), una materia prima no tóxica, sostenible y de fácil acceso”, explica Niezrecki en la web de la Universidad.
De tener éxito, esta investigación no solo permitirá recuperar fácilmente los materiales de las palas, también contribuirá a minimizar el consumo energético y los costes de producción. Además, la nueva tecnologÌa podrá ser utilizada en muchos otros productos que emplean los mismos materiales que las palas de los aerogeneradores, como barcos, piscinas, bañeras o sillas.
Se estima que en el año 2030, en EEUU habrá entorno a 170.000 aerogeneradores, y esto puede suponer unas 34.000 palas desechadas cada año. A nivel mundial, la cifra podría llegar a las 170.000 palas desechadas para entonces.