El proyecto, del que informa la prensa británica, prevé que La isla artificial quede construida hacia 2027, ocupe una extensión de 6 km cuadrados y esté rodeada por varios parques eólicos marinos, que se irían desarrollando en diferentes fases. Estas instalaciones enviarían la electricidad mediante largos cables submarinos a seis países, cubriendo las necesidades de unos 80 millones de personas.
Le electricidad generada por este "North Sea Wind Power Hub" llegaría en primer lugar a Gran Bretaña y los Países Bajos, y más tarde a Dinamarca, Alemania, Noruega y Bélgica.
La isla contaría con su propia pista de aterrizaje y puerto, así como una red de carreteras, un parque y un lago artificial, y albergaría un pequeño equipo de personal permanente. El coste de construir la isla ha sido estimado en 1.500 millones de euros por sus promotores, que mantienen conversaciones con otras compañías de energía y socios industriales interesados en sumarse al proyecto.
Dogger Bank, a 78 millas (125 km) de la costa este de Yorkshire (Reino Unido), ha sido identificado como un potencial sitio para la construcción de la isla, al ser relativamente poco profundo (las profundidades oscilan entre los 15 y los 36 metros) y contar con fuertes vientos.
Los impulsores del proyecto, entre los que se encuentra Rob van der Hage, al frente de la compañía holandesa Tennet, ha declarado a The Guardian: "Es crucial para la industria continuar con la ruta de reducción de costos (..). El gran desafío al que nos enfrentaremos hacia 2030 y 2050 es que la energía eólica terrestre se verá obstaculizada por la oposición local y a que la costa cercana estará casi llena. Es lógico que busquemos áreas más alejadas de la costa ".
En cuanto al desafío tecnológico que supone, Van der Hage dijo: "¿Es difícil? En los Países Bajos, cuando vemos un pedazo de agua, queremos construir islas o aterrizar. Hemos estado haciendo eso durante siglos. Ese no es el mayor desafío ".
Ray Thompson, jefe de desarrollo de negocios de Siemens-Gamesa para Reino Unido e Irlanda, coincide con Van der Hage en que este proyecto podría ser una solución para las distancias crecientes desde la costa donde se están construyendo los parques eólicos. "Si se consiguen superar los desafíos técnicos y comerciales, el concepto de una isla artificial es una idea emocionante e innovadora que podría ayudar a reducir aún más los costos en el futuro y facilitar parques eólicos cada vez más grandes".