El año 2020 ha sido clave en lo que respecta a la energía eólica rusa, ya que, a pesar de la pandemia se pusieron en funcionamiento por primera vez numerosos parques eólicos industriales. Parques como Kochubeyevskaya (en la región de Stavropol Krai, al norte del Cáucaso), que suma 210 MW y está suministrando electricidad a la red rusa desde enero de este año. NovaWind JSC, la división de Rosatom responsable de proyectos de energía eólica en Rusia, tiene otros grandes proyectos eólicos a desarrollar en el país hasta 2024, que sumarán 1,2 GW.
Según el estudio de FES/WWEA, que acaba de ser presentado, "Rusia está a punto de volver a entrar en el panorama mundial de la energía eólica, tras varias décadas de ausencia". Desde WWEA añaden: "a la luz de los acontecimientos internacionales, el país debería acelerar el aprovechamiento de su enorme potencial eólico y de otras energías renovables, en beneficio de sus ciudadanos y comunidades, y del medio ambiente y el clima. Con una estrategia nacional clara en materia de energías renovables, Rusia puede convertirse pronto en un líder mundial en este campo".
Sin embargo, para llegar a ese punto queda mucho camino por recorrer, como subraya Tatiana Lanshina, autora del trabajo, en el que se analizan obstáculos y retos a superar.
Un potencial inmenso
En la actualidad, el mercado eólico ruso representa menos del 1% del mercado mundial y está dominado por unos pocos actores, tanto en lo que respecta a los equipos como a la inversión. Para comprender plenamente qué supone esto, Tatiana Lanshina dice que "es importante destacar que el sector eólico ruso es todavía muy pequeño no sólo en lo que respecta a Rusia, sino también en lo que respecta al papel de Rusia en los mercados energéticos mundiales".
Aún teniendo en cuenta todo lo instalado a lo largo del último año, la energía eólica sólo representa el 0,4% de la capacidad de todo el sistema energético rusos y el 0,13% de la generación. Y las estimaciones son que a finales de 2035 el país cuente con algo más de 13 GW de capacidad de energía renovable, excluyendo las grandes centrales hidroeléctricas, lo que equivale al 5,4% de la capacidad total instalada y al 2,3% de la producción de electricidad.
"El insignificante volumen del mercado interno, que está garantizado por el programa de apoyo gubernamental debido a la ausencia de facto de una agenda climática y medioambiental en el país" es, en palabras de Lanshina, el principal obstáculo a superar. Ya hay empresas que fabrican equipos de energía eólica, promueven y operan parques eólicos, pero para que "mantengan el volumen de producción mínimo requerido, es necesario construir al menos 4 GW de plantas de energía eólica en Rusia en 2025-2035", subraya la autora del estudio.
Para un mayor desarrollo tecnológico y la llegada de nuevos proveedores, será necesaria la construcción de al menos 7 GW de plantas de energía eólica. El sector ruso de la energía eólica necesita, además, recortes en los gastos de capital, lo que no puede lograrse sin un volumen suficiente del mercado nacional. Sin esto, también será difícil desarrollar las exportaciones de equipos. Como contrapartida, generar energía eólica en Rusia ya es más barato que hacerlo con una nueva central de carbón. Según las estimaciones realizadas durante la investigación, la producción de 1 kWh de energía eólica en Rusia cuesta actualmente una media de 6,4 rublos, es decir, 8,8 céntimos de dólar.
Otra ventaja es que el desarrollo de la energía eólica en las zonas con déficit energético (incluso mediante la creación de cooperativas energéticas), será muy atractivo. De acuerdo con el estudio, existe un potencial de producción de centrales eólicas de mediana capacidad para abastecer estos mercados y desarrollar las exportaciones.
"En Rusia se está formando una demanda corporativa de electricidad procedente de fuentes de energía renovables. Además, las empresas pueden pasarse a las renovables a través del mecanismo de contratos bilaterales gratuitos, un análogo ruso a los acuerdos de compra de energía (PPA), así como considerar la posibilidad de contratos directos para la compra de energía en el mercado minorista".
Por último, Rusia tiene el potencial de convertirse en un productor y exportador de electricidad renovable, y de otros productos básicos verdes con una baja huella de carbono, como el acero verde, el aluminio, el cemento, etcétera, cuya producción requiere electricidad procedente de energías renovables.