Compañeros de instituto en el pasado, ambos del 73, competidores y concurrentes para unas plazas que salieron en Tarifa en una empresa de mantenimiento, para unos equipos que sus entrevistadores llamaban aerogeneradores y ellos llamaban molinos. Pasadas las pruebas, formarían posteriormente equipo en dicho parque, padeciendo los inicios de un sector joven, con pocos medios y mucha ilusión.
Han pasado ya 25 años desde entonces. JA fue siempre más aventurero y durante estos años había estado en equipos de puesta en marcha en Japón, Rumania, México, Chile, Marruecos. Pero la inquietud por viajar dio paso a la nostalgia del olor a guiso casero.
Al abrigo del Estrecho, de una familia necesitada de toda la ayuda posible tras la jornada laboral, LM tuvo que permanecer en la zona viendo envejecer sus capacidades. Levante y Poniente, por igual, habían ido poco a poco adentrándose por los huesos cansados de tener que subir a 80 metros para ganar una nómina. A esos 80 metros donde el frío es más frío, y donde el calor, es más calor .
Como cuando fueron compañeros, al amparo de la barra en “Casa Carmen”, en mano dos cervezas, los combatientes se enseñaban las cicatrices de guerra. Porque cicatrices y anécdotas, este sector te regala unas pocas. Lo bueno o malo de comenzar una andadura, es que no existe pasado, nada a lo que agarrarte y nadie a quien culpar, y en ese panorama, comenzó el O&M en nuestro país hace ya 25 años.
JA se sienta en uno de esos taburetes que siempre deben acompañar a una buena conversación. La osteoporosis que comienza a aparecer pasó de ser una cicatriz a una anécdota. JA la denomina “Privilegios de tarjeta Oro de Iberia “, producto de los kilómetros que ha facturado al cuerpo.
Pero bien saben ellos, que es la falta de un futuro laboral claro la que más atormenta a los huesos. 45 palos en el DNI es otra cicatriz que recuerdan cada mañana estos dos amigos. ¿Cuántos palos más aguantará su cartilla laboral en estas condiciones? No hay peor cicatriz que un recuerdo olvidado, un juguete roto en manos de un sector que comienza a devorar esa generación profesional que un día lo vio como eterno.
LM eligió el “Casa Carmen” para su encuentro porque fue de los pocos bares de la zona que no se habían convertido en “Gastro Bar”, y sus azulejos descoloridos seguían guardando homenaje a la experiencia, al empeño y al valor del “buen hacer”, por encima de la novedad. Porque el “Casa Carmen” había aguantado bajo viento y marea, a todas las inclemencias que el devenir les había traído. “Como nosotros”, decía vehementemente LM.
Añorando sus comienzos juntos, y como el que relata de carrerilla sus apellidos, ambos ponen encima de la barra los nombres de las empresas en la que han estado. “5 comenta JA”, “7 LM”. Porque este sector ha triturado a muchas empresas con la precisión y frialdad de los relojeros. Ha triturado sueños y economías por coger malas costumbres de otros sectores. A este barco, lo han cargado de tanto equipaje; la Genova y la Mayor siguen siendo las mismas, y cuesta que se mueva. Corre poco, y lo que es peor, maniobra torpemente.
JA apura el último trago antes de tener que volver a casa. Tenía que pasar a recoger una bicicleta de regalo para su sobrina. La última vez fue un patinete y la próxima, imagino que será una moto. “Qué de tiempo fuera”, piensa por un momento. LM se dirige camino de casa pensando en un nuevo curso “online” que le ha llegado por hacer. Paradójicamente, fuera del horario laboral, porque este sector ya no aguanta horas extras.
Un relato como este, que es solo producto de la imaginación, bien podría ser una conversación de dos compañeros que están siendo protagonistas activos de nuestro mercado, el de Operación y Mantenimiento y a los cuales les debemos gran parte de la gran reputación de nuestro sector en el exterior.
Compañeros/empresas que tuvieron que buscar las aventuras internacionales exportando nuestro know how y experiencia lejos de sus familias u otros/as que tuvieron que reinventarse para abastecer en condiciones difíciles los requerimientos laborales actuales del mercado español. Cuántos LM y JA nos hemos cruzado en nuestro caminar por el desarrollo de las energías renovables, y cuánto les debemos a los que se fueron y a los que se quedaron.
Gracias, compañeros, por hacer que vuestros ocho apellidos sean homólogos al buen hacer, profesionalidad y dedicación, a un sector que, a pesar de maltrataros en muchas ocasiones, os debe su éxito.