Desde hace dos años, Jacobson, profesor de ingeniería civil y ambiental en Stanford, viene desarrollando un modelo informático para estudiar la contaminación del aire, la energía, el tiempo y el clima. Una aplicación reciente del modelo ha sido la de simular el desarrollo de huracanes; otra la de determinar cuánta energía pueden extraer de las corrientes de viento globales los aerogeneradores.
A la luz de estos estudios en modelos recientes y en las secuelas de los huracanes Katrina y Sandy, el investigador dijo que era natural preguntarse: ¿Qué pasaría si un huracán se encuentra con un gran masa de turbinas eólicas en el mar? ¿La energía extraída debido a la tormenta haría girar las hojas de las turbinas y frenaría los vientos y disminuirá el huracán, o el huracán destruiría las turbinas?
Así que fue más allá y simuló lo que podría pasar si un huracán se encontraba con un enorme parque eólico extendido a muchos kilómetros de la costa y a todo su largo. Así, su modelo le permitió representar cómo el comportamiento de los aerogeneradores podría interrumpir lo suficiente un huracán como para reducir las velocidades máximas de viento de hasta 148 kilómetros por hora y disminuir la marejada hasta en un 79 por ciento.
El estudio ha sido publicado en el sitio científico Nature Climate Change.
Jacobson asegura que, aunque en su país ha habido resistencia a la instalación de unos pocos cientos de turbinas eólicas en el mar, piensa que hay dos incentivos financieros que podrían motivar un cambio de este tipo. Uno de ellos es la reducción del costo de los daños que provocan cada año los huracanes.
En segundo lugar, sostiene, los aerogeneradores se pagan por sí mismos en el largo plazo mediante la generación de energía eléctrica normal, mientras que al mismo tiempo reducen la contaminación atmosférica y el calentamiento global.
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