La información de EFE señala que en este momento existen en España “entre 1.500 y 2.000 palas” de aerogeneradores que han finalizado su vida útil y que se están almacenando en “vertederos incontrolados”, con el consiguiente riesgo de una combustión que libere las sustancias tóxicas de las que están hechas y generen un impacto en la salud y el medio ambiente.
Un incendio, fortuito o provocado, quemaría esas palas compuestas por “fibras de carbono y de vidrio, reforzadas en algunos casos con poliéster”, generaría “químicos peligrosos y muy contaminantes para el medio ambiente y el hombre”, ha explicado Félix A. López, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Energías Renovables ha intentado ponerse en contacto con Félix A. López, pero desde el gabinete de prensa del CSIC se nos ha comunicado que en estos momentos no puede hacer declaraciones porque desde que se hizo la entrevista con EFE, hace tres semanas, hasta ahora, se han firmado varias patentes relacionadas con los procesos de tratamientos de las palas desechadas. Además, se han cerrado acuerdos con fabricantes de palas y aerogeneradores. Félix A. López desarrolla su labor en el Centro Nacional de Investigaciones Metalúrgicas, en Madrid.
Como suele pasar con las tecnologías renovables, las palas de aerogeneradores en desuso son “residuos emergentes”, nuevos en el mercado, y por tanto todavía “no existe una directiva europea específica que las catalogue como residuos peligrosos o tóxicos o inertes”, lo que favorece el “vacío legal” en torno a ellas.
Otros residuos emergentes como pueden ser los paneles fotovoltaicos fuera de uso si están sometidos a la legislación europea, como es la Directiva de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos EU19/00/2012 que la Unión Europea aprobó en 2012. Y que los Estados miembros tienen que transponer este año a su ordenamiento jurídico.
Félix A. López ha señalado que el CSIC está trabajando en un “proyecto de reciclaje, ralentizado por la ruina del sector eólico en particular y la crisis económica en general, que concluirá en un máximo de dos años” y que permitirá recuperar las fibras y transformar en energía las resinas y otros constituyentes.
De momento, “en Europa aún no se puede hablar de soluciones a este problema” que establezcan estrategias para la gestión, reciclado o reutilización de los componentes de las palas.
Los primeros aerogeneradores instalados en España “datan de 1997”, el parque eólico total está constituido por “17.000 generadores lo que suma un total de 51.000 palas, de las que unas 1.500 o 2.000 se encuentran averiadas o en desuso”. Actualmente el destino de estas palas, sin una legislación que lo defina, hay que buscarlo en “almacenes y depósitos” localizados en las inmediaciones de los grandes parques eólicos repartidos “por casi toda la península”.
López ha matizado que es probable que “alguna empresa gestora de residuos las recojan, las trituren y las lleven a un vertedero de residuos inertes o peligrosos pero exactamente no se conoce la trazabilidad de una pala”. El transporte de una pala por una empresa gestora más la trituración de la misma tiene un coste “entre los 4.000 y 5.000 euros, lo que a veces es complicado asumir”.
El ciclo de vida de una pala suele estar en unos 15 años. El CSIC estima que en España y en un período entre 2017–2025, alrededor de “1.500 aerogeneradores (4.500 palas) equivalentes a una potencia instalada de 2.128 MW, e instalados en el período 1997-2000, habrán llegado al final de su vida útil”.
“Durante ese período de tiempo se calcula que se producirán alrededor de 21.000 toneladas de materiales compuestos que habrá que gestionar”. Además el aprovechamiento de las palas también estaría orientado a la “recuperación de materiales como las fibras de carbono ya que tienen un valor añadido para aplicaciones dentro de la aeronáutica” y representan una oportunidad de negocio y de innovación importante.