Dado que la fiabilidad estructural disminuye con el tiempo de operación, si las turbinas continúan operando más allá de su vida de diseño alcanzarán un nivel de fiabilidad inferior al previsto en el diseño certificado, implicando mayores niveles de riesgo. Aunque pueden pasar muchos años antes de que esto suceda dependiendo de la turbina y el emplazamiento, continuar operando expondría a los propietarios y a otras partes afectadas a riesgos asociados con la posibilidad de fallos catastróficos, daños personales, materiales y ambientales, e impacto en la opinión pública.
Alemania ha abierto el camino en este aspecto, pero la mayoría de los países no tienen ninguna normativa que regule el funcionamiento extendido de aerogeneradores, aunque esto podría desarrollarse en un futuro. Esta situación está siendo tenida en cuenta no solo por los actuales o futuros dueños de los parques eólicos, sino también por las autoridades.
Canarias es la región de España con una flota más antigua: 18 años de vida media frente a los 12 años del resto del país. A esto se une que muchos de estos parques eólicos se encuentran ubicados cerca de centros urbanos, polígonos o carreteras, lo que introduce un riesgo para las personas, además de para los bienes.
El Real Decreto 6/2015 establece que se puede solicitar una prórroga de la operación previa acreditación de las condiciones de seguridad, así como requisitos de la producción generada. El Gobierno de Canarias está en estos días solicitando a los parques eólicos la acreditación del cumplimiento de sus obligaciones referente a la operación y mantenimiento de cara a garantizar la integridad de los aerogeneradores y evitar riesgos debido a su avanzada edad.
Es técnicamente posible que pasen muchos años antes de que la fiabilidad disminuya, y eso depende de factores como las condiciones a las que ha estado sometido el aerogenerador en relación con su diseño, cómo ha sido operado y el mantenimiento al que ha sido sometido.
El mejor método para mitigar el riesgo de un fallo catastrófico es calcular la vida útil esperada, monitorizar la integridad estructural a través de inspecciones, aplicar estrategias de operación apropiadas y, finalmente, desmantelar o repotenciar. En este contexto, es de vital utilidad hacer un estudio técnico independiente sobre la vida útil esperada como los que ya hemos realizado en DNV GL para muchos clientes dentro y fuera de Canarias.