La gran feria eólica europea del año -WindEurope 2017-, que quedará clausurada hoy en Ámsterdam, ha sido el escenario que ha elegido la asociación de la industria eólica del Viejo Continente para presentar su último estudio-balance del sector: «Local Impact, Global Leadership», obra de la consultora Deloitte. El estudio, que repasa exhaustivo todos los números de la eólica europea, revela que la electricidad producida por los aerogeneradores del Viejo Continente ha evitado importaciones de combustibles fósiles por valor de 32.000 millones de euros en los últimos seis años (2011-2016) y la emisión de 166 millones de toneladas de CO2 solo en 2016. Además, el sector ha pagado (también solo en 2016) impuestos a las administraciones públicas europeas por valor de 4.900 millones de euros. El 4,9% de los retornos, el sector lo invierte en I+D.
El informe de WindEurope recalca además que la eólica crea valor no solo para la propia industria del sector "sino también para la economía en conjunto". Así -apuntan desde la asociación-, "cada mil euros que retornan al sector genera 250 euros de actividad económica en otros sectores, como el del metal, el químico, el de equipamiento eléctrico y maquinaria, la construcción y la ingeniería". Según el estudio de WindEurope, una buena parte de la industria y de la cadena de suministro se encuentra localizada además en territorios desfavorecidos (áreas rurales, o despobladas, o con tasas de desempleo más elevadas, o con menos oportunidades laborales). Es más -insisten los autores-, el empleo que produce la eólica en esas áreas es empleo de calidad. Según el informe, hasta el 82% de los 263.000 empleos registrados en Europa a día de hoy es empleo altamente cualificado (high-skilled).
Pero «Impacto local, liderazgo global» también revela ciertas tendencias no particularmente positivas
Según sus autores, por ejemplo, la creación de empleo se ha estancado en el sector en el último quinquenio como consecuencia de la menor ambición renovable de algunos países. WindEurope lamenta en ese sentido que "la mitad de los estados miembros de la Unión Europea no haya invertido nada en energía eólica el año pasado". Además, las exportaciones netas de equipamiento eólico están disminuyendo en un marco global de fuerte competencia, en el que ocupan un papel cada vez más relevante ciertas economías emergentes. El estudio de Deloitte concreta esa caída: Europa habría exportado en 2016 (exportaciones netas) un 20% menos que en 2011 (3.000 millones de euros ese año; 2.400 el año pasado). "Esto es debido -apuntan desde WindEurope- a que los fabricantes europeos se proveen en mayor medida hoy de componentes procedentes de otros territorios".
El sector apela a la ambición política para que la eólica pueda seguir contribuyendo a la economía europea
Giles Dickson, el presidente ejecutivo de WindEurope, ha sido muy explícito sobre el particular: "el viento es una elección inteligente para la economía, es una historia europea de éxito industrial", pero necesita -ha dicho- políticas y objetivos ambiciosos, "algo esencial para mantener el empleo y el crecimiento del sector". Dickson ha insistido en ese sentido en la necesidad de reforzar las certidumbres: el sector quiere saber cuánta es la ambición renovable de los países europeos en el horizonte post2020 para saber dónde colocar sus cadenas de suministro y qué características deben tener estas. El presidente de WindEurope ha recordado además que "necesitamos políticas industriales de I+D" que ayuden a Europa a mantener su liderazgo tecnológico y su potencia exportadora. "Si todo esto sucede -ha dicho- la eólica suministrará el 30% de la electricidad que demande Europa en 2030".
El coste de la no-ambición se elevaría a 92.000 millones de euros (M€)
La alternativa sin embargo puede dar al traste con esta historia de éxito, según WindEurope. Si no se dan las circunstancias arriba descritas -ha venido a decir Dickson-, Europa perderá 92.000 M€ en inversiones y hasta 132.000 puestos de trabajo, "ese será el coste de la no-ambición", ha concluido. En la misma línea reivindicativa (de clarificación del escenario post2020) se ha manifestado el director gerente de Enercon, Hans-Dieter Kettwig: "nuestra principal demanda es un marco político estable, fiable y de largo plazo post2020". Kettwig ha insistido así en la "visibilidad", que ha calificado de "crucial" de cara a la planificación industrial. "Cuando vemos volúmenes significativos en un mercado o en una región -ha dicho el ejecutivo alemán-, invertimos en cadenas de suministro para generar economías de escala".
La oportunidad es evidente, según WindEurope: la asociación asegura que, a día de hoy, la eólica terrestre es la tecnología de generación de energía eléctrica más barata en la mayoría de los países europeos, mientras que la marina está cada vez más cerca de alcanzar un estadio similar, "con costes que han caído más del 60% en los últimos tres años". El presidente ejecutivo de Siemens Gamesa, Markus Tacke, ha ahondado en esa dirección: "para continuar ofreciendo energía eólica al menor precio posible, necesitamos -nuestra industria necesita- una visión a largo plazo, un marco estable y volúmenes suficientes".
El máximo responsable del Negocio Eólico de Vattenfall, Gunnar Groebler lo ha resumido en una frase: "no-subsidios no significa no-política". Según Groebler, en un momento como el actual, en el que están viendo la luz los primeros proyectos sin subsidio alguno, es fundamental que el sector y el legislador se sienten a trabajar sobre un marco regulatorio que le permita a la eólica continar siendo competitiva y haga posible la transición energética que necesita Europa.