El anterior secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal, ofreció el pasado otoño un caramelo al sector eólico, que llevaba 4 años viajando por el desierto. El caramelo fue una subasta de 500 MW que llegaba tras cinco años de Gobierno Rajoy, una subasta que publicó en el Boletín Oficial del Estado solo 20 días antes de que se celebrasen las elecciones generales. La puja fue programada para enero, y efectivamente entonces tuvo lugar, en medio de una gran polémica. La Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA) y la Asociación Empresarial Eólica (AEE) se quejaron de que el Ministerio (inexperto en estas lides) no hubiese contado con su asesoría para convocarla (la inexperiencia ministerial contrastaba y contrasta con el hecho de que decenas de empresas españolas llevan veinte años participando, y compitiendo con los mejores, en subastas por todo el mundo); la subasta en todo caso tuvo lugar en enero (entre las quejas y críticas del sector); fue adjudicada toda la potencia que se subastaba y... hasta hoy. Porque, a día de hoy, un año después, no hay constancia de que haya sido instalado uno solo de los 500 MW.
Desde luego, la Asociación Empresarial Eólica (AEE) lo ignora: "no llevamos un control sobre este tema -aseguran en la AEE-. Entre otras cosas, porque es difícil, teniendo en cuenta que los proyectos adjudicados no tenían nombre y apellidos". Los que sí tienen nombres y apellidos son los presidentes de las empresas adjudicatarias, y se da la circunstancia de que más de 400 megavatios de los 500 subastados fueron sorprendentemente adjudicados a un mismo apellido, o a la misma familia, los Samper, de Aragón, que presiden empresas poco o nada relevantes en el sector (la familia Samper ha hecho fortuna y opera en el sector cárnico). Habida cuenta de la adjudicación (véase publicada en el BOE), APPA se mostraba muy crítica y ya por aquel entonces señalaba que "la gran concentración de las adjudicaciones plantea dudas sobre la metodología empleada" y añadía que veía "con incertidumbre la materialización de los proyectos adjudicados".
Ahora, el hermano de Alberto Nadal, Álvaro, que acaba de ser nombrado ministro, ha vuelto a hacer lo mismo que su gemelo
¿El qué? Convocar una subasta sin contar con el sector, ese que acumula una larga experiencia en pujas internacionales. La pregunta es: ¿volverá a suceder lo mismo: subasta, adjudicación y... hasta hoy? La AEE mantiene encendida la llama de la esperanza: no han contado con nosotros, dicen, pero "esperemos que lo hagan, teniendo en cuenta que nuestros asociados han participado en subastas a lo largo y ancho del mundo, con lo que su experiencia resultaría muy valiosa a la hora de diseñar un sistema basado en las buenas prácticas internacionales". Precisamente a eso, a las buenas y malas prácticas, aludía, apenas unos días después de fallada la subasta, el pasado mes de enero, la European Wind Energy Association (EWEA), la patronal eólica del Viejo Continente. Y, en ese sentido, se mostraba casi más beligerante aún que los actores nacionales del sector (APPA y AEE). La subasta organizada por el Gobierno de España -decía EWEA en un duro comunicado- "es un ejemplo de malas prácticas". ¿Más claro? El agua clara.
¿Y cuál es el modelo de subasta de la Asociación Empresarial Eólica?
Pues esa pregunta le hemos hecho desde Energías Renovables a la AEE, y esto es lo que nos han contestado:
"Nos gustaría un sistema de subastas que consiga volver a atraer inversión y crear empleo, lo cual pasa por un modelo que, además de fomentar la energía barata, autóctona y sin emisiones con el mínimo coste para el consumidor, apueste también por la industria y la tecnología propias, es decir, por el fomento del tejido empresarial español. Entre otras cosas, nos gustaría un calendario de subastas a tres años; que haya requisitos de precalificación (que los proyectos estén identificados de modo que se priorice los que son viables, con permiso de conexión, avales que garanticen que sólo los realmente interesados se presentan…); y que haya mecanismos de control por parte del Gobierno para garantizar que se hagan los proyectos".
Sobre la idoneidad (o no) de las subastas
Las subastas -sostiene World Wind Energy Association- son un obstáculo para el despliegue de la energía eólica de propiedad compartida. Discurso rotundo. Sin eufemismos ni circunloquios. Esa es la principal conclusión del informe «Viento de cara y viento de cola para las Comunidades Energéticas» (que firman la Asociación Mundial de la Energía Eólica et al.). Según ese estudio, que fue publicado hace nueve meses, las subastas constituyen una "barrera insuperable" para los proyectos eólicos de propiedad compartida, que están llamados a ser, según la Asociación Mundial de la Energía Eólica (o World Wind Energy Association), los principales impulsores de la transición energética hacia un modelo 100% renovable. Por el contrario, WWEA valora positivamente los sistemas de primas (como el que había en España hasta enero de 2012), dado que facilitan la participación de esos actores en la transición, esa a la que apelaba el ministro, Nadal II, en su comparecencia ante la Comisión de Industria.
El secretario general de WWEA, Stefan Gsänger, insistía hace poco en la misma idea: "las inversiones necesarias [para transitar hacia un escenario enegético cero ceodós] solo pueden ser materializadas si las comunidades alrededor del mundo acaban convirtiéndose en los principales impulsores del cambio. Lamentablemente -reconocía-, las corrientes políticas mayoritarias están poniendo ahora en riesgo esa transición, al discriminar a los pequeños inversores y a las comunidades de propietarios". Por todo ello -concluía Gsänger-, "WWEA apela a los gobiernos para que establezcan marcos regulatorios que permitan a los pequeños inversores, como comunidades locales, participar en el mercado". En ese sentido, el secretario general de WWEA considera que "las primas deberían ser la primera opción, dado que han demostrado que son transparentes, económicamente eficientes y no discriminatorias".
La queja contra el modelo del Partido Popular, la subasta, también la enuncia Som Energia
La cooperativa de productores-consumidores de energías renovables se presentó a la subasta eólica, tras la cual difundió un comunicado en el que afirma que, “analizando el resultado y los criterios en que se basaba esta subasta, vemos que está hecha y pensada exclusivamente para empresas de gran capacidad financiera. No se ha pensado en las ventajas del modelo eléctrico distribuido”. Gijsbert Huijink, gerente de la cooperativa, explicaba a la sazón que "hay muchas maneras de organizar subastas y, como siempre, en los detalles está la clave. Que antes de hacer la subasta ya se sospechara que el resultado sería que no habría primas nos debe hacer pensar en el objetivo real que tenía esta subasta” (la subasta efectivamente se resolvió a precio cero; véase cómo fue la subasta).
Som Energia explicaba entones que, con este resultado, el Gobierno ve reforzado su mensaje de que las renovables no necesitan ningún tipo de apoyo. “Que no se tenga en cuenta un modelo distribuido, desestimando así el aprovechamiento en ubicaciones con recurso medio, que no se valore el tamaño del parque, la implicación de la gente del territorio o la participación de la ciudadanía en los proyectos, claramente responde a construir un escenario ficticio al final de la legislatura más contraria a la promoción de las renovables y la eficiencia energética”, en opinión de la cooperativa de energía verde.
Nuri Palmada, responsable de proyectos de Som Energia, concluye que “hemos presentado una oferta pensando en nuestro proyecto eólico participado que estamos impulsando en Pujalt, con un 99,99% de descuento y, aún así, hemos quedado fuera. La participación de la cooperativa en la subasta nos permite denunciar con conocimiento de causa su funcionamiento. Las posibilidades para una iniciativa como la nuestra quedan reducidas a cero mientras los criterios sólo valoren los costes sin incluir otras consideraciones“.
¿Conoces el CV de Álvaro Nadal, el nuevo ministro de Energía?