La historia de la energía minieólica en España es peculiar, ya que ha tenido un desarrollo algo improvisado, debido, en gran parte, al paupérrimo apoyo que ha recibido de la administración. Los sucesivos gobiernos han obviado la existencia de esta tecnología y, por defecto, la han considerado como energía eólica convencional, siendo ambas tecnologías considerablemente distintas y, sobre todo, estando en fases de desarrollo completamente opuestas. El caso es que, por una u otra razón, el sector minieólico nacional nunca ha tenido un marco regulatorio específico en el que apoyarse para lograr un desarrollo adecuado acorde con sus posibilidades, al contrario que otras tecnologías renovables.
Este es un sector de audaces inventores, tecnólogos perseverantes e intrépidos emprendedores que, contra viento y marea, continúan con su particular lucha, la de poner en el candelero a esta gran desconocida para aportar así su granito de arena a un mix energético con un creciente peso de las energías renovables. Porque, guste o no guste, el futuro de cualquier país avanzado, competitivo y democrático, ha de seguir directrices renovables.
Desde hace al menos una década, la tecnología minieólica ha ido ampliando su presencia en el complejo puzle energético mundial y todo indica que va a tener la oportunidad de aumentar sustancialmente sus cuotas de mercado a nivel mundial en un futuro inmediato. La Asociación Mundial de la Energía Eólica (World Wind Energy Association, WWEA) prevé en sus informes que la potencia minieólica instalada alcanzará los 5.000 MW en el año 2020.
En el panorama global, el desarrollo tecnológico de la eólica de pequeña potencia está concentrado en pequeñas empresas (más de 330 fabricantes que operan en 40 países) y más de la mitad de los fabricantes se encuentran sólo en tres países, aparte de China y Estados Unidos: Alemania, Canadá y Reino Unido. A ellos habría que añadir España, Japón, Polonia e Italia, para configurar el escalafón mundial de estados con una mayor implantación minieólica.
El sector minieólico español, con apenas una decena de fabricantes y aproximadamente ocho megavatios (8 MW) instalados de forma diseminada por toda la geografía rural española, ha realizado en los últimos años un importante esfuerzo de inversión en innovación y desarrollo que no se ha visto correspondido con una apuesta real del gobierno por el desarrollo de esta tecnología, a pesar de que cuenta con fabricantes de primer nivel que son un referente tecnológico mundial (Baiwind, Bornay, Del Valle Aguayo, Ennera, Kliux Energies, Norvento, Zigor).
Su gran potencial para crear un tejido industrial y laboral distribuido por todo el territorio español es una de las fortalezas que presenta esta tecnología. No en vano, a pesar de la situación complicada que encara en los últimos tiempos, la minieólica alcanzó en 2012 los 829 empleos, de los que 526 fueron directos, según el “Estudio del Impacto Macroecónomico de las Energías Renovables”, editado por la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA).
Además de su utilidad desde el punto de vista energético, destaca el gran potencial de la eólica de pequeña potencia como tecnología de futuro en la expansión de la generación distribuida, basada en la generación a pequeña escala y de carácter local. Asimismo, la sección Minieólica de APPA subraya “la gran oportunidad que supone la tecnología minieólica por el gran potencial de que dispone en cuanto a generación de empleo distribuido, que permitirá afianzar e impulsar el tejido industrial y tecnológico del país”.
Entonces, ¿por qué no despega?
El hecho de que no haya existido nunca un apoyo gubernamental firme y decidido no ha generado una demanda suficiente por parte de los potenciales usuarios, lo cual, a su vez, no ha permitido que se haya completado la fase de industrialización del sector y, por tanto, los costes no son aún lo suficientemente atractivos para su implantación generalizada. En el momento en que se rompa este círculo vicioso, la industrialización de la tecnología minieólica permitirá avanzar rápidamente en su curva de aprendizaje y, como ha sucedido con otras tecnologías, el acceso a la misma resultará mucho más generalizado.
Tras repetidos pasos en falso por parte de la administración y sucesivas decepciones que se han ido llevando por delante a los agentes más débiles y con menos recursos del sector, parecía que la modalidad de autoconsumo, del que se lleva hablando en este país desde noviembre de 2011 (ya el Real Decreto 1699/2011 establecía un plazo de cuatro meses para regularlo), había generado grandes esperanzas en el sector de la eólica de pequeña potencia porque abría la puerta a la viabilidad económica de la minieólica, entre otras tecnologías.
Y más aún conociendo que en los últimos años, debido al auge de pequeñas instalaciones de energía renovable, el autoconsumo con balance neto había comenzado a ser regulado en diversos países del mundo, siendo una realidad en Alemania, Reino Unido, Italia, Dinamarca, Japón, Australia, Estados Unidos, Canadá, México, Panamá, Chile, Brasil…
Sin embargo, una vez más, la administración ha vuelto a hacer oídos sordos a las llamadas de auxilio del sector renovable (especialmente fotovoltaico y minieólico) y su propuesta normativa para el autoconsumo es una ofensa no solo para quien conoce los “tejemanejes” que se han llevado a cabo en su elaboración, sino también para la ciudadanía de este país, que cuenta con un recurso eólico y solar envidiable y que, sin embargo, ve cómo sus dirigentes se empeñan en despreciar.
Desde APPA consideramos que el objetivo de la normativa debería ir en la línea de fomentar la generación distribuida, tal y como marcan las directivas europeas, que avance hacia un modelo descentralizado a la vez que permite a los consumidores ahorrar costes energéticos y a las industrias mejorar su competitividad.
El autoconsumo es una opción muy interesante y real para este país. La gran mayoría de estudios que existen al respecto estima que el coste de la generación para instalaciones renovables alcanzará la “paridad de red” en los próximos años. Pero es que, además, el autoconsumo tiene sentido técnico, económico y administrativo, a la vez que supone grandes ventajas para el consumidor, para el sistema eléctrico y para la sociedad en general. Con una buena regulación, la paulatina entrada de este tipo de pequeñas instalaciones modificaría el actual modelo centralizado de grandes instalaciones eléctricas al promover un nuevo sistema de generación cada vez más distribuida, tal y como establecen las directivas europeas.
Estamos convencidos de que el desarrollo de este modelo, ligado al ahorro y la eficiencia energética, creará empleo, supondrá la supervivencia de una parte del sector renovable nacional, fomentará el desarrollo tecnológico, ayudará a alcanzar los objetivos ambientales y evitará importaciones energéticas. Asimismo, permitirá realizar un progresivo despliegue de tecnologías que serán claves en el desarrollo de las redes (y ciudades) inteligentes y, de este modo, situará al país en la vanguardia de una actividad de gran valor añadido.
Y, para ello, basta solo con regular de manera racional y ordenada el autoconsumo. Basta con establecer un mecanismo que ya funciona en otros países: el balance neto de energía, un esquema de utilidad general en el cual un usuario genera (parcial o totalmente) su propia energía eléctrica y puede compensar los saldos de energía de manera instantánea o diferida, permitiendo a los consumidores la producción individual de energía para su propio consumo, compatibilizando su curva de producción con su curva de demanda. De esta forma, los consumidores netos producen parte de la energía que consumen, y se apoyarían en la red para gestionar excedentes puntuales y consumirlos en otro momento.
Una adecuada regulación del balance neto permitiría a empresas y hogares ajustar sus gastos energéticos y podría ser una magnífica herramienta de ahorro y eficiencia, más, si cabe, en la coyuntura económica actual. Y, de esta forma, España se sumaría a países como Estados Unidos, Alemania o Reino Unido, donde el autoconsumo eléctrico no supone ningún problema.
Pero, vista la postura del gobierno y sus reiteradas puñaladas al sector renovable español, desde APPA Minieólica no tenemos mucha confianza en la normativa definitiva que pueda publicarse y, una vez más, las valientes empresas que aún quedan en el sector, ya están centrando su actividad a nivel internacional, allí donde sí se reconoce su esfuerzo y sí se valora su tecnología. Y, de ahí, surge SmallWind Spain, la penúltima maniobra de un sector acostumbrado a buscarse la vida por su cuenta, sudando y sufriendo de lo lindo, pero con la cabeza bien alta y la conciencia tranquila.
¿Qué es SmallWind Spain?
Los agentes del sector, reunidos en torno a APPA Minieólica, han decidido aunar fuerzas e ir un paso más allá para asistir de manera conjunta a la feria New Energy Husum 2014, en la cual se encuadra el mayor evento a nivel internacional sobre tecnología minieólica: 5th World Summit for Small Wind 2014 (WSSW), organizado anualmente por la World Wind Energy Association (WWEA).
En esta edición, además de participar como ponentes en la conferencia, como ya se viene haciendo en los últimos años para mostrar la situación del sector minieólico en España, una delegación de APPA Minieólica estará presente durante cuatro días en la Feria, con un espacio expositivo propio, bajo la marca SmallWind Spain. Porque ha llegado el momento de mostrar al mundo el potencial del sector minieólico español. Así, en este evento (20-23 de marzo de 2014), el sector se presentará bajo el lema SmallWind Spain, dando visibilidad a los tecnólogos españoles que siguen trabajando para sacar adelante un sector que vive momentos muy complicados en España.
Con esta iniciativa, APPA pretende mostrar en el ámbito internacional que España es uno de los países con mejores tecnólogos en esta disciplina y dar visibilidad al tejido industrial que lidera esta iniciativa. Empresas como Bornay, Kliux Energies, Ennera o Baiwind disponen de aerogeneradores de pequeña potencia de primer nivel que pueden competir y compiten perfectamente en el mercado mundial. En este sentido, desde APPA Minieólica se hace un llamamiento al resto de agentes del sector para que participen en esta iniciativa y ayuden a fortalecer la imagen de un sector con grandes capacidades para convertirse en referente a nivel mundial.