La construcción de las nuevas instalaciones eólicas implicará la creación de 500 puestos de trabajo, directos e indirectos, en el horizonte temporal 2017-2019, según destaca Gas Natural Fenosa en su página web.
En la misma también anuncia que se ha iniciado el proceso de clausura de la central térmica de Anllares, de la que posee el 66,6% (el 33,3% restante pertenece a Endesa) a fin de cumplir las directrices de la Directiva europea sobre emisiones industriales. Situada en Páramo del Sil (León), la central, que tiene una potencia insgalada de 347 MW, acumula 35 años de operación. No cuenta con infraestructura de desulfuración, ni de desnitrificación de las emisiones, motivo por el cual, en octubre de 2013, ya se comunicó su imposibilidad para cumplir con los límites recogidos en la Directiva de Emisiones Industriales (DEI).
Además del problema de la emisión de óxidos de azufre y óxidos de nitrógeno, la central, al 50% de su capacidad, emite 1.500.000 toneladas al año de CO2 y consume carbón nacional de bajo volátil que conlleva una baja eficiencia y competitividad de la centra. Su plantilla actual está compuesta por 77 trabajadores, de los cuales la tercera parte serán reubicados en el grupo y el resto podrán acogerse a un plan de salida acordada que incluye prejubilaciones y bajas incentivadas, según indica la compañía.
Por el contrario, Gas Natural Fenosa mantendrá operativa la central térmica de La Robla, también situada en León y alimentada por carbón, en la que, afirma, hará "una fuerte inversión para cumplir con la citada Directiva". La central consta de dos grupos térmicos de 284,2 y 370,7 MW. Según indica la empresa, está finalizando el análisis de alternativas para la adaptación en el grupo 2 de la central, con el objetivo de extender su operación más allá del 1 de julio de 2020, fecha en la que finaliza el denominado Plan Nacional Transitorio al que se acoge.