Los 4,8 GW terrestres instalados en la Unión Europea en la primera mitad de este año se concentran en Alemania (2,2 GW), Reino Unido (1,2 GW) y Francia (492 MW). En cuanto a la eólica offshore, se han puesto en marcha 18 proyectos en cuatro países (Alemania, Reino Unido, Bélgica y Finlandia) que suman 1,3 GW más.
Esa nueva potencia ha supuesto unas inversiones de 8.300 millones de euros: 5.400 para la eólica terrestre y 2.900 para la offshore. Muy lejos esta última cifra de los 14.000 millones que invirtió la eólica marina en el mismo periodo de 2016. El 53% de la inversión total (onshore y offshore) se ha hecho en Alemania.
Pierre Tardieu, responsable de Política en WindEurope, señala que “estamos en la senda de un buen año en nueva capacidad instalada, pero el crecimiento es cosa de un puñado de países. Al menos otros diez países no han instalado ni un solo MW este año. En la eólica terrestre, el fin de la Obligación de Renovables del Reino Unido supondrá una mayor concentración del mercado en Alemania, España y Francia. En cuanto a la eólica marina, el nivel de actividad financiera es preocupante. Aunque esto no se traducirá en menores cotas de potencia instalada durante algunos años, la industria necesita previsiones claras para el periodo que va más allá del 2020 si se pretende mantener la tendencia actual de reducción de costes”.
Tardieu también ha añadido que “los Estados miembros deben presentar tan pronto como sea posible sus Planes Nacionales de Energía y Clima para 2030. En combinación con la propuesta de un calendario de subastas a tres años vista de la Comisión Europea, esos planes nacionales darán la necesaria visibilidad a toda la cadena de suministro de la energía eólica”.