El sector eólico lleva tres décadas contribuyendo de forma relevante al desarrollo económico sostenible de España, creando industria y tecnología, evitando emisiones de gases de efecto invernadero, generando empleo de calidad y riqueza local, realizando un importante esfuerzo fiscal, mitigando las importaciones de combustible fósil y reduciendo el coste de la electricidad para los consumidores.
Los últimos dos años han sido un periodo trascendental. En 2019, según los datos del Estudio Macroeconómico del Impacto del Sector Eólico en España publicado recientemente, se instalaron 2.243 MW eólicos nuevos. Esta cifra, el mayor crecimiento de la potencia instalada desde 2009, ha supuesto un incremento del 10% sobre el total superando la barrera de los 25 GW.
Adicionalmente, la nueva potencia eólica sigue creciendo y alcanza ya, a fecha de hoy, la cifra de 26.835 MW. La eólica supone el 24% de la potencia instalada y cubre el 21% de la demanda, siendo ya la primera tecnología en potencia instalada del mix eléctrico, y manteniendo la segunda posición en generación de electricidad.
La contribución total del sector eólico al PIB supone un 0,35% del PIB de España. Además, el sector emplea a 30.000 personas con un aumento anual de empleabilidad del 25%. En cuanto a las exportaciones, España sigue liderando a nivel mundial, siendo el tercer país exportador de aerogeneradores del mundo, sólo superado por Dinamarca y Alemania.
De acuerdo al Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, la eólica es la tecnología renovable que va a liderar la generación de electricidad en los próximos años. Además, la eólica es ya una parte consolidada de nuestros paisajes y está presente en la mayor parte de la geografía española, constituyéndose ya como “marca España”. Pero es necesario seguir apoyando el desarrollo de tecnología propia, la actividad manufacturera y el desarrollo de parques eólicos, como herramientas clave para la reconstrucción económica. El sector está preparado para que la instalación de nuevos parques eólicos continúe a buen ritmo en los próximos años y sea constante en el tiempo, con una cifra de alrededor de 2.300 MW al año.
Las nuevas subastas que están a punto de ser lanzadas deben enfocarse de tal modo que maximicen las posibilidades de nuestras fábricas eólicas para poder suministrar los equipos y garantizar así la reactivación del mercado interno, potenciando la reindustrialización en España, además de tener en cuenta las características que cada tecnología aporta a la economía, a la sociedad, a la reducción de emisiones y a las propias regiones, para lo que no se debería recurrir exclusivamente a criterios de evaluación basados 100% en el precio, sino a esquemas multicriterio para la obtención del mejor valor macro. Por otro lado, los cupos incluidos en el calendario de subastas deben dimensionarse de forma razonable teniendo en cuenta la capacidad industrial eólica que tiene nuestro país. De igual modo seguimos apostando por establecer criterios de precalificación e hitos intermedios exigentes y rigurosos que garanticen que los proyectos se ejecutan en el tiempo establecido.
El sector ha de mantener la capacidad industrial manufacturera e innovadora, como hub eólico global, salvaguardando condiciones de libre mercado tanto para materias primas eólicas como para productos eólicos manufacturados, además de posicionar a España como el principal hub europeo de experimentación en eólica marina flotante, una tecnología que ha venido para quedarse.
Para llegar a los objetivos fijados, es necesario afrontar retos cada vez más relevantes. La optimización de los puntos de conexión existentes velando por maximizar la entrada de nuevos proyectos sin penalizar a los ya operativos, junto con la necesidad de mayor predictibilidad y firmeza en las instalaciones eólicas consolidarán la necesidad de instalaciones híbridas, en las que el almacenamiento tendrá un papel fundamental. El envejecimiento de la flota –más de 2.000 MW han llegado al final de su vida útil teórica– hará necesarias soluciones de extensión de vida y repotenciación.
También es importante identificar los modelos de negocio posibles para un parque eólico y crear la regulación que permita llevarlos a cabo, innovando y explorando: servicios de balance, almacenamiento para regulación del sistema, almacenamiento indirecto estacional, producción de hidrógeno renovable, firma de PPAs convencionales, PPAs dedicados con industria electro-intensiva e integración de la demanda y el consumidor con los parques eólicos.
Tenemos una inversión de más del 4,1% en I+D en eólica frente al 1,2% de media en España. Tenemos la necesidad de apostar por mecanismos de innovación adecuados que tengan en cuenta el tamaño creciente de los desarrollos experimentales. España debe ser un referente como hub de experimentación eólico tanto en onshore como en offshore, principalmente flotante, donde nuestro país es líder en el desarrollo de prototipos a nivel mundial. La eólica offshore flotante es una oportunidad industrial y energética para España, que necesita de una estrategia clara de país con objetivos concretos, además de una regulación actualizada y políticas de I+D decididas para que España juegue un papel central en el desarrollo de este tipo de instalaciones en el corto plazo.
