Las Estadísticas Anuales 2021 de WindEurope, publicadas por la asociación el pasado 24 de febrero, dejan en evidencia la insuficiente velocidad de expansión de la energía eólica en Europa. En el conjunto del continente, el año pasado se instalaron 17,4 GW en aerogeneradores (3.4 GW marinos), de los cuales 11 GW se levantaron en la UE de los 27. Estas cifras sitúan la capacidad eólica instalada en Europa a día de hoy en 236 GW (207 GW en tierra y 28 GW en el mar); en el caso de la Unión Europea son 189 GW (173 GW en tierra y 16 GW en el mar).
El 81% de la nueva capacidad añadida fue eólica terrestre, porcentaje que en el caso de UE-27 representó el 91%. Los países que más energía eólica sumaron fueron Reino Unido, Suecia, Alemania, Turquía y Holanda, por este orden. Suecia fue, en concreto, el que más eólica instaló en tierra y el Reino Unido el que levantó más aerogeneradores en el mar.
Otros datos recogidos por la asociación muestran que los parques eólicos europeos generaron 437 TWh de electricidad en 2021, cubriendo el 15% de la demanda eléctrica en la UE-27 más Reino Unido. Pero en varios países la aportación fue bastante mayor, caso de Portugal (26%), España (24%), Alemania (23%) y Reino Unido. (22%). La potencia media de las nuevas turbinas terrestres rondó los 4 MW y en el caso de la eólica marina, los 8,5 MW. WindEurope indica, asimismo, que el año pasado se desmantelaron 396 MW de capacidad eólica; en paralelo, se pusieron en marcha 515 MW de capacidad repotenciada.
A día de hoy, el 64% de toda la capacidad eólica de Europa se reparte entre cinco países: Alemania (64 GW), España (28 GW), Reino Unido (27 GW), Francia (19 GW) y Suecia (12 GW). Le siguen Italia, Turquía y los Países Bajos con 11 GW, 11 GW y 8 GW respectivamen- te.
Expectativas para los próximos años
El estudio de WindEurope también ofrece previsiones respecto al periodo 2022- 2026. Las estimaciones de la patronal europea del viento –basadas en el contexto político actual y en las trabas burocráticas, así como en la cartera de proyectos en curso, las subastas y las licitaciones– son que la UE añadirá en torno a 18 GW anuales de nuevos parques eólicos en los próximos cinco años. Una cifra mejor que la de 2021, pero que sigue estando muy por debajo de la cantidad de energía eólica que la UE debería construir para cumplir su objetivo de contar con un 40% de energía renovable para 2030. La asociación estima que tres cuartas partes de las nuevas instalaciones en 2022- 26 seguirán teniendo a la eólica en tierra como protagonista, con Alemania como el país que más capacidad eólica nueva instalará en el próximo quinquenio, seguido del Reino Unido, Francia, España y Suecia.
Giles Dickson, director general de Wind Europe, ve con preocupación estas estimaciones y afirma que, además de poner en riesgo muchos puestos de trabajo, “socavan el Green Deal y están perjudicando a la cadena de suministro de energía eólica de Europa”. El lento crecimiento de la energía del viento hace, además, más difícil que otros sectores alcancen la neutralidad climática, como apunta Axell Eggert, director general de Eurofer (The European Steel Association, la asociación europea del acero): “La energía eólica y el acero, núcleo de muchas tecnologías renovables, entre ellas las turbinas eólicas, forman una asociación fundamental para el éxito del objetivo de neutralidad climática y economía circular del Pacto Verde de la UE. La industria siderúrgica europea está avanzando hacia una producción de aceo neutra en cuanto a emisiones de CO2, que requerirá ya para 2030 unos 150 TWh de electricidad renovable y asequible. Pero la UE no está construyendo suficientes energías renovables para alimentar la transición de la industria siderúrgica europea, que en 2050 necesitará 400 TWh de electricidad renovable. Si no queremos importar acero sucio de fuera de Europa, hay que aumentar ahora la producción nacional de energía eólica y otras renovables”.
Otra referencia la encontramos en el caso del hidrógeno verde. "La industria química en Europa, uno de los primeros sectores industriales en apoyar el Pacto Verde de la UE, tiene la ambición de llegar a ser climáticamente neutra”, dice Marco Mensink, director general de Cefic, el Consejo Europeo de la Industria Química . “Nuestra industria está experimentando una transición fundamental hacia la electrificación directa y el hidrógeno. La energía eólica es esencial para suministrar las enormes cantidades de electricidad renovable que necesitará el sector químico, de forma fiable y a bajo coste, y las nuevas cifras de WindEurope revelan claramente que Europa, sencillamente, no está añadiendo suficiente capacidad nueva”.
El cuello de botella
La mayoría de los países de la UE tienen objetivos nacionales ambiciosos para la expansión de la energía eólica, así que ahí no está el problema. El gran cuello de botella está en la concesión de permisos. WindEurope avisa de que no se está autorizando el volumen de parques eólicos necesarios, y dice que casi ninguno de los Estados miembros cumple los plazos de los procedimientos de autorización exigidos en la Directiva sobre energías renovables de la UE. “Las normas y procedimientos de autorización son demasiado complejos y las autoridades encargadas de los permisos no siempre cuentan con el personal adecuado”, señalan desde la asociación.
En una carta dirigida a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, Gile Dickson explica cómo el bajo volumen de proyectos autorizados está afectando a los fabricantes de aerogeneradores europeos y a la cadena de suministro en general. Y cómo la industria también tiene que lidiar con los precios más altos del acero y otras materias primas, y con la interrupción de las cadenas de suministro internacionales. En 2021, cuatro de los cinco fabricantes de aerogeneradores europeos estaban en pérdidas.
"La industria eólica europea está perdiendo dinero, cerrando fábricas y eliminando puestos de trabajo, justo cuando debería estar creciendo para satisfacer la enorme expansión de la energía eólica que Europa quiere. Si esto continúa, el "Green Deal" va a tener problemas, por no hablar de los objetivos de seguridad energética de Europa", advierte el presidente de la asociación.
Sam Kimmins, director de RE100, grupo que reúne a las empresas más influyentes del mundo comprometidas con la electricidad 100% renovable, añade: “Empresas de todo el mundo se están abasteciendo directamente de electricidad renovable a gran escala porque, en un mercado justo y abierto, es lo mejor desde el punto de vista económico. Sin embargo, para aprovechar esta enorme oportunidad de inversión, los gobiernos deben mejorar significativamente las opciones de contratación y reducir los obstáculos reglamentarios para los PPA renovables de las empresas. Y lo que es más importante, la Unión Europea y sus Estados miembros deben aumentar la velocidad de desarrollo de las energías renovables para satisfacer la creciente demanda de las empresas, tanto grandes como pequeñas".
Más renovables, menor dependencia energética
El Pacto Verde europeo señala de manera inequívoca la necesidad de actuar rápido en materia de clima, y con ello impulsar la seguridad energética en Europa, el empleo y la innovación. Incluso antes de la actual crisis geopolítica estaba ya claro que Europa necesita ampliar rápidamente las energías renovables; algo que la invasión de Ucrania por parte de Rusia no ha hecho sino evidenciar aún más.
“Los elevados precios de la energía del último año no hacen sino amplificar esta necesidad. Muestran los peligros de que Europa importe el 58% de su energía y dependa, en particular, de las costosas importaciones de combustibles fósiles, a menudo de fuentes poco fiables”, señalan desde WindEurope. “La industria y las empresas europeas necesitan urgentemente más energías renovables "made in Europe", sobre todo porque las energías renovables son más baratas que las fósiles”, añaden. “Las soluciones están ahí: simplificar los permisos, impulsar la innovación y garantizar que los gobiernos reconozcan y recompensen el valor que la industria europea aporta a la sociedad, al medio ambiente y a la transición energética", concluye Giles Dickson.
Presión sobre los grandes fabricantes
Cuando el viento escasea, como ocurrió en Alemania o en Dinamrca en 2021, y la materias primas suben de precio, los malos resultados no tardan en aparecer. El año pasado, Siemens-Gamesa vio menguados sus ingresos por la venta de aerogeneradores en un 20,3% interanual (sus ingresos cayeron a 2.060 millones de dólares entre octubre y diciembre de 2021). Teniendo en cuenta los resultados del primer trimestre del año fiscal 22 y el hecho de que no parece que las condiciones de suministro se vayan a normalizar para el resto del año, la compañía hispano alemana no prevé que los resultados del presente año vayan a ser mejores.
Vestas y Ørsted son otros dos fabricantes que se han visto afectados por estos tiempos difíciles que vive el sector eólico en Europa. Vestas ha informado de que ganó 176 millones de euros netos en 2021, un 77 % menos interanual, y como Siemens-Gamesa, cree que la inestabilidad en la cadena de suministro seguir4á afectando a la industria eólica durante 2022. Ørsted, por su parte, ha indicado que tuvo un beneficio neto el año pasado de 10.962 millones de coronas (1.473 millones de euros), frente a los 15.598 (2.095 Me) de 2020.
El año pasado, Europa experimentó algunas de las velocidades de viento más bajas en décadas. En cuanto a las materias primas, los precios del acero crecieron un 53%. Dado que el acero constituye una parte importante de la estructura de los aerogeneradores, esto significa que el coste de los nuevos proyectos de parques eólicos se ha disparado. Pero no solo Europa se está viendo afectada por esta situación. En Estados Unidos, por ejemplo, General Electric (GE) se enfrenta a los mismos retos y en 2021 perdió 5.968 millones de dólares, si bien la compañía confía en volver a aumentar sus ingresos en 2022.
El papel de las subastas
En 2021, la energía eólica consiguió 12,4 GW a través de subastas en siete países. Esta cifra es considerablemente superior a los 8 GW adjudicados en 2020, pero inferior a los 15 GW de 2019. La eólica terrestre se aseguró 10,4 GW, mientras que la marina obtuvo 2 GW. Al cierre de este reportaje, se desconocían aún los resultados de dos subastas celebradas en Francia y Holanda. Desde WindEurope señalan que, en cualquier caso, es difícil comparar los resultados de las subastas entre países debido a que hay muchas diferencias entre ellos en aspectos claves como los mecanismos de apoyo, la duración de las subastas, la indexación de las ofertas, las condiciones que rodean a las pujas (como el coste del capital, WACC), la concesión de permisos y otras fuentes de ingresos o riesgos para los promotores.
En Alemania y Francia, los reguladores de la energía han recortado el volumen subastado por ronda –tras la suscripción insuficiente de algunas subastas– para garantizar la competencia, “con el efecto secundario negativo de reducir la visibilidad a largo plazo del sector”, en opinión de la asociación europea. En Dinamarca, la subasta en tierra no recibió ninguna oferta debido al bajísimo precio máximo fijado. También hubo tres subastas de tecnología neutra en las que toda la capacidad se asignó a proyectos solares fotovoltaicos. Pero quizá la situación más compleja se da en Italia, donde las tres subastas de energía eólica y fotovoltaica tuvieron una suscripción insuficiente debido a la lentitud del proceso de concesión de permisos, tendencia que viene produciéndose desde 2020. La capacidad no adjudicada en estas subastas se transfiere a la siguiente, lo que aumenta gradualmente el volumen total de la puja, “sin abordar la causa principal de la infrasuscripción: la lentitud y la complejidad de los permisos”, señala WindEurope.
Este reportaje se puede leer también en ER209 (marzo de 2022).