A finales del año 1981 Pep Puig recordaba en la introducción del libro que antes que ellos hubo otros visionarios que, viendo el devenir de las cosas, habrán repetido muchas veces aquello de “ya lo decía yo”. Entre ellos, el ingeniero aeronáutico Pedro Blanco Pedraza, director de la extinta Comisión Nacional de Energías Especiales, que en 1961 ya escribía: “el aprovechamiento industrial de la fuente de energía eólica era un asunto de gran interés para nuestro país, que no andaba sobrado de recursos energéticos”.
Pero Puig también se lamentaba entonces de que en los 20 años transcurridos entre las palabras de Blanco Pedraza y su libro “nada se ha hecho para sentar las bases para el futuro aprovechamiento de una fuente de energía (entre otras) renovable, limpia y al alcance de todos como es la energía que nos proporciona y nos proporcionará el viento”. Y ese pequeño detalle de “estar al alcance de todos” es lo que provocó que los “tecnócratas” se olvidaran de ella “sacando a relucir argumentaciones tan científicas como que no era rentable en comparación con las fuentes ‘modernas’ de energía”.
El libro ‘El poder del viento’ contiene información sobre la naturaleza de los vientos, sistemas de observación y medida, su historia, teoría básica de un aeromotor, aerodinámica, aerogeneradores, planos para construir un anemómetro, un molino de bombeo y un aerogenerador, la legislación vigente entonces y un montón de información práctica más.
“Para dominar a los hombres es necesario dominar su acceso a la energía; es necesario impedirles que la produzcan y obligarles a comprarla. Las energías alternativas son el molino de viento de este fin de siglo. Aún queda tiempo para impedir que la historia se repita”. Son palabras de Michel Bosquet, que aparecen en su libro ‘Energías Libres’, y que recogen los autores de ‘El poder del viento’ en su contraportada.