El RDL supone para la AEE “una medida importante para afianzar la seguridad jurídica para las instalaciones del sector eólico y una base fundamental para construir la confianza de los inversores de cara al reto de financiar la transición energética planificada en el PNIEC”. Los eólicos consideran que el RDL merece una valoración positiva en cuanto a que persigue garantizar un marco regulatorio y económico estable para el desarrollo de las energías renovables. “La predictibilidad y estabilidad regulatoria son factores esenciales, ampliamente demandados por el sector eólico, sin los cuales sería imposible alcanzar el nivel de inversión y el empuje que serán necesarios en los próximos años para la transición energética que España debe acometer”.
La energía eólica, como el resto de las energías renovables, precisa de una planificación energética con los distintos actores alineados, que proporcione una seguridad regulatoria y retributiva. La transición energética requiere de una inversión continuada en el tiempo de miles de millones de euros anuales en energías renovables y eficiencia energética. Para que este tipo de flujos de inversiones sean posibles es necesario salvaguardar la confianza de las empresas. La eólica tiene como previsión a 2030 duplicar su potencia instalada, lo que requiere de una inversión y estabilidad que haga posible la instalación de aproximadamente 2.200 MW/año.
“El consenso entre las principales fuerzas políticas es fundamental para la convalidación en el Congreso del RDL –cree la AEE–. Este consenso político es un punto de inflexión para una economía descarbonizada y el desarrollo de las renovables en nuestro país. Supondrá un aliciente para atraer inversiones a largo plazo y dará estabilidad a las inversiones destinidas a descarbonizar la economía”. La asociación considera que las medidas que dan confianza a los inversores acaban abaratando la financiación de las instalaciones.
El sector eólico coincide con el resto de las energías renovables en mostrar todo su interés y empeño por un marco regulatorio que genere confianza y estabilidad, con una visibilidad a largo plazo que facilite las inversiones. “El RDL aprobado hoy es un paso en la dirección correcta y, en parte, ha sido fruto del dialogo entre las instituciones y la industria, requisito para el éxito de la deseada planificación energética”.